Qué hacemos con los islamistas. Jordi Pérez Colomé


Pero hoy estamos así. No hay ninguna gran opción sobre la mesa. Ni hace unos meses ni ahora: quien apoye lo que había antes debe pensar en si le resulta aceptable lo que ocurre en Siria, donde el antiguo régimen resiste al precio que sea. Cada cual debe decidir entre dos opciones: una, apoyar la democracia, admitir la victoria islamista y luchar contra las ideas antiliberales que propongan en el Parlamento, o dos, maniobrar para que el mariscal Tantawi se convierta en un nuevo Mubarak y siga la represión.

Quien apoye la democracia debe ser consciente de que puede acabar con Egipto convertido en Irán. Quien defienda la represión debe saber que puede convertir a Egipto en China. Son dos alternativas teóricas, lejos de la realidad: Egipto no es Irán ni estamos en 1979, pero hay que admitir todas las opciones; mejor ser conscientes ahora. Yo prefiero el riesgo de apoyar la democracia. Quince millones de egipcios son difíciles de esconder. Sus creencias llevan décadas en la sombra: mejor ya discutirlas a la luz.


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