Mostrando entradas con la etiqueta Sergio Campos Cacho. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Sergio Campos Cacho. Mostrar todas las entradas

Exterminio en Madrid por Sergio Campos Cacho

La biblioteca fantasma.


La muerte reciente de Santiago Carrillo ha hecho aflorar de nuevo la polémica sobre los asesinatos de Paracuellos, antes incluso de que se celebre su aniversario en noviembre. Esta polémica tiene un fondo ideológico y político. Apesta. En la red berrean los guerracivilistas y en la prensa gallean de nuevo los historiadores, sin que se distingan apenas unos de otros. Mal asunto. Casi nadie habla de los muertos, que es lo importante de verdad.
El debate sobre Paracuellos se plantea sobre dos falacias fundamentales. La primera tiene que ver con la responsabilidad original de los asesinatos, es decir, con los inductores de la masacre. Ángel Viñas, hablando del libro El terror rojo, de Julius Ruiz, plantea así la cuestión: «Ruiz es consciente de que la tesis hiperfranquista de que una incitación soviética (de la NKVD) a favor de la masacre “reduciría” la responsabilidad de los asesinos republicanos». Esto es falso, o en todo caso solo sirve para la batalla particular del guerracivilismo. Con su pan se lo coman. Teniendo en cuenta que los asesinatos los llevaron a cabo los comunistas y los anarquistas y que toda la Junta de Defensa era consciente de cómo se habían organizado las sacas sin que nadie hiciera nada por impedirlas hasta la llegada de Melchor Rodríguez, importa muy poco que la idea partiera de los rusos o de los españoles. Los comunistas se implicaron con entusiasmo en la masacre, los anarquistas también participaron y el resto fue incapaz de oponerse. No se asesina a dos mil quinientas personas en pocos días si se titubea o se cumplen órdenes con las que no se está de acuerdo.
La segunda falacia sobre el debate de los asesinatos de Paracuellos tiene que ver con su supuesta excepcionalidad: “Paracuellos aparece como norma en lugar de lo que realmente fue, una dramática excepción”. Los asesinatos masivos de noviembre no fueron una excepción, sino el punto final a una labor de exterminio iniciada desde los primeros días de la contienda. Las sacas habían comenzado antes y las llamadas a la limpieza de la retaguardia y al exterminio de los fascistas eran habituales en la prensa y en las consignas lanzadas por los cabecillas de los partidos. Por poner solamente algunos ejemplos de Mundo Obrero: “¡Limpiemos la retaguardia!” (portada del 28/7/36); “Es preciso exterminar rápidamente al enemigo, se esconda donde se esconda” (27/7/36); “La Dirección de Seguridad, de por sí sola, no está en condiciones de catalogar a los enemigos del régimen” (4/8/36); “¡Limpiad la retaguardia!” (7/8/36); “La consigna es: exterminio” (portada del 10/8/36); “¡Firmes, hasta exterminarlos!” (portada del 24/8/36); “La defensa de Madrid: es preciso limpiar la retaguardia” (26/9/36). Con titulares como estos en la prensa republicana y consignas semejantes dadas a la policía se podrían cargar varios volquetes. Por otro lado, convendría hablar de las checas oficiales, como la de Fomento. Todavía no hay un estudio serio sobre los asesinatos cometidos en ella. A más de uno le sorprenderían las estadísticas. No: Paracuellos fue una meta, no una excepción. La idea de que la excepcionalidad de Paracuellos se usa como norma para tapar los crímenes fascistas no merece mayor comentario. A nadie le gusta que le tomen por idiota.
El pasado día 21 cuatro historiadores publicaron en El País un artículosobre los asesinatos de Paracuellos. En él insisten en las dos falacias fundamentales y profundizan la brecha entre dos supuestos bandos, dando lugar a que cualquier crítica razonada sea tachada inmediatamente de fascista si no concuerda con sus presupuestos. Les recuerdo, para que se hagan una idea del nivel de la disputa, que sobre éste y otros temas César Vidal sea uno de los historiadores más citados por Viñas en su libro El escudo de la República y en otros tomos sobre sus estudios de la guerra.
Los autores establecen tres categorías para hablar de Paracuellos: contexto, chispazo para la acción y responsabilidades y supervisión.
El primer punto de su artículo se refiere al contexto. No voy a decir nada más que sustituyan esa palabra por “justificación”, que es la más adecuada para las pretensiones de los autores.

