Cuatro y CNN+ elogian la venta de plantas venenosas como cura para el cáncer‏

Destrozar la propiedad ajena o vender "plantas medicinales" que en realidad son venenosas como remedio contra el cáncer son los méritos del protagonista de un escandaloso reportaje de Cuatro y CNN dedicado al primer agricultor español que fue condenado por arrasar un campo de maíz transgénico.

Josep Pamiés es el protagonista de un laudatorio reportaje realizado por la periodista Jordina Ferri para CNN+ y Cuatro, al que la presentadora de la cadena de noticias daba entrada hablando de la "guerrilla antitransgénicos": un grupo de ciudadanos cuyo mérito es destrozar la propiedad ajena y vender plantas venenosas como remedio frente al cáncer.

Tal y como refleja el blog Magonia en un duro artículo el reportaje se emitió el pasado día 17 en el informativo del mediodía de Cuatro y en varias ocasiones durante toda la jornada en CNN+.

La pieza informativa presenta a su protagonista poco menos que como un héroe de una presunta cruzada contra los transgénicos, una cruzada en la que haber incumplido la ley y haber destrozado una propiedad ajena no es sino un mérito, pues como tal se expone ser "el primer agricultor condenado por segar un campo de transgénicos".

El propio Pamiés, en lugar de arrepentirse de su acto delictivo lamenta no poder seguir el ejemplo de salvajismo que da el famoso José Bové en Francia (donde ataques similares son bastante habituales), ya que en Cataluña no se pueden segar los campos de este tipo de cultivos "porque aquí todo es transgénico". Además, también se aflige de que destrozar la propiedad ajena "está muy mal visto aquí".

Plantas venenosas contra el cáncer

El reportaje, olvidando absolutamente cualquier respeto por la ciencia, dedica también parte de su tiempo a la actividad de Pamiés como vendedor de una planta venenosa, la Kalanchoe daigremontiana, como remedio contra el cáncer. De hecho aparecen dos "clientes" que van a adquirir la planta y que cuentan apenados que, como "el cáncer que tiene es muy malo no podemos dejar la quimioterapia".

Pamiés defiende que va a seguir vendiendo o regalando la planta venenosa, "hemos regalado muchas" dice, digan lo que digan las autoridades, pues la venta de determinadas plantas medicinales está prohibida por la Generalidad catalana. Finalmente, la reportera cerraba el reportaje loando la "lucha contra lo químico" de su protagonista.

Como bien apunta Luis Alfonso Gámez en su blog Magonia, que por cierto está alojado en las páginas de El Correo: "En un vídeo de menos de dos minutos, se alababa la actitud de quienes arrasan campos de transgénicos; se fomentaba un remedio contra el cáncer no sólo no demostrado científicamente, sino que además conlleva la ingesta de una planta venenosa; se daba cobertura a alguien que anunciaba que va a saltarse la ley y seguir comercializando esa planta, aunque eso suponga un riesgo para la salud; y se rubricaba todo ello con la estupidez de que en la agricultura natural no hay química cuando hay química en todo".

Y esto en los canales que presumen de luchar contra las supersticiones y de estar por el progreso y la ciencia.






¿Se imaginan a algún medio de comunicación presentando como un héroe a alguien que haya quemado intencionadamente un bosque porque no le gustan los árboles que crecen en él y que vende productos tóxicos porque cree que curan el cáncer? ¿A qué no? Pues algo así hicieron ayer Noticias Cuatro al mediodía y CNN+ durante toda la jornada con una pieza dedicada a Josep Pamiés, seguidor del activista francés antiglobalización José Bové. "Josep Pamiés siempre ha apostado por los cultivos ecológicos. En 2006 fue el primer agricultor condenado en España por segar un campo de maíz transgénico", explicaban en el reportaje. El protagonista se lamentaba de lo "mal visto" que está lo que había hecho y de que la táctica de Bové de segar campos de transgénicos es factible en Francia "porque hay sólo pequeños campos experimentales, pero aquí, en Cataluña, es todo transgénico". Vamos, que, si no fuera porque no daría abasto, seguiría arrasando los cultivos de otros porque lo que crece en ellos no le gusta.

Para coronar la pieza, nos ofrecieron el testimonio de un enfermo de cáncer, Ramón Vidal, que va todos los días a la granja de nuestro héroe para hacerse con hojas de Kalanchoe daigremontiana con las que tratarse contra la enfermedad y de una mujer -¿su esposa?- que indicaba que, "dado que él tiene un cáncer muy malo, lo que no podemos hacer es tomar sólo las plantas: tenemos que también hacer la quimioterapia". ¡Menos mal! Ojalá le vaya bien y se cure; aunque entonces atribuya falazmente su sanación al remedio mágico y no a la medicina, como hizo otro cliente de Pamiés, según él mismo cuenta en su blog, poco después de que nuestro agricultor ecologista tuviera noticia de los supuestos poderes anticancerígenos del Kalanchoe. "Unos dos meses más tarde, casualidades de la vida, vino otra persona, Carles, de Lleida, interesado por la Stevia y, al observar la planta colombiana un poco crecida, un poco sorprendido me da la grata noticia de que su mujer con un cáncer de mama con un tumor calificado de grande, al combinar la quimioterapia previa a la cirugía con la colombiana, redujo el tumor más de la mitad de su tamaño y los ganglios linfáticos aparecieron limpios. Me comentó que estos resultados tan positivos los atribuye en buena parte a la planta".

Paladas de anticiencia

La realidad es que el Kalanchoe daigremontiana es una planta venenosa que contiene un glucósido cardíaco, la daigremontianina, que puede llegar a causar la muerte. Tras el testimonio del paciente de cáncer y su allegada, la reportera de Cuatro recordaba que la venta de algunas llamadas plantas medicinales está prohibida en Cataluña, a lo que Pamiés replicaba que él seguirá vendiendo el Kalanchoe y otras plantas, y regalándolas. ¡Sí, señor! ¿O es que nadie quiere acabar de una vez con la conspiración de las autoridades sanitarias y las farmacéuticas para evitar que enfermos como Ramón Vidal se envenenen con una planta tóxica? "De forma más pacífica, su lucha contra lo químico continúa", sentenciaba la reportera respecto a Pamiés.

En un vídeo de menos de dos minutos, se alababa la actitud de quienes arrasan campos de transgénicos; se fomentaba un remedio contra el cáncer no sólo no demostrado científicamente, sino que además conlleva la ingesta de una planta venenosa; se daba cobertura a alguien que anunciaba que va a saltarse la ley y seguir comercializando esa planta, aunque eso suponga un riesgo para la salud; y se rubricaba todo ello con la estupidez de que en la agricultura natural no hay química cuando hay química en todo. Ni un palabra de ciencia y paladas de anticiencia en un reportaje a mayor gloria del movimiento antitransgénicos, una iniciativa que cuenta con buena prensa en la misma medida que carece de pruebas científicas en respaldo de lo que sostiene.

Digan lo que digan los profetas de lo natural, lo que ellos llaman productos ecológicos son el fruto de milenios de manipulación de genes, porque el hombre lleva practicando la modificación genética de plantas y animales desde que empezó a domesticarlos, si bien ahora puede hacerlo en el laboratorio con mucha más precisión y seguridad. Como me dijo hace ya ocho años Félix Goñi, director de la Unidad de Biofísica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la Universidad del País Vasco (UPV), "los que hoy se oponen a las cosechas transgénicas son los que se oponían al ferrocarril, a la luz eléctrica...".

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