Este personaje que gusta ser fotografiado junto a dictadores como los hermanos Castro y que viaja en primera a visitar a gente como Chávez -qué bien se ven las revoluciones cuando vas de la mano oficialista-, es un cargo público que pertenece a un partido que gobierna en coalición en Andalucía.
Un partido que olvidó por completo sus exigencias programáticas -ley electoral por ejemplo- y se dedicó a pactar poltronas en ese Gobierno.
Este comportamiento no es nuevo, el propio PNV -y sí, menudos son ellos para dar lecciones-denunciaba hace tiempo cómo EB -la antigua marca de IU del País Vasco- había negociado con la derecha nacionalista de la misma manera... es decir, solo cargos, sin importarles siquiera un comino las políticas.
En Andalucía, IU ha vuelto a dar muestras de su protección a la institución de la familia. De la familia de sus dirigentes. Y hemos visto cómo varios de los principales cargos y el propio Sánchez Gordillo colocan a sus allegados en puestos sin importarles un pimiento ninguno de todos esos andaluces a los que el diputado Gordillo quiere ahora alimentar.
Pero por si acaso el diputado Gordillo actuó demasiado rápido o no estaba ese día nada imaginativo, podríamos darle varias alternativas.
No hablaré de otros posibles actos ilegales, aunque es obvio que en vez de enfrentarse valientemente con varias cajeras de una cadena de supermercados que está produciendo ahora mismo -con la que nos cae encima- miles de puestos de trabajo, podría habernos demostrado su valor probando con un banco o un furgón blindado de esos que demoniza a menudo y que están guardados por polis hechos y derechos dispuestos a defender la carga.
Ojo, no seré yo aquí el que defienda el comportamiento de cajas y bancos, responsables de muchos de los males que nos aquejan, pero verán, nosotros hemos preferido acudir a la Audiencia Nacional. Por aquello de la legalidad y tal. Por responsabilidad. Y porque no están las cosas para que un político irresponsable juegue con el fuego que casi prende ya a muchos españoles que las pasan canutas.
Pero quizá Gordillo podría haberle pegado un palo a su compañero de partido Moral Santín, que es el que mas pasta se llevó de Caja Madrid con diferencia. Más de medio millón de euros al año dan para muchos carritos de compra, señor Gordillo.
O podría hacerlo con Caja Castilla La Mancha, que mientras desahuciaba a esas familias sin recursos a las que dice defender Gordillo, según una querella, condonaba créditos a IU por valor de 300.000 euros.
Gordillo podría tambien impedir la compra de coches para los portavoces del Parlamento de Andalucía por valor de 60.000 euros, quitarse un sueldo que la mayoría de alcaldes y concejales de pueblos de tamaño similar al del suyo no cobran, luchar contra los recortes sociales que lleva a cabo la Junta sin tocar su extensa red clientelar...
Debería, en suma, hacer política, que es para lo que se le paga. Obligando a su partido a negociar con el PSOE posibles soluciones o abandonarlo si no está de acuerdo con lo que se hace.
Pero Gordillo no quería alimentar a nadie con esa acción. Es importante que no perdamos esto de vista. Gordillo quería salir en los papeles. Y lo ha conseguido.
Otro día hablaremos de cómo los partidos de izquierda disculpan acciones como esta, de como los dirigentes de IU las justifican, de lo que hace el PSOE que gobierna con ellos, de cómo el PP pide ejemplaridad pública cuando indulta delincuentes o en la Comunidad Valenciana mantiene a diez imputados en las Cortes... o de lo que tardan las asociaciones feministas en defender a unas cajeras de un súper cobárdemente agredidas por unos sindicalistas... otro día...
Para acabar, lo tengo claro. Para salir de esta, prefiero empresarios que crean puestos de trabajo a los señores Gordillos.
Esto no es una lucha de ricos contra pobres, como nos venden de manera simplista los Gordillos.
Es un pulso entre honrados y ladrones, entre trabajadores y apoltronados.
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