Alexander Orlov
El segundo y tercer punto se refieren al “chispazo”. Basándose en un informe de Vladimir Gorev, afirman que el “cerebro” de Paracuellos es Alexander Orlov. Viñas ha sostenido en algunos foros que el informe de Gorev admite otras interpretaciones (“Para mí es inequívoco, aunque reconozco que existen otras interpretaciones”). Exacto. Lo único que hace Gorev es alabar la labor de Orlov en la represión (como también agradece el trabajo de Mihail Koltsov y de Roman Karmen). En ningún caso sostiene que fuera Orlov quien planteara ni quien planeara Paracuellos. Por otro lado, hay un informe similar de Stepanov que agradece la labor hecha por el PCE. Como a Viñas no le sirve para sus presupuestos (véase la primera falacia), lo desecha argumentando que Stepanov, alias Moreno, posiblemente alias Schwarz, no estaba en España en 1936 y que “contó de oídas”. Aquí se puede replicar que Stepanov no podía contar de oídas, como si hubiese sabido de Paracuellos en la barra de un bar, sino directamente por los implicados, a los que por otro lado conocía de anteriores estancias en España (cosa que Viñas dice que no está demostrado, aunque hay varios testimonios de ello). Como pueden comprobar, no hay ni un solo documento que permita confirmar la responsabilidad de Orlov. Interpretaciones pueden hacerse las que se quieran.

Pedro Checa (segundo por la izquierda, con gafas) y José Díaz (sentado) junto a otros miembros del PCE.
En el cuarto punto se responsabiliza a Pedro Checa (Pedro Fernández Checa, como meticulosamente lo citan) de ser el enlace entre Orlov y los elementos comunistas que se encargaron de la logística de las matanzas. No podía ser otro, por su cargo, y tenía gran experiencia en la organización de las células clandestinas desde antes de la guerra. Ahora bien, resulta difícil creer que Pedro Checa moviera un solo dedo sin la aquiescencia de, al menos, el secretario general del PCE, José Díaz. La puesta en marcha de la masacre no es responsabilidad única de una sola persona, sino de todo un partido.

El general Miaja
Del quinto punto se puede decir que las primeras sacas tuvieron lugar mucho antes de la constitución de la Junta. Es cierto que todos sabían lo que se estaba haciendo. Miaja, por supuesto, y también Carrillo. Lo que se hizo con los presos era responsabilidad directa de Santiago Carrillo, Consejero de Orden Público.

Santiago Carrillo
El puntos seis, siete y ocho se insiste en la responsabilidad de Pedro Checa. Es innegable, y yo insisto en lo dicho dos párrafos más arriba. En la BF ya se le citó en 2009 en relación a Paracuellos. Por otro lado, ya era hora de que se hablara de los mandos que organizaron las sacas: Santiago Álvarez Santiago, Andrés Urresola, etc. También la BF fue pionera al aclarar estas responsabilidades y empiezo a estar hasta los cojones de que no se cite en ningún sitio (excepto aquí). El punto número 7 es curioso: como bien señaló Jon Juaristi, confirman que los comunistas infestaban la DGS desde el principio de la guerra. Su experiencia en la caza del fascista es incluso anterior a ésta, lo que desmiente la tesis de uno de los autores del artículo, Paul Preston, esgrimida en su libro El Holocausto español. También se desmiente la formulación de otro de los autores, Fernando Hernández, cuando en su libro Guerra o revoluciónachaca la responsabilidad de las matanzas a elementos “neocomunistas y anarquistas”. De neocomunistas nada de nada: comunistas de raza, corazón y pelotas.
El punto nueve es pura reflexión ideológica. Carrillo no tuvo mano a la hora de organizar las sacas, pero fue responsable de que se llevaran a cabo. Y si se le relaciona con más énfasis con Paracuellos cuanto más se acerca la Transición, quizá tenga que ver con que siempre negó haber sabido nada de lo que ocurrió en Madrid. Cargar la mano con Checa para desvincular a Carrillo no tiene ningún sentido. Carrillo jamás fue un transeúnte que pasara casualmente por allí.

