Artículo de Domínguez sobre terrorismo y justicia.
Destaco:
Memoria, verdad y justicia son las reclamaciones que enarbolan las asociaciones de víctimas.
Justicia porque la democracia y la libertad son inseparables de la aplicación de la ley y porque no cabe la impunidad. La verdad, para conocer quiénes han sido los culpables porque, como declaró José Múgica, actual presidente de Uruguay, "la verdad es la forma superior de castigo para los que son responsables de los atropellos". Y la memoria, para mantener vivo el recuerdo de las víctimas como vacuna frente a futuras tentaciones de volver a la violencia.
ARTÍCULO:
La Policía vasca, que dirige el consejero Rodolfo Ares, se apuntó ayer un éxito al capturar al presunto autor material del asesinato de Joseba Pagazaurtundua, jefe de la policía municipal de Andoain y militante socialista. Siete años y seis meses después del crimen, la maquinaria policial y judicial esclarece un atentado terrorista que parecía estar destinado a quedar impune.
Los familiares de Joseba tendrán ahora la oportunidad de ver cómo se hace justicia, último paso que necesitan las víctimas del terrorismo para cerrar definitivamente el duelo y casi también la única satisfacción que les queda después de la pérdida del ser querido. Evitar la impunidad es importante cara a los terroristas, a los que se hace llegar el mensaje de que, tarde o temprano, tendrán que pagar con arreglo a la ley por lo que han hecho. Es también un mensaje que reciben agradecidas las víctimas, para las que la justicia es una de las principales reivindicaciones. Memoria, verdad y justicia son las reclamaciones que enarbolan las asociaciones de víctimas.
Justicia porque la democracia y la libertad son inseparables de la aplicación de la ley y porque no cabe la impunidad. La verdad, para conocer quiénes han sido los culpables porque, como declaró José Múgica, actual presidente de Uruguay, "la verdad es la forma superior de castigo para los que son responsables de los atropellos". Y la memoria, para mantener vivo el recuerdo de las víctimas como vacuna frente a futuras tentaciones de volver a la violencia.
En fecha reciente, representantes de las diversas asociaciones de víctimas se han reunido con el presidente de la Audiencia Nacional y el ministro de Justicia para mostrarles su preocupación por los asesinatos terroristas que están sin esclarecer y la posibilidad de que terminen definitivamente archivados o prescriba el delito. Las dos autoridades se han mostrado sensibles con las demandas de las víctimas y han adoptado medidas para evaluar cuántos sumarios hay en esas circunstancias.
Un examen somero de los 48 atentados con víctimas mortales cometidos desde el año 2000 hasta el momento actual, en los que hay 58 personas asesinadas, permite comprobar que hay ocho atentados –con once víctimas– de los que se desconoce, policial o judicialmente, quién los cometió. Sus sumarios están como estaba hasta ayer el de Joseba Pagazaurtundua, esperando que el trabajo de los investigadores permita un día poner nombre y apellidos a los asesinos.
Las modernas técnicas de investigación basadas en el análisis del ADN abren nuevas posibilidades. En poco tiempo han permitido esclarecer el asesinato de Pagazaurtundua e identificar a algunos de los etarras implicados en la muerte del policía francés asesinado en marzo o de los dos guardias civiles de Capbreton. Pero no siempre existe ese recurso. En otros muchos casos sólo queda el trabajo policial de siempre acompañado, si es posible, de algo de suerte.
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