Mostrando entradas con la etiqueta Xavier Pericay. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Xavier Pericay. Mostrar todas las entradas

Escuchar la voz de Agustí Calvet, ‘Gaziel’



Leer atentamente el siguiente fragmento —extraído de una carta del periodista Agustí Calvet, Gaziel, datada en París el 5 de diciembre de 1938 y dirigida a un amigo residente en la España nacional— y, una vez leído, aplicarlo a la situación presente y sacar, sin apriorismo alguno, las oportunas lecciones —o, al menos, intentarlo—:

“Nosotros, los cincuentones de hoy, teníamos del mundo un concepto totalmente equivocado, fruto de la época excepcionalmente favorable en que nos tocó por fortuna nacer y vivir largos años. Formados en medio de un remanso o rellano delicioso, que fue el periodo comprendido entre la guerra franco-prusiana de 1870 y la guerra mundial de 1914 (periodo de bienestar extraordinario, que para España se prolongó, en virtud de su alejamiento de Europa, hasta 1923), sacamos del mundo la falsa impresión de que era una especie de paraíso gratuito. Por eso ahora, al verlo y sufrirlo tal como es, tal como ha sido y probablemente será siempre, a muchos de nosotros nos hace el efecto, falso también, de que nos han estafado algo. Y por eso no hacemos más que mirar atrás y tendemos a retroceder a lo de antes. Hay que curarse, de una vez para siempre, de esa tendencia malsana. No sólo no nos han estafado nada, sino que en realidad nos dieron mucho más de lo normal: como fuimos unos privilegiados, al quitarnos ahora el privilegio y encontrarnos con que nos dan lo que al común de los mortales se ha dado siempre, en todas partes y en todos los tiempos, nos parece que nos defraudan. Es un error. Y en cuanto a lo de antes, hemos de recordarlo como se recuerda un paraíso perdido: no desesperados de vernos privados de él para siempre jamás, sino reconocidos de haberlo podido gozar al menos largo tiempo. Yo, al menos, lo veo y lo creo sinceramente así”. 


Xavier Pericay (Barcelona, 1956)  es escritor. Actualmente, da clases de periodismo en el Centro de Enseñanza Superior Alberta Giménez, adscrito a la Universidad de las Islas Baleares, y colabora de forma regular en el diario Abc. Su web, aquí  

Aly Herscovitz. Cenizas en la vida europea de Josep Pla (II)

Capítulo 028. Los trenes de la muerte de Iasi.

Lo cuenta Marcu Rozen en su libro Holocaustul sub guvernarea Antonescu, cortesía del genetista y presidente de la Asociación de Judíos Rumanos Víctimas del Holocausto Liviu Beris.

«En toda Europa los judíos fueron exterminados con distintos métodos: cámaras de gas, fusilamientos, hambre, etc. Pero su embarque en vagones herméticamente cerrados (...) y su asesinato por asfixia y deshidratación fueron utilizados sólo en Rumanía».

En el verano de 1941 corrieron esa suerte unos 5.000 judíos de Iasi. Después del bestial pogromo de los días 27 y 28 de junio algunos de los supervivientes fueron hacinados en trenes de ganado cerrados herméticamente en dirección a Podu Ilioaiei y Calarasi. Es el testimonio del ingeniero Iancu Tucherman, superviviente.

«A mí me subieron a un vagón en el que íbamos 137 personas (...) En el suelo había una capa de estiércol de cuadra, sobre el que habían esparcido polvo de cal viva. Viendo que las pequeñas ventanas del vagón estaban abiertas hacia el interior, un trabajador de la estación (...) cogió una escalera y las cerró desde fuera (...) El tren se puso en marcha. El estiércol y la cal viva empezaron a exhalar mucho calor (...) Estábamos en pleno verano y el calor se hizo insoportable. Sin aire, sin agua, después de la primera media hora tuvimos la primera víctima.»

«De sed, muchos comenzaron a beberse su propia orina; otros se volvían locos tirándose contra sus compañeros, buscando de un extremo a otro del vagón con desesperación y delirio una gota de agua o una bocanada de aire. Ya no nos dábamos cuenta de quién era un cadáver y quién no. Después de nueve horas de tortura (...) el tren paró en la estación de Podul Ilioaiei. Las puertas del vagón se abrieron. Del mío bajamos sólo ocho supervivientes. El resto, 129, habían muerto sofocados y deshidratados.»