Paracuellos, pintura de Carlos Sáenz de Tejada
El último punto y el epílogo no son más que la formulación exacta de la segunda falacia que he comentado anteriormente.
Por si alguien piensa que de Paracuellos ya se sabe todo, que es un tema manido y que ya se les ha rendido durante el franquismo suficiente homenaje a los muertos, les confirmo que hoy por hoy es imposible listar los nombres de los cerca de 2500 asesinados.

Labor (Soria, 7 de diciembre de 1939)

En los dominios del Kremlin por José Antonio Rico. Sergio Campos Cacho

2ª ed. México: Atlántico, 1952
En 1938 salió de España la última expedición de pilotos que habría de culminar su formación en la URSS. No todos los que desde Rusia quisieron emigrar a Francia o a países americanos lo consiguieron. Algunos terminaron en el Gulag. Este es uno de los capítulos negros de la República española, y muy especialmente de don Juan Negrín, que supo mover los hilos adecuados para que su hijo Rómulo abandonara los cursos de aviación mientras el resto de pilotos quedaba en manos soviéticas. La República pagó generosamente estos cursos, como demuestra la historiadora Carmen Calvo Jung en su libro Los últimos aviadores de la República: la cuarta expedición a Kirovabad, pero fue incapaz de otorgar a sus ciudadanos la libertad de salir de Rusia. Recomiendo la lectura del libro de Calvo Jung. Se trata de un trabajo extraordinariamente documentado que vuelve a dar nombre a un grupo de españoles republicanos que cayeron en el olvido.

Calvo Jung cita muchas memorias de estos pilotos -alguna de ellas inéditas- en su libro. Tengo tres en mis manos. 18 años en la U.R.S.S., de Vicente Monclús Guallar, Un piloto español en la U.R.S.S., de Juan Blasco Cobo y En los dominios del Kremlin, de José Luis Rico. Los tres coinciden al narrar hechos fundamentales y no difiere mucho el desprecio que muestran hacia sus carceleros. Eran republicanos, no comunistas, y cayeron víctimas de la propaganda soviética. Creyeron que llegarían a un mundo paradisíaco y el desencanto fue absoluto. Creo que es de justicia hacerles un pequeño hueco en nuestra cofradía de renegados y desengañados.

Seguir leyendo en La biblioteca fantasma.

Al servicio del pueblo de Kirill Afanassjewitsch Merezkow. Sergio Campos


Sergio Campos ha traducido la parte dedicada a la defensa de Madrid, a los sucesos de noviembre:

En Barcelona nos recibió el cónsul soviético Antonov Ovseenko, a quien ya había conocido en 1924 como jefe de la administración política del Consejo Militar Revolucionario. Le reconocí inmediatamente por su amplia sonrisa, su nariz larga y afilada a lo Gogol y sus ojos miopes escondidos tras los cristales. Este hombre tenía un gran pasado revolucionario lleno de acontecimientos. Como secretario del Consejo Militar Revolucionario de Petrogrado arrestó al Gobierno Provisional durante la insurrección armada en octubre en el Palacio de Invierno. Durante la guerra civil, Antonov-Ovseenko capitaneó el frente ucraniano y fue Comisario del Pueblo para Asuntos Militares de la República Socialista Soviética de Ucrania. Más tarde ocupó un puesto de responsabilidad en el pequeño consejo de Comisarios del Pueblo y la NKVD. Antonov-Ovseenko permaneció unos cuantos años como diplomático soviético en el extranjero.

Antonov-Ovseenko parecía agotado. Con un tic nervioso al hablar, informó sobre los acontecimientos en España con frases cortas y muy gráficas.


