Egipto, una revolución a medias. Jordi Pérez Colomé

Hoy es el quinto día de protestas en la plaza Tahrir. Quedan solo seis para las elecciones del lunes, si se celebran. Dudar de las elecciones era inimaginable el viernes. La prensa discutía entonces de cuánto ganarían los islamistas. Ahora ya no. ¿Cómo una sucesión de hechos imprevistos ha cambiado así el futuro de un país?


El resumen es sencillo (conté los detalles en el último post): el viernes una enorme manifestación pacífica en Tahrir pedía a los militares que anunciaran plazos para dejar el poder. El sábado quedaban en la plaza doscientas personas que, según parece, reclamaban compensación por haber perdido a familiares en la revolución de febrero. La policía los echó de mala manera. La violencia creció y atrajo a gente a Tahrir, hasta hoy.

El resultado es que la manifestación de ayer fue aún mayor que el viernes. Por el camino han muerto al menos 30 personas y hay más de mil heridos. La chispa pudo ser la violencia del sábado, pero detrás hay algo más hondo. En estos meses ha habido más violencia en Egipto que el sábado y Tahrir no se ha llenado. Por algún motivo la gente ha dicho basta.

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