Los escasos supervivientes de los trenes de la muerte, prosigue Rozen, fueron internados en campos de concentración de Calarasi y Podul Ilioaiei, y sólo después de seis meses pudieron regresar a sus casas. Según la investigación judicial el pogromo y los trenes de la muerte se cobraron en Iasi cerca de 8.000 vidas. En la exposición sobre el Holocausto rumano de una de las sinagogas de Bucarest existen algunas listas de exterminados en los trenes. Aparecen algunos Herscovici.

*
Capítulo 033. Paul Léautaud, 17 de julio de 1942 (Vel d'Hiv).
Viernes 17 de julio - ¿Hago bien apostando por la victoria de los Ocupantes?¿Cuándo los veo entregados a esos secuestros, a esos traslados masivos? si son vencedores en todos los sentidos, ¿a qué excesos de fuerza no se entregarán tal vez? El exceso de desorden, de escándalos a la luz del día o a escondidas, de tendencias demagógicas en discursos o en actos, de falta de sentido moral en los escritores, en los que se llama hoy en día el ancien régime, todo lo que uno puede imaginarse que volvería, y quizá acrecentado, en caso de victoria de los otros, hacen que nos inclinemos de su lado. ¡Pero cuánto desconocimiento hay! Lo digo a menudo: ¿cuántos franceses se dan perfecta cuenta de la situación de Francia, presente y futura, sin contar con lo que se ignora, sin contar con lo inesperado posible? Cuando el pensamiento se detienen en esa guerra de 1939, en sus causas, sus efectos presentes, sus continuaciones posibles: políticas, sociales, económicas, - un acontecimiento considerable.

*

Capítulo 036. Victor Klemperer, 18 de julio de 1942.

Eva tuvo ayer una especie de ataque gripal con algo de fie­bre. Por la tarde se acostó y hoy, durante el desayuno, se ha quedado en la cama. Después ha tenido que ir a la ciudad, aquí no había nada de comer para ella. En lugar de sentir compasión, ayer sólo me obsesionaba una cosa: si hoy esta­ría en condiciones de levantarse. Esta mañana ya no tenía fiebre, sólo estaba molida: la caminata no le ha sentado mal, y esto es lo único bueno que puedo consignar sobre el día de hoy. La escasez de comida ha llegado a un punto álgido, no sabemos a quién mendigar, no sabemos cómo remontar la semana que viene. Eva también está en muy mala situación, no tiene cupones de grasas ni de pan, y, entre las doce y la una, el “plato único” está reservado para «los que trabajan». Los dos estamos pasando un hambre terrible.

Una tarjeta de Trude Scherk: el estado de Grete ha em­peorado, no saldrá ya del hospital; eso es, en cualquier caso, lo que le ha dicho a ella Anny Klemperer (que a mí ya no me escribe), puesto que ella, Trude, ya no logra recorrer el camino hasta el hospital: ¡dos horas y media a pie! No puedo desear a Grete nada mejor que una pronta salida de este mundo. Los Marckwald me dieron el jueves pasado una bolsa de patatas, diciendo que seguramente ya no eran co­mestibles. Efectivamente, olían muy mal y estaban repug­nantemente húmedas. Pese a ello hoy he cepillado y hervido como la mitad de las que traje, las que todavía estaban un poco enteras. Y de algunas, en efecto, se han podido comer algunos trozos. Repugnante. Hoy todo el día en faenas do­mésticas, también, para aliviar un poco a Eva, he fregado la escalera.

Por la mañana he leído las Memorias de Siemens.

Por la tarde, Steinitz aquí. De pronto muy envejecido, muy deprimido. Me previno otra vez contra Seliksohn; dice que todos tienen el mismo juicio negativo sobre él. (Pero nadie dice qué fechorías ha cometido o piensan que ha cometido.)
*
Capítulo 038. Sebastian, Tricolorul, Manea.

Ştefanescu, Popovici articulated in very specific terms the real import of the "Sebastian revelations":
The issue is the participation of some of our great spirits (Eliade, Noica, Cioran) in the extreme right wing movement . If Mr . Ştefanescu has read these authors — and I don't doubt that he has, if he considers them representative for our culture—and I suspect that he does, if when he read them he identified with them spiritually at least in part, if he admits that they left their mark through their oeuvre upon us, then the shame of which I was speaking . . . "extends in truth over a whole period our culture and national history, and its shadow casts itself upon you also."

Aly Herscovitz. Cenizas en la vida europea de Josep Pla

Capítulo 006. El viaje a Alemania.

El viaje a Alemania, Cartas de la Alemania comunista, a propósito de Leipzig en la época comunista (1968):

“Un ciudad sin tiendas en las calle es un cementerio desamortizado, marginal, obsesionado. El hombre o la mujer que no puede comprar las cosas que apetece donde le da la gana, es un ser empequeñecido, un desgraciado”.