La situación no era buena, pero mejor en todo caso a como la describían los periodistas burgueses y peor de lo que había escuchado en París. Los rebeldes se encontraban en Madrid. La República había perdido en su mayor parte el suroeste de España. La Fuerza Aérea fascista dominaba el cielo. La intervención de Alemania e Italia seguía creciendo. Aunque en la zona rebelde prevalecían las disputas entre grupos rivales, aún eran mayores las dificultades derivadas de las diferencias de opinión y desacuerdo en la zona republicana. Largo Caballero, a la sazón presidente del gobierno, socialista de derechas, había impulsado una política contradictoria e inconsecuente. No existía, en el sentido más estricto, un ejército regular. El fracaso del gobierno al conceder la independencia a Marruecos fue aprovechado por los fascistas para nutrir sus tropas con publicidad demagógica. El gobierno también respondió con lentitud a las demandas de autogobierno del País Vasco y Cataluña, lo que provocó la disensión entre los antifascistas. Llenas de entusiasmo revolucionario, las masas estaban dispuestas a cualquier sacrificio. Pero el mayor obstáculo en su lucha fueron los anarquistas, que carecían de la disciplina más básica. Luchaban y descansaban cuando les convenía y podían iniciar osadas operaciones por cuenta propia, sin obedecer órdenes superiores, o abrir el frente al enemigo. Para ellos era difícil disociar el heroísmo del pánico. Todavía no funcionaban los servicios de retaguardia. La situación en los frentes era difícil. En primer lugar, por lo tanto, debíamos establecer un estrecho contacto con los comunistas españoles para poder apoyarles, pero al mismo tiempo permanecer leales a la República. En ningún caso podíamos establecer oficialmente diferencias entre los republicanos. “En pocas palabras, cuanto antes pongan manos a la obra, mejor”, concluyó el cónsul. [...]


Seguir leyendo en el blog de Sergio Campos.

Aly Herscovitz. Cenizas en la vida europea de Josep Pla (II)

Capítulo 028. Los trenes de la muerte de Iasi.

Lo cuenta Marcu Rozen en su libro Holocaustul sub guvernarea Antonescu, cortesía del genetista y presidente de la Asociación de Judíos Rumanos Víctimas del Holocausto Liviu Beris.

«En toda Europa los judíos fueron exterminados con distintos métodos: cámaras de gas, fusilamientos, hambre, etc. Pero su embarque en vagones herméticamente cerrados (...) y su asesinato por asfixia y deshidratación fueron utilizados sólo en Rumanía».

En el verano de 1941 corrieron esa suerte unos 5.000 judíos de Iasi. Después del bestial pogromo de los días 27 y 28 de junio algunos de los supervivientes fueron hacinados en trenes de ganado cerrados herméticamente en dirección a Podu Ilioaiei y Calarasi. Es el testimonio del ingeniero Iancu Tucherman, superviviente.

«A mí me subieron a un vagón en el que íbamos 137 personas (...) En el suelo había una capa de estiércol de cuadra, sobre el que habían esparcido polvo de cal viva. Viendo que las pequeñas ventanas del vagón estaban abiertas hacia el interior, un trabajador de la estación (...) cogió una escalera y las cerró desde fuera (...) El tren se puso en marcha. El estiércol y la cal viva empezaron a exhalar mucho calor (...) Estábamos en pleno verano y el calor se hizo insoportable. Sin aire, sin agua, después de la primera media hora tuvimos la primera víctima.»

«De sed, muchos comenzaron a beberse su propia orina; otros se volvían locos tirándose contra sus compañeros, buscando de un extremo a otro del vagón con desesperación y delirio una gota de agua o una bocanada de aire. Ya no nos dábamos cuenta de quién era un cadáver y quién no. Después de nueve horas de tortura (...) el tren paró en la estación de Podul Ilioaiei. Las puertas del vagón se abrieron. Del mío bajamos sólo ocho supervivientes. El resto, 129, habían muerto sofocados y deshidratados.»

Los escasos supervivientes de los trenes de la muerte, prosigue Rozen, fueron internados en campos de concentración de Calarasi y Podul Ilioaiei, y sólo después de seis meses pudieron regresar a sus casas. Según la investigación judicial el pogromo y los trenes de la muerte se cobraron en Iasi cerca de 8.000 vidas. En la exposición sobre el Holocausto rumano de una de las sinagogas de Bucarest existen algunas listas de exterminados en los trenes. Aparecen algunos Herscovici.

*
Capítulo 033. Paul Léautaud, 17 de julio de 1942 (Vel d'Hiv).
Viernes 17 de julio - ¿Hago bien apostando por la victoria de los Ocupantes?¿Cuándo los veo entregados a esos secuestros, a esos traslados masivos? si son vencedores en todos los sentidos, ¿a qué excesos de fuerza no se entregarán tal vez? El exceso de desorden, de escándalos a la luz del día o a escondidas, de tendencias demagógicas en discursos o en actos, de falta de sentido moral en los escritores, en los que se llama hoy en día el ancien régime, todo lo que uno puede imaginarse que volvería, y quizá acrecentado, en caso de victoria de los otros, hacen que nos inclinemos de su lado. ¡Pero cuánto desconocimiento hay! Lo digo a menudo: ¿cuántos franceses se dan perfecta cuenta de la situación de Francia, presente y futura, sin contar con lo que se ignora, sin contar con lo inesperado posible? Cuando el pensamiento se detienen en esa guerra de 1939, en sus causas, sus efectos presentes, sus continuaciones posibles: políticas, sociales, económicas, - un acontecimiento considerable.

