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Sé que no voy a regresar a Cuba... Mario Alegre Barrios

Desde Pinar del Río a Santa Clara, con La Habana como centro, conocí una Cuba triste, con una melancolía perpetua, una Cuba dominada por la desesperanza y la rabia, agobiada por las estrecheces y la certeza de que las cosas no mejorarán.

Si hay otra Cuba, sinceramente no la vi, no la encontré, a pesar de lo que me gritan algunas buenas conciencias, indignadas porque he escrito, no lo que me contaron, sino lo que vi, lo que escuché, lo que respiré, lo que sentí.


Con todo respeto, yo no lo lamento. Ni mis textos ni su lamento. Aquí lo único para lamentar es la tragedia perpetua de la inmensa mayoría de los cubanos, su orfandad de un proyecto coherente de futuro y el silencio de un gobierno que parece no tener respuestas. O quizá sí las tiene, solo que a quienes están con el régimen no les gustan.



Entrevista a Óscar Elías Biscet. Mario Alegre Barrios

Y comenzó a ser perseguido…

Sí, y apresado. Estuve en la cárcel muchas veces, pero por periodos cortos, hasta que llegó mi detención en el 2002, cuando me golpearon y me fracturaron un pie. Estuve mucho tiempo sin juicio. Los cargos que tenía no eran tan graves y pude haber salido en libertad en unos 3 años, pero entonces me consideraron como parte del grupo de los 75 y me“ajustaron” la condena a 25 años, según ellos, por trabajar para una potencia extranjera, cuando mi labor era realmente luchar por los derechos humanos. Ahora mismo, el hecho de que esté hablando contigo podría bastar para que me volvieran a detener y acusarme de que estoy reunido con alguien de un servicio del extranjero… pero no me preocupa, ya estoy maduro en esta causa…

¿Cómo recuerda los últimos ocho años?

Me maltrataron bastante, me torturaron. Una de las torturas usadas en las cárceles cubanas son los solitarios en unos calabozos minúsculos, totalmente aislados y oscuros. Ahí me tuvieron una vez durante cinco meses ininterrumpidos, sin salir ni un segundo. Ahí mismo hacia mis necesidades, junto al agua que bebía y los pocos alimentos que recibía una vez al día, apenas para mantenerme con vida.

¿A qué otro tipo de tortura lo sometieron?

Me encerraron con enfermos mentales a quienes privaban de sus medicamentos y más desquiciados se ponían ahí. Se sabía que había casos en los que estos enfermos asesinaban al que estaba con ellos mientras dormía. Lo recuerdo ahora y sigue siendo como una pesadilla. También eran comunes los casos de hombres esposados de pies y manos, tirados boca abajo en el piso durante 24 y 48 horas continúas… y las descargas eléctricas en los genitales.

¿Cómo es ahora su lucha, cuando seguramente está más vigilado que antes?

Estoy en una fase de recuperación, tanto física como sicológica. Me excarcelaron el 12 de marzo y tuve que operarme la boca porque en prisión se me cayeron todos los dientes. No obstante, me he dedicado a comenzar a reestructurar la lucha para seguir en esto. Sé que me juego la vida, pero eso es lo que he hecho desde hace más de 20 años. Aquí quizás el gobierno no te dé dos tiros en la calle, pero sí te prepara un accidente fatal. Recuerda que esto es un régimen totalitario, como el Hitler, como el de Stalin.



Conversación con Berta Soler, portavoz de las Damas de Blanco. Mario Alegre Barrios

¿Cuál es la situación actual de las Damas de Blanco?

Nosotros nos agrupamos en el 2003 por un mismo dolor, muchas sin conocernos, para alzar nuestras voces pacíficamente por los 74 hombres y una mujer que fueron apresados por motivos políticos en la “Primavera Negra” de ese año. En el 2008 miramos un poco más allá y decidimos abogar no solamente por la libertad de estos hombres, sino también por la libertad de todos los presos políticos pacíficos y, si no eran pacíficos, sí procurar por que el Gobierno respetase sus derechos fundamentales…

Una vez se cumplió con la liberación del grupo de los 75, ¿qué pasa con las Damas de Blanco?

Hay que aclarar que ellos no están en libertad: fueron excarcelados, pero no están en libertad en el sentido más preciso del término porque pueden volver a ser detenidos porque la causa sigue abierta. Ellos caminan por las calles pero no son hombres libres. La libertad no puede estar condicionada porque entonces no lo es. Cuando fueron excarcelados, nos pronunciamos y dijimos que nuestra lucha iba a continuar por todos los presos políticos, decisión tomada en realidad desde el 2008. Todavía deben quedar unos sesenta de ellos.