“No hay que olvidar nunca que el comunismo, como doctrina que quiere imponerse, está basado en la práctica, en el cinismo más puro y premeditado. Esto no es ninguna crítica. Es la realidad misma”.

“…el marxismo-leninismo que los comunistas emplean en su conversación, es puramente el más recreativo…para primarios e ignorantes que es lo que somos la inmensa mayoría de personas que formamos parte del género humano”.

“Cuando las cosas son sencillas, tienden a enrevesarlas: cuando son ininteligibles las simplifican con una facilidad que llega a la desfachatez”.

“Ahora estamos en la minifalda que es una situación muy buena, entre otras razones, porque la minifalda ha demostrado que hay muchas mujeres que tienen la rodilla más bella que la cara, lo cual nos ha desplazado de la monotonía, que ya convenía. La minifalda me hacía augurar pues, en Sajonia, algún resultado positivo. La desilusión, sin embargo, fue completa. En esta República (RDA) no se practica la microfalda y todo es larguísimo. Las escasísimas señoritas que encontré en trance de acortamiento de faldas, no llegaban a la rodilla. Fue literalmente horrible y de buena gana hubiera protestado”.

“He tratado de dar, a la transcripción literaria de estos pasos, un aire de frivolidad”.

“La feria de la ciudad se terminará…Leipzig entrará en su vida habitual, en su normalidad: se convertirá en una vasta concentración humana mortecina, triste, con una depresión inmensa, inenarrable”.

“Los comunistas creen que hay dos clases de economías, la buena y la mala, la comunista y la capitalista. Sin embargo, no hay más que una clase que en definitiva consiste en trabajar, producir, vender y ganar dinero. Todo lo demás son anécdotas”.

“Estas cosas – el consumo, la confección – son inseparables de la libertad de comercio y de la iniciativa individual”.

“No se olvide que la presencia de la Alemania oriental en el sistema del comunismo representa la entrada en este mundo del primer país realmente moderno, europeo e íntegramente civilizado”.

“Por mi oficio periodístico he tenido que leer muchas constituciones…he leído la de la República Democrática Alemana…Es una constitución escrita con un ímpetu idealista, muy bien presentada, tan bien presentada que acaba por ser ligeramente aburrida, irreal. Se parte de la existencia de hechos previos, sublimes, incontrovertibles, eternos, pero en la práctica se implanta inmediatamente el monolitismo del partido, la política es llevada a los últimos detalles de la simple conveniencia de la clase que manda; la crítica es considerada peligrosa aun formulada por los colegas de mejor buena fe; se implanta la economía nueva aunque produzca dolores infinitos”.

“Los alemanes fueron unos hitlerianos perfectos. En Occidente, ahora, son unos demócratas indiscutibles. En el Este, los comunistas son considerados de excelente categoría. A veces uno llega a sospechar si en el mundo comunista los únicos comunistas de verdad sin los alemanes que lo son. Es el temperamento. Los alemanes tienen un temperamento que a veces les da disgustos muy serios”.

“El partido comunista de la República Democrática Alemana ha convertido esta superficie del germanismo en una jaula hermética…la jaula es completa, sobre todo por lo que hace referencia a los alemanes de la República federal, considerados auténticos enemigos…Los alemanes de Bonn pueden entrar y salir de Rusia, de Polonia, de Checoslovaquia,…perfectamente y negociar con ellos…En el único país que no pueden entrar es en la Alemania oriental, si no hay un cadáver legalizado y previo”.

“La teoría de la jaula como método para cambiar la mentalidad de la ciudadanía…creo daría algún resultado si viviéramos tres o cuatro siglos atrás…Pero en la época que vivimos, tan rápida, con tantas comunicaciones, con un sistema de relaciones comerciales basadas en el hecho de que todo el mundo necesita, ¿será posible cambiar de signo político una naturaleza apasionada y voraz, por una naturaleza virtuosa, inerte, obediente y fiel a lo que dicen dos o tres libros que tan poco gente ha leído?...A la gente no le gusta lo que tiene…sino lo que no tiene…Cuando yo felicitaba a los alemanes del Este de vivir en un país en que se había instaurado la justicia y que la explotación del hombre por el hombre se había felizmente terminado, me contestaron que la justicia es algo muy relativo, que ahora les explotaba el estado de una manera implacable y fría, que lo que les interesaba realmente era tener automóvil, nevera, cigarrillos y, de tarde en tarde, alguna señorita”.