*

Capítulo 036. Victor Klemperer, 18 de julio de 1942.

Eva tuvo ayer una especie de ataque gripal con algo de fie­bre. Por la tarde se acostó y hoy, durante el desayuno, se ha quedado en la cama. Después ha tenido que ir a la ciudad, aquí no había nada de comer para ella. En lugar de sentir compasión, ayer sólo me obsesionaba una cosa: si hoy esta­ría en condiciones de levantarse. Esta mañana ya no tenía fiebre, sólo estaba molida: la caminata no le ha sentado mal, y esto es lo único bueno que puedo consignar sobre el día de hoy. La escasez de comida ha llegado a un punto álgido, no sabemos a quién mendigar, no sabemos cómo remontar la semana que viene. Eva también está en muy mala situación, no tiene cupones de grasas ni de pan, y, entre las doce y la una, el “plato único” está reservado para «los que trabajan». Los dos estamos pasando un hambre terrible.

Una tarjeta de Trude Scherk: el estado de Grete ha em­peorado, no saldrá ya del hospital; eso es, en cualquier caso, lo que le ha dicho a ella Anny Klemperer (que a mí ya no me escribe), puesto que ella, Trude, ya no logra recorrer el camino hasta el hospital: ¡dos horas y media a pie! No puedo desear a Grete nada mejor que una pronta salida de este mundo. Los Marckwald me dieron el jueves pasado una bolsa de patatas, diciendo que seguramente ya no eran co­mestibles. Efectivamente, olían muy mal y estaban repug­nantemente húmedas. Pese a ello hoy he cepillado y hervido como la mitad de las que traje, las que todavía estaban un poco enteras. Y de algunas, en efecto, se han podido comer algunos trozos. Repugnante. Hoy todo el día en faenas do­mésticas, también, para aliviar un poco a Eva, he fregado la escalera.

Por la mañana he leído las Memorias de Siemens.

Por la tarde, Steinitz aquí. De pronto muy envejecido, muy deprimido. Me previno otra vez contra Seliksohn; dice que todos tienen el mismo juicio negativo sobre él. (Pero nadie dice qué fechorías ha cometido o piensan que ha cometido.)
*
Capítulo 038. Sebastian, Tricolorul, Manea.

Ştefanescu, Popovici articulated in very specific terms the real import of the "Sebastian revelations":
The issue is the participation of some of our great spirits (Eliade, Noica, Cioran) in the extreme right wing movement . If Mr . Ştefanescu has read these authors — and I don't doubt that he has, if he considers them representative for our culture—and I suspect that he does, if when he read them he identified with them spiritually at least in part, if he admits that they left their mark through their oeuvre upon us, then the shame of which I was speaking . . . "extends in truth over a whole period our culture and national history, and its shadow casts itself upon you also."

Aly Herscovitz. Cenizas en la vida europea de Josep Pla

Capítulo 006. El viaje a Alemania.

El viaje a Alemania, Cartas de la Alemania comunista, a propósito de Leipzig en la época comunista (1968):

“Un ciudad sin tiendas en las calle es un cementerio desamortizado, marginal, obsesionado. El hombre o la mujer que no puede comprar las cosas que apetece donde le da la gana, es un ser empequeñecido, un desgraciado”.

“No hay que olvidar nunca que el comunismo, como doctrina que quiere imponerse, está basado en la práctica, en el cinismo más puro y premeditado. Esto no es ninguna crítica. Es la realidad misma”.

“…el marxismo-leninismo que los comunistas emplean en su conversación, es puramente el más recreativo…para primarios e ignorantes que es lo que somos la inmensa mayoría de personas que formamos parte del género humano”.

“Cuando las cosas son sencillas, tienden a enrevesarlas: cuando son ininteligibles las simplifican con una facilidad que llega a la desfachatez”.

