Consejos para suicidas que quieran salir en el periódico. Arcadi Espada


El periódico, siguiendo el comportamiento de la mayoría de medios, no considera que el suicidio sea noticia. Es decir, no lo equipara al asesinato, que es a lo que habría de equipararlo, si el periódico tuviera una mirada racional y no meramente judeocristiana sobre el asunto. El suicidio es una acto violento contra la vida, y no deja de serlo porque se trate de la vida propia. Su lugar informativo debe ser el mismo de cualquier otro acto violento. Aún más: el suicidio es un importante problema social, quizá el más importante de cuantos se silencian. Entre las peregrinas razones de cuantos se oponen a su difusión se alude al contagio de muerte, extremo no probado científicamente, y ya desechado por Durkheim. Pero que, en cualquier caso, no puede ser defendido por el periodismo sin que se le caiga la cara de vergüenza: ningún periódico silencia el suicidio de las personas famosas (ni siquiera el de los que se hacen famosos porque se suicidan, como en el caso de la desdichada hermana de la Princesa de Asturias), y no hay duda de que los suicidios de personas famosas son los que, en la verificación de la hipótesis, poseerían mayor capacidad de contagio. No hay duda, volviendo a la tragedia de Málaga, que suicidarse al paso del AVE es como suicidarse a lo grande, ¡en noticia!, y que, en consecuencia, provoca mayor deseos de emulación que tirarse al paso del tranvía. Pues bien: el periódico se salta a la torera su autoimpuesta pedagogía y ahí va con todo. Porque se trata del AVE, y su bautismo de sangre.


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