“Los comunistas alemanes…Con uno de ellos discutí…la cuestión de la frontera occidental del país…Le dije que no comprendía la existencia de una frontera tan peligrosa y tan rígida. Añadí que la tendencia a convertir un país en una jaula hermética e infranqueable sólo podía explicarse por la necesidad de crear una generación comunista ortodoxa basada en la modificación del espíritu a través del lavado del cerebro…

-Algo hay de esto, en efecto –me contestó- No puede negarse. Pero no creo que pueda prescindirse, en este asunto, de otro factor de gran peso y es que si la frontera hubiera sido normal hubiera huido de este país una cantidad de gente desorbitada”.

“¿Cómo es posible que los trabajadores, que constituyen el humus de donde salen habitualmente los comunistas, tengan estas casas abandonadas?

-Las casas – contestó mi interlocutor – han sido colectivizadas. Los antiguos propietarios desaparecieron, prácticamente, en la vorágine. Las casas son de propiedad colectiva de la ciudad. Antes, el que las alquilaba tenía que pagar el alquilar al propietario. Ahora tienen que pagar un alquiler mucho más módico a la ciudad. Algunos lo pagan, otros menos, otros nada…los ocupantes tenían visiblemente más interés en sus casas cuando pagaban el alquiler que ahora que son de la colectividad. De las casas se ocupan los burócratas…

¿Sabe usted lo que es un comunista auténtico?

-He leído tantas definiciones que no puedo salir, francamente, de la perplejidad. (Pla)

-El comunista auténtico es el hombre que trabaja por sus hijos y por la colectividad y que personalmente no quiere ni desea absolutamente nada.

-La definición no está mal. Pero, ¿Conoce usted alguna persona que no desee ni quiera absolutamente nada?

-Hay preguntas que no pueden contestarse”.


“…me recuerda una observación que oí un día formular a un amigo mío, médico de profesión, que ha vivido largos años en Rusia, según el cual, la URSS produce centenares y centenares de millones de toneladas de acero y en Moscú es muy difícil comprar un clavo para plantar en la pared y colgar en él el abrigo o la americana”.

*

Capítulo 012. El realquilado de la peluquera.

 «La cama alemana es absolutamente original. La cama es una plataforma sobre la cual hay un somier y el colchón, con la particularidad de que estos dos elementos forman una unidad caracterizada por el hecho de que la cabecera del artefacto forma un ligero plano inclinado. El somier-colchón tiene, pues, dos momentos; en la parte del tronco forma un plano inclinado; en la de los pies, es horizontal. En este sentido se puede afirmar que la cama alemana es el precedente de la cama de clínica, que es una cama que girando un manubrio se parte por la mitad y la cabecera puede levantarse. Por otra parte, esta cama no contiene más que estos elementos: el somier-colchón sobre el que hay una sábana y el edredón encima con el que uno se abriga cuando se sabe utilizar positivamente. Acostumbrados como estamos a dormir en una cápsula cerrada por todos los lados menos por el embozo de la sábana, dormir bajo un edredón de pluma muy ligero, completamente libre y de una movilidad facilísima hace que si uno no lo sabe utilizar se quede sobre la cama sin abrigo muy fácilmente. Para dormir bien en una cama alemana hay que tener el bachillerato del edredón, es decir, hay que saber embutirse en las morbideces delicadas del plumaje. En realidad es una reminiscencia de la piel del bosque con la que la gente se envolvía para dormir estableciendo un contacto directo y personal. El cojín alemán suele ser cuadrado, grande y plano y se pone sobre el plano inclinado que forma la cabecera del somier-colchón. En la cama del germanismo se duerme así, con el tronco del cuerpo necesariamente levantado. Habituarse a este levantamiento obligado, cuando la costumbre es la horizontalidad, es un poco difícil y a veces largo. Puede ayudar el saber hacer coincidir el punto de unión de las dos partes del cuerpo (el tronco y las extremidades) con el ángulo obtuso que forma la superficie de la plataforma. Cuando se sabe adaptar el edredón al cuerpo el hecho es un hallazgo.»

*

Capítulo 013. Una vidilla.

Eugeni Xammar, La Veu de Catalunya, 20 de enero de 1923:

“Ayer domingo, día de luto nacional: manifestaciones de protesta contra la ocupación de la cuenca del Ruhr por el ejército francés. En Berlín las fuerzas protestatarias se han dividido. El Partido Socialista ha dicho que no quería ningún tipo de contacto con los monárquicos y antisemitas, y ha protestado por cuenta propia. Quince mítines con una gran afluencia de público y un orden perfecto, puesto que los socialistas son el único partido de orden que existe hoy por hoy en Alemania. Los comunistas también han protestado: contra la ocupación de la cuenca del Ruhr, contra el capitalismo francés y alemán, y contra todo y todos. La salvación —dijo uno de los oradores— debe venirnos de Rusia. Estos comunistas son unos bromistas consumados”.