¿Qué tan importante es para la causa de las Damas de Blanco el apoyo de la comunidad internacional?

Mucho. Hasta hace unos años, esa comunidad miraba para otro lado cuando la oposición en Cuba necesitaba su solidaridad. En la medida de que el resto del mundo sepa lo que sucede en Cuba y se pronuncie en contra de esta dictadura con hechos concretos, ayudará a la causa, porque el Gobierno está asfixiado y necesita estar de buenas con los otros países. Por ejemplo, afuera se sabía que desde el 2003 aquí había un grupo de mujeres que marchaban pacíficamente con un gladiolo en la mano pero se desconocía realmente la razón. Ahora ya se sabe y las agresiones de las que somos objeto tienen difusión internacional. Eso sin duda ayuda a que el Gobierno sea más cauteloso en la represión. Esa ventana que se ha abierto al mundo permite que se conozca lo que hace este Estado totalitario, dictatorial, intransigente, capaz de golpear, insultar y denigrar a un grupo de mujeres que no hace otra cosa que pedir justicia y libertad de manera pacífica. La divulgación ayuda mucho. Si no se divulga no se conoce…



Entrevista a Guillermo Fariñas. Mario Alegre Barrios


¿Cuál fue el punto de ruptura con el régimen, luego de haber estado de su parte tanto tiempo y dar ese viraje de 180 grados en sus lealtades?

No creo que haya sido una sola razón. Fueron varios los hechos que se fueron acumulando. Por una parte el asombro. En el 80 era un joven y me reclutaron para llenar las guaguas con toda la gente que llegaba a La Habana por tren para irse del país a través de la embajada de Perú. ¡Yo nunca pensé que tantos y tantos cubanos fuesen capaces de no querer vivir aquí! Eso para mí fue algo muy asombroso.
Ahí comenzó todo…

Sí y luego fue ver los privilegios enormes que había en las casas de los altos dirigentes de la revolución y sus vínculos con narcotraficantes mexicanos y colombianos, que venían a Cuba a jugar gallos con ellos, con los comandantes… Todo esto comenzó a hacerme perder la confianza en la alegada revolución cubana. Asimismo, otro punto de inflexión muy importante fue ser testigo de cómo se portaron las tropas cubanas de lucha antiguerrillera en Angola contra las aldeas indefensas. Los batallones cubanos no eran nazis simplemente porque tenían otro uniforme, pero cometieron un genocidio similar.

¿A qué se enfrenta el Gobierno cubano en este momento?

El Gobierno cubano está en una coyuntura política y también en una crisis económica muy desfavorable, a la espera de lo que ocurra en Venezuela en el 2012. Si Venezuela desaparece como salvavidas energético, Cuba se sumiría en el caos de los apagones y esto se convertiría en una bomba de tiempo. Muchos oficiales represivos cubanos están en Venezuela tratando de infiltrar la oposición para minar sus fuerzas, dividirlas, para que no vayan como un frente único contra Chávez. Otra de las razones por las que a Cuba le interesa que Chávez permanezca en el poder es porque, si cae su revolución bolivariana, se confirmaría una vez más que el llamado socialismo del siglo XXI es un gran engaño. Esto, desde el punto de vista ideológico, también sería catastrófico.


Eso es falso. El cubano paga la salud pública, paga la seguridad social y paga la educación. A cada cubano que trabaja, todos los meses le descuentan el 33% de su salario y eso se divide en partes iguales para esos renglones. Además, la educación es de pésima calidad y la calidad de los servicios médicos es relativa, porque los pacientes son tratados como de segunda categoría. El estado de las instalaciones hospitalarias es desastroso y la falta de medicamentos es bochornosa. Antes los hospitales hacían la lista de medicamentos que hacían falta, ahora la hacen de los que hay… es más fácil.


¿Ha valido la pena todo esto?

Absolutamente, sin la menor duda… Puedo morir en cualquier momento. Tengo varios trombos que se pueden desprender y matarme. Aquí no los pueden operar y el Gobierno no me deja salir para hacerlo. Pero si muero, los demás se quedan y continúan la lucha. Esto no es mío, es de todos y, aunque yo no esté, los demás quedan…