Nos están matando poco a poco. Reinaldo Emilio Cosano Alén


LA HABANA, Cuba, 21 de noviembre (Reinaldo Cosano Alén, Sindical Press/ www.cubanet.org ) –Los vecinos próximos al vertedero ubicado en la carretera de Tarará a Barreras, del municipio Habana del Este, se sienten desesperados e impotentes por las contaminación, la peste y el humo que deben respirar a cualquier hora por la combustión de la basura que allí se bota.

“Nos están matando poco a poco con el humo”, dice Ramona Muñiz, de 76 años, residente en la inmediaciones del enorme horno, antiguamente una cantera de la que se extrajeron toneladas de tierra y rocas para la construcción de la Vía Blanca en la década de 1950. Hace más de veinte años el sitio fue convertido en vertedero municipal aunque inicialmente sólo con el propósito de depositar podas de árboles, pero después todo tipo de inmundicia.

El lugar se ha convertido en un infierno para decenas de residentes en las proximidades. Allí se lanza e incinera todo tipo de inmundicias: cadáveres de animales, envases plásticos, cartón, maderas, ramajes, alimentos descompuestos. El vertedero está rebosado. La humeante cortina de desperdicios ardiente, removida por el buldócer, que crea el peligro de que el incendio se extienda, llega cerca de algunas viviendas, entre estas la de Ramona, una asmática crónica, quien dice: “Esto es insoportable, parece una burla o un castigo por nuestras denuncias ante funcionarios y periodistas de la televisión que han visto con sus ojos lo que ocurre, pero nadie le da solución”.

Dulce María Miranda, otra vecina, refiere: “A veces tenemos que pasarnos día y noche con tapabocas y puertas y ventanas cerradas, taponeadas con papel para reducir la penetración del humo, aunque de todas maneras se filtra. Hemos hecho múltiples denuncias ante funcionarios de Salud Pública, el Poder Popular, el Partido Comunista y la prensa. Hacen promesas de que el vertedero será clausurado. Así llevamos años, pero no dan solución al grave problema de salud y medio ambiente. Cuando sopla la brisa de tierra a mar, la contaminación llega, aunque con menos fuerza, hasta el condominio exclusivo Tarará, a unos quinientos metros. Vierten camiones con deshechos a cualquier hora y hasta traen la basura de otros municipios. La peste y el humo son de mil demonios cuando el buldócer raspa la costra quemada y la junta con la reciente. La humareda nos asfixia, pero eso no parece importar a nadie”.

Un ciudadano, de 26 años, que prefirió el anonimato dijo: “Cuando el humo es muy fuerte no puedo dormir. Por la mañana voy a trabajar sin haber descansado, fatigado, estropeado”.

“No sé por qué tenemos que soportar este castigo. Hay una decena de enfermos de diferentes edades, que atribuyen sus padecimientos a los vapores nocivos. Algunos son asmáticos, ¡nadie se conmueve con este cuadro de salud! Cuando es demasiada la candela avisamos a los bomberos de Guanabo, echan agua, apagan la combustión momentáneamente pero horas después se avivan las llamas. No van a la solución real, que es clausurar el basurero, como han prometido las autoridades municipales y provinciales y el Ministerio de Salud Pública”, concluye la señora.

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