“Nosotros, con el debido respeto al Morgen Post, miramos las cosas desde otro ángulo. Y mientras haya alemanes que crean que la ocupación de la cuenca del Ruhr por el ejército francés es un motivo suficiente para perseguir extranjeros por las calles de Berlín, nos parece muy bien que haya alemanes capaces de ir a ver, en día de luto nacional, Tienes una boca que da gusto o Casado con tu mujer. Es necesario que se cumpla la ley de las compensaciones”.

*

Capítulo 017. El Berlín canalla. Un rufianismo fundamental (I).

Josep Pla. Notas dispersas:

«El marco no cesaba de bajar, de forma implacable. Antes de comer, cambiaba el billetito; cuando acababa los marcos, volvía a cambiar. Había casas que no cerraban nunca... Mientras, frecuentábamos el restaurante que más nos apetecía, pedíamos una botella de vino del Rin, enviábamos tres o cuatro violetas —dos reales de violetas— a la puta más descarada. A veces cogíamos unos trenes magníficos, tan pronto estábamos en Breslau como en Bonn, en Múnich como en Hamburgo, en Stettin como en Chemnitz. Vi entonces una enorme cantidad de museos, de catedrales, de universidades, de célebres lugares, de monumentos históricos, de sitios de recreo con señores gordos y bien vestidos, señoritas de la prostitución, importantísimos pederastas, la casa de Kant en Koenigsberg, la de Schiller en Yena, el convento de Lutero en Erfurt, conciertos memorables, bailes impelentes, luces fastuosas. Tuve la impresión de vivir durante una temporada, no precisamente corta, en un mundo de puros criminales, en el que yo hacía un papel absolutamente modesto e insignificante, pero levemente teñido de un rufianismo fundamental.


Berlín llegó a tener un aspecto muy brillante. Era la capital del país que había perdido la guerra, pero parecía la del país que la había ganado. [...] Llegó un momento en que todo se subastaba. Cuando se necesitó la módica suma de un millón de marcos para comprar un dólar, se produjo como una especie de locura general —entre los extranjeros, sobre todo—. La prostitución fue en franco aumento, al igual que la inversión femenina... Vi llegar a algunos aventureros de mi país: lo primero que hacían era mantener a una señorita, alquilar un piso y regalarle un perrito que era una monada. «¡Qué señoras más guapas!», solía decirme. Siempre aligera un poco pensar que hay pequeños canallas más considerables. [...]


Tan pronto como la moneda perdió el valor, empezó el alza de precios. [...]

Berlín, ciudad burguesa, nórdica, confortable, que llevaba decenios nadando en una próspera abundancia, era un inmenso depósito de objetos evaluables. [...] En Berlín, dejaron de abundar las tiendas. Aparecieron los racionamientos, las largas colas para comprar un pedazo de pan moreno o un trozo de vianda. Estas colas, vistas sobre la perspectiva de la nieve invernal —de aquel invierno sin fuego, ni brasa, ni humo—, son cosas que no pueden ser descritas por poco respeto que la dignidad humana produzca en la propia sensibilidad.

Se puso a prueba la fuerza de la especie humana, la cual es enorme, ciertamente, pero cuyo límite es muy inferior a la hipérbole de la fraseología optimista. La candela quemaba boca abajo. [...] De pronto, los periódicos empezaron a publicar noticias sobre los adolescentes que se suicidaban.»

*

Capítulo 021. Mokum letal.

Durante siglos Amsterdam fue refugio (mokum) de los judíos europeos. Venían del Este, los llamados asquenazíes, o del sur, los sefardíes. La familia Herscovitz o Herscovici debe de ser asquenazí. En el mokum se hablaba una lengua producto de la mezcla de las nacionalidades: el bargoens. En el bargoens había palabras del yiddish, del holandés y de las lenguas magiares. La palabra melic («ombligo» en castellano) significa «barriga» en bargoens: también los nómadas magiares habían pasado por Cataluña... El bargoens puede compararse al lunfardo argentino, producto, igualmente, de la convivencia de emigrantes en un nuevo entorno. El hecho de que una gran parte de la población judía se sintiera segura en Amsterdam fue, paradójicamente, la razón por la que el exterminio fue aún mayor en Holanda que en los otros países europeos ocupados. En los años previos a la invasión alemana, la población judía había aumentado. La letal llamada del mokum.