“Ahora estamos en la minifalda que es una situación muy buena, entre otras razones, porque la minifalda ha demostrado que hay muchas mujeres que tienen la rodilla más bella que la cara, lo cual nos ha desplazado de la monotonía, que ya convenía. La minifalda me hacía augurar pues, en Sajonia, algún resultado positivo. La desilusión, sin embargo, fue completa. En esta República (RDA) no se practica la microfalda y todo es larguísimo. Las escasísimas señoritas que encontré en trance de acortamiento de faldas, no llegaban a la rodilla. Fue literalmente horrible y de buena gana hubiera protestado”.

“He tratado de dar, a la transcripción literaria de estos pasos, un aire de frivolidad”.

“La feria de la ciudad se terminará…Leipzig entrará en su vida habitual, en su normalidad: se convertirá en una vasta concentración humana mortecina, triste, con una depresión inmensa, inenarrable”.

“Los comunistas creen que hay dos clases de economías, la buena y la mala, la comunista y la capitalista. Sin embargo, no hay más que una clase que en definitiva consiste en trabajar, producir, vender y ganar dinero. Todo lo demás son anécdotas”.

“Estas cosas – el consumo, la confección – son inseparables de la libertad de comercio y de la iniciativa individual”.

“No se olvide que la presencia de la Alemania oriental en el sistema del comunismo representa la entrada en este mundo del primer país realmente moderno, europeo e íntegramente civilizado”.

“Por mi oficio periodístico he tenido que leer muchas constituciones…he leído la de la República Democrática Alemana…Es una constitución escrita con un ímpetu idealista, muy bien presentada, tan bien presentada que acaba por ser ligeramente aburrida, irreal. Se parte de la existencia de hechos previos, sublimes, incontrovertibles, eternos, pero en la práctica se implanta inmediatamente el monolitismo del partido, la política es llevada a los últimos detalles de la simple conveniencia de la clase que manda; la crítica es considerada peligrosa aun formulada por los colegas de mejor buena fe; se implanta la economía nueva aunque produzca dolores infinitos”.

“Los alemanes fueron unos hitlerianos perfectos. En Occidente, ahora, son unos demócratas indiscutibles. En el Este, los comunistas son considerados de excelente categoría. A veces uno llega a sospechar si en el mundo comunista los únicos comunistas de verdad sin los alemanes que lo son. Es el temperamento. Los alemanes tienen un temperamento que a veces les da disgustos muy serios”.

“El partido comunista de la República Democrática Alemana ha convertido esta superficie del germanismo en una jaula hermética…la jaula es completa, sobre todo por lo que hace referencia a los alemanes de la República federal, considerados auténticos enemigos…Los alemanes de Bonn pueden entrar y salir de Rusia, de Polonia, de Checoslovaquia,…perfectamente y negociar con ellos…En el único país que no pueden entrar es en la Alemania oriental, si no hay un cadáver legalizado y previo”.

“La teoría de la jaula como método para cambiar la mentalidad de la ciudadanía…creo daría algún resultado si viviéramos tres o cuatro siglos atrás…Pero en la época que vivimos, tan rápida, con tantas comunicaciones, con un sistema de relaciones comerciales basadas en el hecho de que todo el mundo necesita, ¿será posible cambiar de signo político una naturaleza apasionada y voraz, por una naturaleza virtuosa, inerte, obediente y fiel a lo que dicen dos o tres libros que tan poco gente ha leído?...A la gente no le gusta lo que tiene…sino lo que no tiene…Cuando yo felicitaba a los alemanes del Este de vivir en un país en que se había instaurado la justicia y que la explotación del hombre por el hombre se había felizmente terminado, me contestaron que la justicia es algo muy relativo, que ahora les explotaba el estado de una manera implacable y fría, que lo que les interesaba realmente era tener automóvil, nevera, cigarrillos y, de tarde en tarde, alguna señorita”.

“Los comunistas alemanes…Con uno de ellos discutí…la cuestión de la frontera occidental del país…Le dije que no comprendía la existencia de una frontera tan peligrosa y tan rígida. Añadí que la tendencia a convertir un país en una jaula hermética e infranqueable sólo podía explicarse por la necesidad de crear una generación comunista ortodoxa basada en la modificación del espíritu a través del lavado del cerebro…

-Algo hay de esto, en efecto –me contestó- No puede negarse. Pero no creo que pueda prescindirse, en este asunto, de otro factor de gran peso y es que si la frontera hubiera sido normal hubiera huido de este país una cantidad de gente desorbitada”.

