LA HABANA, Cuba, febrero, www.cubanet.org -Antes del castrismo, la Cuba republicana estuvo caracterizada por una economía floreciente. El país era agroexportador de azúcar, tabaco, café, carnes, frutas, bebidas, etc. Mientras que en la primera década de gobierno comunista, su economía fue destruida y convertida en compradora neta de alimentos, llegando hasta la actualidad ha importar sobre el 80% del consumo alimento a su población de poco más de 11 millones de habitantes.
A ello se le puede agregar, que en los sucesivos años de régimen totalitario pese a las generosas —y mentirosas— promesas iníciales de Castro y de Guevara, se estatalizó más del 80% de la tierra agrícola, se nacionalizaron las agroindustrias de alimentos, comenzando un periodo de deterioro y desmantelamiento de la base alimentaria. Lo que a grandes rasgos, ha sido el fruto de medio siglo de dificultades y privaciones en el terreno económico.
No podemos olvidar lo que ha sucedido con otros muchos regímenes llamados “progresistas” que, con el propósito de controlar mejor a sus súbditos, han aplicado la política de estatalización, “socialismo”, dirección burocrática de la agricultura y conversión de los campesinos en meros peones agrícolas.
Países como la Rusia soviética, China, Etiopía, Angola, Mozambique, Vietnam, Corea, Laos, Camboya, (ahora llamada Kampuchea) han sufrido hambrunas espantosas, con millones de muertos, y todo ello “gracias” a sus modelos de “socialismo”. Si Cuba ha escapado a tan aterrador destino es posiblemente debido a la extraordinaria bondad del clima y a la cuantiosa ayuda recibida, primero de la URSS y ahora de la China y la Venezuela chavista.
Esta lamentable situación al parecer no podrá ser cambiada por el decadente régimen totalitario. Los castristas para aliviar las penurias alimentarias de muchos cubanos, entregaron cerca de 1millon 387mil 936 hectáreas de tierra en usufructo, las que tan solo se aprovechan al 65%, según declaraciones de Gustavo Rodriguez Rollero, ministro de la Agricultura; y ampliaron el trabajo por cuenta propia con carencias de recursos que les permita extender la calidad de sus servicios. Medidas que fueron vistas con grandes perspectivas, pero no impidieron el aumento del costo de los servicios y alimentos en más del 25% con respecto al año 2011.
Por el estado de hechos y la improductividad agraria del régimen comunista, no temeríamos en la necesidad de hacer, no ya una nueva reforma agraria, sino incluso de una verdadera revolución agraria…que posibilite una efectiva transformación de la agricultura, dirigida a:
-Proscribir el latifundio estatal, legitimado por la Constitución de 1976, nunca jamás visto en la historia de la República, creado como resultado de las políticas aplicadas por el gobierno comunista.
-Entregar todas las tierras en propiedad a los usufructuarios. Así como disponer la libre transmisión de la tierra por actos intervivos o mortis causa. Esto evitaría actos de amiguismo y negocios ilícitos en medio de la corrupción imperante. Tampoco se excluiría las ventas mediante celebración de subastas públicas.
-Aplicar el principio de que la tierra pertenezca a quien la trabaja. Esta aspiración debe convertir a Cuba en un país de propietarios, mediante lo cual la generalidad de las tierras labrantías sea propiedad de los campesinos, ya sea individual o colectiva.
-Formar verdaderas cooperativas privadas. En la actualidad no lo son, ya que están sometidas al mangoneo que ejerce el Partido Comunista, en el ejercicio de su irritante privilegio constitucional de ser “la fuerza dirigente superior de la sociedad y del Estado”.
-Desmontar el sistema de acopios imperante. En ese terreno, las empresas estatales han demostrado hasta la saciedad su absoluta ineficiencia. Incluso el diario Granma y otros órganos de la prensa oficialista publican informaciones y quejas sobre cosechas podridas en el campo, impagos escandalosos, producciones impuestas por decreto, tarifas ridículas para los pagos que se realizan a los campesinos, que no se corresponden con los precios elevadísimos de venta al consumidor.
-Establecer la libre contratación. O sea: que habría que eliminar el virtual monopolio estatal en la comercialización de los productos agrícolas y agropecuarios que existe en la actualidad. En el agro, al igual que en otras ramas de la economía deben imperar las leyes del mercado y la libertad empresarial.
-Estimular la producción de materias primas para las industrias nacionales. Ejemplo más obvio: la caña destinada para la zafra. En definitiva, la producción de esos productos debe garantizarse con medios económicos: —Como sucedía antes de la Revolución— que el campesino siembre caña porque esa actividad le resulte rentable y provechosa, no porque un órgano del Estado le impuso la obligación de dedicarse a ese cultivo.
El cambio de la economía y la liberalización de la propiedad serán la única salida al régimen improductivo cubano.
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