La vida es sueño por Eduardo Torres–Dulce

Nolan es el heredero de Tim Burton a la hora de buscar ideas y soluciones imaginativas a propuestas de cine de género algo trilladas.

Esto se puede comprobar ya sea en las dos secuelas de Batman que ha dirigido, Batman Begins y El caballero oscuro, la primera desigual, la siguiente extremadamente estilizada, aunque en mi opinión su valoración sea algo excesiva, o sea el thriller, Memento e Insomnio, la primera un logro muy notable; la segunda, fallida en su ritmo y guión.

Nolan demuestra en todas sus películas que ha hecho los deberes. Es un cinéfilo nada copión, más bien experimental a la hora de recrear propuestas fílmicas anteriores.

Mi mujer, a la que Origen no le acabó de gustar, piensa que la trama tiene que ver notablemente con Ulises y La Odisea y con Matrix . Las dos referencias me parecen acertadas. Matrix –podríamos citar también la excelente The Game– por su apariencia de juego en el que personajes y espectadores deben participar.

Homero, porque el protagonista, un excelente Leo DiCaprio, recorre la película como un peregrino, enfrentándose constantemente a peligros, adversidades y pruebas.

Debe volver a casa, pero ese retorno es un regreso mental; su desafío es cómo deshacerse de un recuerdo doloroso , el de su mujer perdida en el obsesivo juego a que les llevó su experimentación con los sueños. Sueños. Porque si hay que buscar temática y moralmente un referente, muy posiblemente ignorado por Nolan, éste sea el de Calderón de la Barca y su La vida es sueño.

DiCaprio dirige una empresa cuyo trabajo es inducir e introducirse en los sueños de los demás. La trama se integra en una estructura de thriller mediante un muy complicado y algo fallido flashback con el que comienza y con el que finaliza un tanto chapuceramente Origen.

DiCaprio y sus socios son contratados por un empresario japonés para que, induciendo sueño, penetran en el subconsciente del joven heredero de una multinacional que aspira a controlar la energía mundial. Hitchcock. Porque esto es un macguffin, el pretexto argumental que sostiene la acción de la trama.

Subconsciente

Hitchcock porque es muy difícil no pensar en Sir Hitch y Vértigo o Con la muerte en los talones a la hora de comparar la exploración que Nolan hace del subconsciente, la pasión desesperada y romántica, la reconstrucción de un amor ido pero persistente en lo obsesivo.

Nolan riza el rizo y nos muestra hasta tres niveles de sueños, por lo que, pese a que detiene la película para explicar minuciosamente cómo es la técnica de inducción, construcción y desarrollo del sueño y sus reglas, la aceptación y disfrute de Origen pasa por asumir y comprender ese planteamiento.

Les confieso que lo he pasado muy bien con esta película brillante e inteligente, llena de acción y meandros, con evidentes trampas y baches, con cierta retórica para contar acartonadamente la historia de amor, pues Nolan se enreda a veces con las idas y vueltas de la historia, y que falla en un desenlace facilón (algo que ya le pasó en El truco final), pero dichos esos defectos, sus virtudes, fastuosa puesta en escena, abrumadora técnica visual, completo dominio de la narración y un reparto muy adecuado, superan tales defectos y otorgan una calificación más que notable a Origen.

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