“¿Cómo es posible que los trabajadores, que constituyen el humus de donde salen habitualmente los comunistas, tengan estas casas abandonadas?

-Las casas – contestó mi interlocutor – han sido colectivizadas. Los antiguos propietarios desaparecieron, prácticamente, en la vorágine. Las casas son de propiedad colectiva de la ciudad. Antes, el que las alquilaba tenía que pagar el alquilar al propietario. Ahora tienen que pagar un alquiler mucho más módico a la ciudad. Algunos lo pagan, otros menos, otros nada…los ocupantes tenían visiblemente más interés en sus casas cuando pagaban el alquiler que ahora que son de la colectividad. De las casas se ocupan los burócratas…

¿Sabe usted lo que es un comunista auténtico?

-He leído tantas definiciones que no puedo salir, francamente, de la perplejidad. (Pla)

-El comunista auténtico es el hombre que trabaja por sus hijos y por la colectividad y que personalmente no quiere ni desea absolutamente nada.

-La definición no está mal. Pero, ¿Conoce usted alguna persona que no desee ni quiera absolutamente nada?

-Hay preguntas que no pueden contestarse”.


“…me recuerda una observación que oí un día formular a un amigo mío, médico de profesión, que ha vivido largos años en Rusia, según el cual, la URSS produce centenares y centenares de millones de toneladas de acero y en Moscú es muy difícil comprar un clavo para plantar en la pared y colgar en él el abrigo o la americana”.

*

Capítulo 012. El realquilado de la peluquera.

 «La cama alemana es absolutamente original. La cama es una plataforma sobre la cual hay un somier y el colchón, con la particularidad de que estos dos elementos forman una unidad caracterizada por el hecho de que la cabecera del artefacto forma un ligero plano inclinado. El somier-colchón tiene, pues, dos momentos; en la parte del tronco forma un plano inclinado; en la de los pies, es horizontal. En este sentido se puede afirmar que la cama alemana es el precedente de la cama de clínica, que es una cama que girando un manubrio se parte por la mitad y la cabecera puede levantarse. Por otra parte, esta cama no contiene más que estos elementos: el somier-colchón sobre el que hay una sábana y el edredón encima con el que uno se abriga cuando se sabe utilizar positivamente. Acostumbrados como estamos a dormir en una cápsula cerrada por todos los lados menos por el embozo de la sábana, dormir bajo un edredón de pluma muy ligero, completamente libre y de una movilidad facilísima hace que si uno no lo sabe utilizar se quede sobre la cama sin abrigo muy fácilmente. Para dormir bien en una cama alemana hay que tener el bachillerato del edredón, es decir, hay que saber embutirse en las morbideces delicadas del plumaje. En realidad es una reminiscencia de la piel del bosque con la que la gente se envolvía para dormir estableciendo un contacto directo y personal. El cojín alemán suele ser cuadrado, grande y plano y se pone sobre el plano inclinado que forma la cabecera del somier-colchón. En la cama del germanismo se duerme así, con el tronco del cuerpo necesariamente levantado. Habituarse a este levantamiento obligado, cuando la costumbre es la horizontalidad, es un poco difícil y a veces largo. Puede ayudar el saber hacer coincidir el punto de unión de las dos partes del cuerpo (el tronco y las extremidades) con el ángulo obtuso que forma la superficie de la plataforma. Cuando se sabe adaptar el edredón al cuerpo el hecho es un hallazgo.»

*

Capítulo 013. Una vidilla.

Eugeni Xammar, La Veu de Catalunya, 20 de enero de 1923:

“Ayer domingo, día de luto nacional: manifestaciones de protesta contra la ocupación de la cuenca del Ruhr por el ejército francés. En Berlín las fuerzas protestatarias se han dividido. El Partido Socialista ha dicho que no quería ningún tipo de contacto con los monárquicos y antisemitas, y ha protestado por cuenta propia. Quince mítines con una gran afluencia de público y un orden perfecto, puesto que los socialistas son el único partido de orden que existe hoy por hoy en Alemania. Los comunistas también han protestado: contra la ocupación de la cuenca del Ruhr, contra el capitalismo francés y alemán, y contra todo y todos. La salvación —dijo uno de los oradores— debe venirnos de Rusia. Estos comunistas son unos bromistas consumados”.

