LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -En los últimos tiempos el gobierno cubano, tal vez agobiado por la presión de sus carencias y fracasos económicos, ha emprendido un paulatino proceso de despenalización y autorización de acciones, accesos y transacciones por mucho tiempo prohibidos a los ciudadanos.
Hay acciones y comportamientos universalmente reconocidos como negativos y punibles por sus connotaciones y consecuencias, por esa razón matar, robar, estafar, traficar ilícitamente con mercancías, drogas, armas, personas, extorsionar, chantajear, difamar o falsificar constituyen acciones penalizadas en cualquier contexto o latitud.
Sin embargo lo que hace muchas décadas sucede en Cuba resulta algo muy diferente porque las autoridades de la Isla privan a los cubanos de los más elementales derechos y potestades al establecer toda suerte de prohibiciones absurdas y violatorias del derecho ajeno, solo para mantener cerrada hegemonía y control absoluto sobre toda la sociedad.
Durante largo tiempo el solo hecho de poseer dinero norteamericano implicó considerables penas de cárcel para muchos cubanos, pero un buen día la divisa extranjera fue despenalizada, la economía nacional dolarizada y a partir de ese momento quien no tenga acceso a la moneda dura puede ser víctima de serias privaciones. En una suerte de bandazo extremo ahora el estado cubano vende en divisa incluso servicios y objetos de primera necesidad.
Es proverbial el desprecio de los gobernantes cubanos por el derecho de propiedad. El despojo de grandes, medianos y pequeños propietarios ha sido la divisa invariable de esta larga y traumática etapa de nuestra historia en la cual ha sido bien limitada la posibilidad de disponer libremente de los bienes legalmente adquiridos o registrados. Cabe recordar que contratos interpersonales como la donación estaban prohibidos porque podían enmascarar las ventas por mucho tiempo ilegales.
Ahora se autoriza la compra-venta de viviendas, vehículos de motor, líneas telefónicas fijas. En el caso de las casas y los automóviles el Estado grava las transacciones con altas tasas impositivas para vendedores y compradores.
Otra prohibición rota recientemente es la que impedía, por cierto inconstitucionalmente, a los nacionales hospedarse en los hoteles. Hasta ahora los extranjeros e incluso cubanos expulsados del país por su desacuerdo político con el régimen gozaban de un privilegio vedado a los nativos.
La ampliación de las modalidades y dimensiones del llamado trabajo por cuenta propia, medida largamente esperada, abre las expectativas al necesario desarrollo de la iniciativa privada. Sin embargo todavía son muchas los obstáculos e imposiciones que limitan el desenvolvimiento de los pequeños empresarios que deben luchar contra la inexistencia de mercado mayorista, los impuestos confiscatorios y la depredación de los inspectores.
Ante el evidente fracaso del caótico modelo económico que ha demostrado con creces sus debilidades estructurales cabe preguntarse qué espera el gobierno para dar rienda suelta a las potencialidades productivas y empresariales de los cubanos, quienes todavía deben ver como los extranjeros tienen derecho a invertir en sectores fundamentales de la economía donde los nativos solo pueden ser empleados.
No debemos olvidar que durante muchos años la diversidad de orientación sexual y la práctica de todas las religiones fueron satanizadas, perseguidas y fuertemente represaliadas. Hoy a pesar de representar una imagen de apertura y flexibilidad en estos campos, las manifestaciones independientes que no se dejan manipular ni sirven a los intereses del poder no gozan de los espacios y derechos que merecen.
Mucho camino le queda por andar a las autoridades cubanas para borrar del panorama nacional la penalización y prohibición de lo que es perfectamente legal en condiciones normales.
El mundo no entiende como los cubanos deben pedir y comprar permiso para entrar y salir de su propio país. Les resulta difícil a las autoridades cubanas desembarazarse de esta imposición tan dañina a su imagen, puesto que la misma constituye una segura vía de ingresos monetarios y un muy efectivo mecanismo de control y coerción sobre todos los ciudadanos, incluso los que viven fuera del país.
No debemos olvidar que en Cuba los menores de diez y ocho años no pueden viajar temporalmente al extranjero, los niños y adolescentes cubanos solo pueden salir de Cuba como desterrados. En Cuba los menores de diez y ocho años pueden ser incluso parlamentarios pero no turistas
Superado, al menos en lo formal, el apartheid turístico todavía quedan como una ofensa a la sensibilidad de todos los cubanos los bien equipados centros hospitalarios, solo para extranjeros, en los que no pueden siquiera pensar en atenderse los cubanos con dinero.
Avanzado ya el siglo XXI los derechos fundamentales de la persona humana están vedados para los cubanos. En nuestro país expresarse libremente, asociarse o reunirse de manera independiente puede generar graves represalias.
Resulta lamentable ver como el interés y la determinación discrecional de las autoridades define que resulta bueno o malo, aceptable o punible en un momento determinado, con lo cual los valores y derechos quedan siempre relegados ante la tradicional vocación hegemónica del liderazgo cubano.
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