No sufras más por nosotros, Nacho por Carmelo Jordá‏

El presidente de las no tan Nuevas Generaciones del PP, Nacho Uriarte, nos desvelaba este domingo en una entrevista en La Razón dos datos de especial relevancia política: el primero su pasión por el yogur de chocolate, el segundo su pánico por convertirse en un profesional de la política, una situación que de llegar a producirse le haría "huir nadando de eso".

Tan definitiva frase la pronuncia un hombre que con 30 años recién cumplidos no sólo ocupa el puesto más elevado en la organización "juvenil" de los populares sino que es diputado en el Congreso, que creo que algo cobran, y miembro del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Popular, cargo que no sé si está remunerado pero que no parece propio de un señor que simplemente pase por allí.

El caso es que no se conoce, suponemos que por modestia del propio interesado, actividad profesional alguna del señor Uriarte fuera de la política. Tiene ciertos estudios, sin llegar al nivel de licenciatura eso sí, pero en su brevísimo perfil biográfico en la página del PP no aparece ninguna empresa, ningún destino, ni una oposición ni tan siquiera un mísero cargo en una compañía de titularidad municipal.

Por otro lado, para haber llegado a la tierna edad de 26 abriles a la presidencia de las juventudes de su partido es de suponer que ingresó en las mismas poco después de salir de la pubertad, sin tan siquiera haber cumplido completamente con el trámite de la adolescencia.

Desde entonces, casi a la par que le salía la poblada barba que luce hoy en día, debió de tener que trabajar duramente (es un decir) en el seno de la organización para ir escalando posiciones, esquivando las intrigas propias de los partidos políticos y entregándose al proyecto con una determinación quizá digna de mejor empeño. Así, aportando ideas, pisando cabezas y moviéndose con singular habilidad por las covachuelas de Génova (más difíciles de conocer y dominar que las mazmorras de Mordor) alcanzó su posición de privilegio en las NNGG y, posteriormente, un sillón en la cámara de la Carrera de San Jerónimo.

Pero ahora nos enteramos de que su vocación no es la política profesional, de que él en realidad deseaba hacer otra cosa aunque todavía no sepamos el qué y de que ha sacrificado su larguísima juventud (tiene treinta tacos y sigue siendo un "juvenil"), suponemos que en aras del bien público. Y encima el bien público, la vida es en ocasiones terriblemente injusta, tampoco parece haberse enterado mucho de la esforzada labor de Uriarte.

Así las cosas, no queda sino hacer un llamamiento público, casi una súplica: Nacho, para ya, no sufras más por nosotros, deja de ser diputado, hazte mayor saliendo de las Nuevas Generaciones y abandona Génova con lágrimas en los ojos, acabas de cumplir los 30 y te mereces ser feliz.

Además, tampoco es que te vayamos a echar mucho de menos.

Carmelo Jordá es redactor jefe de Libertad Digital.

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