“Nosotros, con el debido respeto al Morgen Post, miramos las cosas desde otro ángulo. Y mientras haya alemanes que crean que la ocupación de la cuenca del Ruhr por el ejército francés es un motivo suficiente para perseguir extranjeros por las calles de Berlín, nos parece muy bien que haya alemanes capaces de ir a ver, en día de luto nacional, Tienes una boca que da gusto o Casado con tu mujer. Es necesario que se cumpla la ley de las compensaciones”.

*

Capítulo 017. El Berlín canalla. Un rufianismo fundamental (I).

Josep Pla. Notas dispersas:

«El marco no cesaba de bajar, de forma implacable. Antes de comer, cambiaba el billetito; cuando acababa los marcos, volvía a cambiar. Había casas que no cerraban nunca... Mientras, frecuentábamos el restaurante que más nos apetecía, pedíamos una botella de vino del Rin, enviábamos tres o cuatro violetas —dos reales de violetas— a la puta más descarada. A veces cogíamos unos trenes magníficos, tan pronto estábamos en Breslau como en Bonn, en Múnich como en Hamburgo, en Stettin como en Chemnitz. Vi entonces una enorme cantidad de museos, de catedrales, de universidades, de célebres lugares, de monumentos históricos, de sitios de recreo con señores gordos y bien vestidos, señoritas de la prostitución, importantísimos pederastas, la casa de Kant en Koenigsberg, la de Schiller en Yena, el convento de Lutero en Erfurt, conciertos memorables, bailes impelentes, luces fastuosas. Tuve la impresión de vivir durante una temporada, no precisamente corta, en un mundo de puros criminales, en el que yo hacía un papel absolutamente modesto e insignificante, pero levemente teñido de un rufianismo fundamental.


Berlín llegó a tener un aspecto muy brillante. Era la capital del país que había perdido la guerra, pero parecía la del país que la había ganado. [...] Llegó un momento en que todo se subastaba. Cuando se necesitó la módica suma de un millón de marcos para comprar un dólar, se produjo como una especie de locura general —entre los extranjeros, sobre todo—. La prostitución fue en franco aumento, al igual que la inversión femenina... Vi llegar a algunos aventureros de mi país: lo primero que hacían era mantener a una señorita, alquilar un piso y regalarle un perrito que era una monada. «¡Qué señoras más guapas!», solía decirme. Siempre aligera un poco pensar que hay pequeños canallas más considerables. [...]


Tan pronto como la moneda perdió el valor, empezó el alza de precios. [...]

Berlín, ciudad burguesa, nórdica, confortable, que llevaba decenios nadando en una próspera abundancia, era un inmenso depósito de objetos evaluables. [...] En Berlín, dejaron de abundar las tiendas. Aparecieron los racionamientos, las largas colas para comprar un pedazo de pan moreno o un trozo de vianda. Estas colas, vistas sobre la perspectiva de la nieve invernal —de aquel invierno sin fuego, ni brasa, ni humo—, son cosas que no pueden ser descritas por poco respeto que la dignidad humana produzca en la propia sensibilidad.

Se puso a prueba la fuerza de la especie humana, la cual es enorme, ciertamente, pero cuyo límite es muy inferior a la hipérbole de la fraseología optimista. La candela quemaba boca abajo. [...] De pronto, los periódicos empezaron a publicar noticias sobre los adolescentes que se suicidaban.»

*

Capítulo 021. Mokum letal.

Durante siglos Amsterdam fue refugio (mokum) de los judíos europeos. Venían del Este, los llamados asquenazíes, o del sur, los sefardíes. La familia Herscovitz o Herscovici debe de ser asquenazí. En el mokum se hablaba una lengua producto de la mezcla de las nacionalidades: el bargoens. En el bargoens había palabras del yiddish, del holandés y de las lenguas magiares. La palabra melic («ombligo» en castellano) significa «barriga» en bargoens: también los nómadas magiares habían pasado por Cataluña... El bargoens puede compararse al lunfardo argentino, producto, igualmente, de la convivencia de emigrantes en un nuevo entorno. El hecho de que una gran parte de la población judía se sintiera segura en Amsterdam fue, paradójicamente, la razón por la que el exterminio fue aún mayor en Holanda que en los otros países europeos ocupados. En los años previos a la invasión alemana, la población judía había aumentado. La letal llamada del mokum.