Cuatro viñetas de El Roto en El País nos ayudan a comprender el pensamiento único en economía. En la primera se ve a un náufrago que contempla aterrado una aleta en el mar; y el texto es: “Según las leyes del mercado, si el náufrago tiene más hambre que el tiburón, se comerá al tiburón”.
La realidad es la contraria; las leyes del mercado no determinan que la fuerza resuelva los conflictos, sino al revés, gracias a la igualdad ante la ley. La segunda viñeta ilustra el mismo punto: en un cuadrilátero hay dos boxeadores, uno enorme y el otro diminuto y lleno de magulladuras y cortes; el grandote exige: “¡Fuera árbitros y regulaciones! ¡Dejadnos solos!”; la realidad en sociedades no dictatoriales nunca es así; y desde luego no lo es en el boxeo. En la tercera viñeta se ve a un señor gordo con esmoquin y una copa que proclama: “¡Por fin, gobiernos de brokers!”. No es verosímil que gobiernen unas personas cuyo trabajo es buscar acuerdos entre contratantes voluntarios, porque el Gobierno nunca hace eso: si lo hiciera, por ejemplo, no pagaríamos los impuestos tan altos que pagamos. Y en la cuarta viñeta aparece un señor elegantemente vestido de jinete sobre su caballo, y dice: “Lo llamamos ‘el poder’, pero son el servicio”. Es el antiguo bulo del llamado “poder económico”, una ficción, porque ninguna empresa tiene el poder del Estado, el poder de recaudar a la fuerza, de prohibir, multar, etc. Y si lo tiene, es sólo porque el Estado se lo da.
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