Entrevista a Fernando Aramburu. Luis Prados


P. ¿La Iglesia es responsable de lo que vino después?

R. La responsabilidad de la Iglesia es grande. Hay una tarea de esclarecimiento y de explicación por hacer. La Iglesia tiene una pregunta pendiente que aún no ha respondido, la de su implicación en la ideologización de unos jóvenes que acabarían empuñando las armas.

P. ¿Cómo eran los sicarios, como se dice aquí en México, de ETA?

R. Había dos tipos diferenciados. El primero es el independentista de casa, al que su familia alienta el odio hacia lo español desde pequeño y está imbuido de la idea de que el pueblo vasco es una víctima. Pero hay otro tipo de sicario que es el inmigrante o hijo de inmigrante que trata de integrarse mediante la militancia. Hay muchos de estos: basta con ver la nómina de ETA.

P. La novela transcurre en la San Sebastián de los años 60. ¿Cómo era la ciudad entonces?

R. En aquellos años quienes vivíamos en San Sebastián teníamos la ventaja de que en media hora estabas al otro lado de la frontera y podías comprar libros, prensa o música prohibida en España. Era una ciudad con orgullo cosmopolita que mantuvo el festival de cine, inauguró el de jazz... Tenía el deseo de ocupar un lugar en el planeta. Luego esto se perdió, sobre todo en la década 1977-1987, y el nacionalismo tuvo una responsabilidad en esa pérdida.

Leer entrevista completa en El País.


Fuente: Juan Abreu.

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