Hay algunas cuestiones a discutir en la foto de la soldada israelí –y en las otras nuevas que ha publicado el periodista Dimi Reider en su blog. La Autoridad Palestina ha dicho que las fotos son humillantes. Es un adjetivo inmediato; pero sólo puede aplicarse a la soldada. Respecto a los prisioneros la humillación no proviene del acto de la fotografía (tal vez ni se enteraron) sino de lo que se ve en la fotografía: un apreciable documento del trato a los prisioneros. El ejército israelí, que se ha apresurado a arremeter contra la soldada, debe ponerle un pie a esas fotos: qué, quién, cómo, cuándo y dónde. Y también debería comprometerse a una revisión de su programa deontológico. Hay más cuestiones vinculadas, que la fotografía comparte con otras de su clase. Una llamativa, y ya observada en la guerra de Irak, es la naturaleza de la nueva mujer: más Judith que Verónica.
Luego está facebook, el asunto. La soldada colgó las fotos el 3 de agosto. Pero sólo hasta el lunes 16 no hicieron efecto: la razón principal es que habló de ellas la televisión. Es decir durante 13 días las fotos no se movieron del ámbito personal de la soldada. Tiene una importancia relativa que se colgaran en su perfil público y todo el mundo pudiera verlas: todo el mundo no deja de ser una optimista teoría, muy del gusto del ingenuo exhibicionismo internáutico. Si alguien entre sus conocidos no la hubiese sacado del círculo, la foto seguiría calmadamente en su lugar. En términos analógicos habríamos descrito el suceso diciendo que la soldada estaba en su casa, enseñando el álbum de guerra, y alguien le robó una foto y la llevó a la televisión. Es llamativo que la soldada se aventurara a correr el riesgo de que la robaran. Puede que sea víctima del síndrome facebook: cuando, en paralelo al desvanecimiento de las fronteras entre la realidad y la ficción, tampoco ya se distingue entre lo público y lo privado. Ella se sentía en su casa, comentando su vida. Hay que reconocer que en este asunto concreto era difícil hacer las cosas de otro modo: ¿Cómo enseñar el álbum a los amigos, tal vez remotos, (y comentarlo, y troncharse) sin utilizar facebook? ¿Y cómo se controla, incluso en un grupo privado, que una copia no pueda circular libremente? ¡Ah, si los derechos de autor sólo fueran un problema de la SGAE!
Hay otra hipótesis: que no viera riesgo. Nada inmoral que ocultar. ¡Al fin y al cabo no salía desnuda! La hipótesis de que estas jóvenes guerreras sin fronteras no distingan entre un prisionero y una pieza de caza.
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