Mi vecino tiene un loro gris capaz de pronunciar mi nombre y el de mi hijo con el mismo acento y tono que mi mujer. Además, a través del balcón, sorprende a muchos peatones con sus saludos y sus comentarios. ¿Por qué “hablan” los loros? ¿Para qué les sirve esta habilidad en la Naturaleza? Virginia Morell trata de darnos la respuesta en Science. Durante 24 años se ha estudiado la comunicación mutua entre un grupo de loros en estado salvaje en Venezuela. Se creía que los loros imitan los sonidos del ambiente y que los machos con un repertorio más amplio de imitaciones impresionan más a las hembras. Pero los investigadores han descubierto que la respuesta correcta es que los loros son aves sociales y se imitan los unos a los otros. Los loros emiten llamadas de contacto y las utilizan para su cohesión social, como si los loros pronunciaran sus propios “nombres” y los nombres de sus compañeros. En cautividad los loros repiten esta conducta con los sonidos emitidos por sus dueños. Más aún, los espectrogramas de los sonidos emitidos por los loros de un mismo grupo tienen marcas que permiten identificarlos como miembros de dicho grupo, como si se tratara de los “apellidos” comunes a todos. Más aún, los padres emiten una llamada distintiva (le ponen un “nombre”) para sus polluelos que estos aprenden cuando tienen entre 3 y 4 semanas de edad. Estas llamadas (“nombres”) que les ponen sus padres son utilizadas por el loro para, tras ciertas modificaciones, construir su propio “nombre propio.” En un grupo grande de polluelos, los padres pueden localizar a sus propios polluelos gracias a estos “nombres” sonoros, y al revés, los polluelos pueden identificar a sus padres gracias a las de ellos. ¡Increíble! Yo no tenía ni idea de esto, aunque supongo que los biólogos que leen este blog ya lo sabrán, y me ha encantado el artículo de Virginia Morell, “Behavioral Ecology: Why Do Parrots Talk? Venezuelan Site Offers Clues,” Science 333: 398-400, 22 July 2011. Te recomiendo escuchar el podcast con una entrevista a Virginia.
Desde la época de Aristóteles, la gente sabe que los loros son inteligentes, tienen buena memoria y una gran habilidad para imitar palabras de los humanas y el entonación con la que las expresan. Al igual que los seres humanos, los loros son una especie social que se ha desarrollado un repertorio de vocalizaciones para comunicarse con sus congéneres. En cautiverio, los loros no se limitan a imitar a los seres humanos, también imitan a perros, gatos y cualquier otro animal doméstico. Más aún, también pueden articular respuestas y aparentar una comunicación oral utilizando las palabras adecuadas en el contexto correcto. ¿Para qué quieren los loros esta habilidad en la Naturaleza? Estudiar a los loros salvajes no es fácil. La mayoría de especies de loros tienen una vida larga, anidan en lugares muy altos y viajan largas distancias durante su vida. Además, es muy difícil ponerles transmisores de radio.
Steven R. Beissinger y sus colegas han logrado que una población de loros verdes (Forpus passerinus) anide en una serie de cajas artificiales que les ha permitido realizar un seguimiento muy detallado de las pautas sociales y reproductoras de los loros. No sorprenderá saber que los loros toleran bastante bien la presencia de los científicos, quienes marcan cada huevo con un código numérico, pesan y miden a los polluelos, los indentifican con anillas de colores en sus patas, etc. Gracias a un estudio de décadas los investigadores han logrado obtener información muy valiosa sobre las conductas de los loros. saben que está relacionado con quién.
Los loros tienen un sistema social muy complejo en el que los machos superan en número a las hembras y las parejas monógamas luchan con fuerza para defender la caja-nido que tienen en propiedad. Quizás por esto los loros toleran a los investigadores en lugar de renunciar a esas cajas-nido. Se ha documentado que si uno de los padres muere, los demás loros matan a los polluelos y le roban la caja-nido al padre que siga vivo.
La vida social de los loros se basa en la imitación de los sonidos de otros loros. Por ejemplo, los dos miembros de una pareja monógama comparten ciertos sonidos propios y entre grupos diferentes se observan “dialectos” vocales bien diferenciados. Muchas de las llamadas de contacto entre loros son difíciles de diferenciar para un oído humano no entrenado y al inexperto le parecen todas iguales. Sin embargo, gracias al espectrograma se pueden observar diferencias muy marcadas. El siguiente vídeo te muestra cuatro sonidos a velocidad normal (casi indistinguibles) y ralentizados para mostrar las diferencias (algo que los hace inconfundibles).
Gracias a programas de análisis informático, el ornitólogo Karl Berg (Universidad de Cornell) ha empezado a entender cómo aprenden a vocalizar los loritos y a diferenciar entre las diferentes llamadas de contacto, cuyas diferencias son muy sutiles. Por ejemplo, cuando un padre retorna a su nido emite un sonido propio (su “nombre,” digamos José). En respuesta, su pareja repite dicho sonido y emite el sonido de su propio “nombre,” como diciendo “Te escucho, José, aquí está María.” Según Berg estos sonidos son similares a un “Hola, cariño, ya estoy en casa.”
Lo más interesante de las investigaciones es que apuntan (aunque aún no está del todo demostrado) que estas llamadas se aprenden, que no son innatas (como apuntan algunos estudios en cautiverio). Gracias a cambiar a polluelos recién nacidos de un nido a otro se ha podido comprobar que adquieren los rasgos del “habla” de sus padres adoptivos. Todo indica que los padres proporcionan una plantilla básica que cada polluelo aprende y sobre ella introduce sus propias modificaciones para lograr una llamada propia que lo diferencie del resto de los polluelos del mismo nido. Los espectrogramas permiten diferenciar entre polluelos que han compartido el mismo nido y los de otros nidos, así como entre los del mismo nido entre sí. Los investigadores creen que los miembros de la misma familia se reconocen los unos a los otros después de abandonar el nido.
Obviamente surge la pregunta de si el sistema de asignación de “nombres” y “apellidos” en los loros es similar al usado por los humanos. Los investigadores no ponen la mano en el fuego. Aún es pronto para llegar a afirmaciones tan fuertes. Aún así, Berg señala que estudiar cómo aprenden a “hablar” los loros ayudará a entender cómo aprenden a hablar los humanos. No sé, a mí me parecen palabras mayores.
Lo dicho, “al loro” con este interesante artículo sobre los loros. Hoy creo que miraré con otros ojos al loro de mi vecino… aunque quien realmente disfruta jugando a hablar con el loro es mi hijo. Ya sabe que los niños pequeños son como loros…
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