Más que viga, clave de bóveda por Arcadi Espada

Espada sobre la razón y la verdad. Centrándose en Jonathan Haidt.

Arnold Kling también escribe sobre Jonathan Haidt.


Destaco:

La cuestión es que fuimos retóricamente entrenados por la selección natural para que nuestros argumentos ganaran la batalla dialéctica antes que para encontrar la verdad.

Pero la verdad tiene esperanzas: cuando nos aplicamos a la crítica de los textos de los demás y no estamos enzarzados en ningún combate tertuliano, nuestro pensamiento puede recuperar la objetividad. He aquí la explicación en un fragmento de un artículo citado por Jonathan Haidt: «...Demuestra que, contrariamente a las lóbregas valoraciones respecto a la capacidad humana de razonar, la gente es bastante capaz de razonar de forma no distorsionada cuando está evaluando argumentos en vez de produciéndolos y cuando persigue la verdad en vez de ganar un debate.»



COMENTARIO:

La cuestión es que fuimos retóricamente entrenados por la selección natural para que nuestros argumentos ganaran la batalla dialéctica antes que para encontrar la verdad. Hay unos interesantísimos apuntes sobre el sesgo de confirmación en esta magna conferencia que pronunció Jonathan Haidt en la kermesse moral de Edge.

Pero la verdad tiene esperanzas: cuando nos aplicamos a la crítica de los textos de los demás y no estamos enzarzados en ningún combate tertuliano, nuestro pensamiento puede recuperar la objetividad. He aquí la explicación en un fragmento de un artículo citado por Jonathan Haidt:

«Incluso desde un punto de vista estrictamente epistemológico, la teoría argumentativa del razonamiento no dibuja un paisaje completamente descorazonador. Afirma que existe una asimetría entre la producción de argumentos, que implica una distorsión intrínseca a favor de las opiniones o decisiones del que argumenta, sea cual sea su sensatez, y la evaluación de los argumentos, cuyo objetivo es diferenciar los buenos argumentos de los malos y por tanto la información genuina de la desinformación. Esta asimetría queda a menudo oculta en una situación de debate (o en una situación donde un debate es anticipado). La gente que tiene una opinión que defender no evalúa realmente los argumentos de sus interlocutores en búsqueda de la información genuina, sino que los considera desde el principio contraargumentos que reprochar. Además, como demuestran las pruebas vistas en la sección 2, a la gente se le da bien valorar argumentos, y es bastante capaz de hacerlo sin distorsiones, siempre y cuando no tenga una particular vendetta. Los experimentos de razonamiento en grupo, en los que los participantes comparten un interés por descubrir la respuesta correcta, se ha demostrado que la verdad gana (Laughlin & Ellis, 1986; Moshman & Geil, 1998). Aunque los participantes en experimentos de tareas colectivas producen típicamente argumentos a favor de una variedad de hipótesis que en su mayoría son falsas, coinciden en reconocer argumentos sensatos. Cuando estas tareas tienen una solución válida demostrable, la verdad gana. Si generalizamos a otros problemas que no tienen una solución probable, debemos esperar, si no necesariamente la verdad, que ganen los buenos argumentos (y hemos visto en la prueba de la sección 2 que ése es en efecto el caso). Esto puede sonar trivial, pero no lo es. Demuestra que, contrariamente a las lóbregas valoraciones respecto a la capacidad humana de razonar, la gente es bastante capaz de razonar de forma no distorsionada cuando está evaluando argumentos en vez de produciéndolos y cuando persigue la verdad en vez de ganar un debate.»

Es decir, que la viga en el ojo ajeno existe. Me produce una gran tranquilidad.

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Ocioso, el delegado Lorente va a abrir un taller en Madrid. Espero que me pague con generosidad esta primera contribución.

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