La liberación del soldado Shalit. Coincide con los elegantes estertores de Eta. Oigo y leo alguna cosa más o menos insinuada sobre la diferencia de trato. Se subraya el orgullo patriótico. Un israelí vale por mil palestinos, esas guirnaldas, ese racismo suave. Salen a relucir, en contraste, los muertos que el Estado español habría dejado morir en canjes inaceptados, el más citado el último, Miguel Ángel Blanco.
De acuerdo.
El Estado español podría haber cedido y comportarse como el Estado judío. Uno por mil. O por dos, para atenernos a unos números más realistas. Solo que a cambio los canjeadores deberían aceptar el envés de negociaciones tan aparentemente generosas. Es decir, desde asesinatos «selectivos» hasta bombardeos «indiscriminados». Porque es así como este tipo de canjes salen por completo a gusto.
Leer original en El Mundo.
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