La desigualdad y los “indignados” - Inequality and ‘the indignant ones’. Carlos Alberto Montaner



Nacemos, ya se sabe, con una innata percepción de la justicia distributiva. Los niños pequeños son capaces de advertir que otras criaturas reciben más leche o papilla que ellos y muestran su enfado cuando sucede. Pero, junto a esa reacción intuitiva está la otra de apoderarse de la mayor cantidad de alimentos, o del juguete ajeno sin detenerse a pensar que esa acción genera una suerte de agravio comparativo. Al niño le molesta que el otro tenga más papilla que él, pero disfruta mucho cuando sucede a la inversa.


Entre los adultos ocurre lo mismo. El señor Michael Moore, apóstol de los indignados, gana con sus documentales, libros y apariciones públicas treinta o cuarenta veces lo que ingresan sus fanáticos, pero en su caso esa superioridad económica es percibida como la confirmación de su talento y no como una prueba de la injusticia del sistema. ¿Hipocresía? Puede ser. Ahí tiene un buen tema el orondo personaje para hacer una necesaria película contra sí mismo y contra la industria de la denuncia social.

La economía libre, sencillamente, no busca la distribución equitativa de los ingresos, sino el éxito material de quienes por su talento, suerte, conexiones, por lo que sea, siempre que cumplan las leyes, acaban siendo beneficiados, fenómeno que unas veces irrita a la mayor parte de los ciudadanos, pero otras parece complacerlos.



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