Apple no será más grande que España

Juan Ramón Rallo.



Un buen ejemplo de titular engañoso: Apple será más grande que España en tres años. ¿La razón? En estos momentos, la capitalización bursátil de la empresa de Cupertino se sitúa en 560.000 millones de dólares y un analista de Forbes ha pronosticado que para 2015 alcanzará los 1,53 billones de dólares; dado que, para esa fecha, el PIB español se espera que se sitúe en el entorno de los 1,07 billones de euros (1,4 billones de dólares), la corresponsal de El Mundo concluye que la compañía será más grande que todo el Reino de España.
Reparen en que este es un argumento muy manido por el movimiento antiglobalización (“las multinacionales son más grandes que muchos países”) y que obviamente hace las delicias de la mayoría de marxistas (la irrefrenable tendencia hacia el monopolio único). A mí, la verdad, me entusiasma que haya empresas que sin ejercer la coacción (aunque en el caso de Apple sería discutible por el tema de las patentes) tejan lazos contractuales voluntarios con millones o decenas de millones de personas que alcancen un valor de mercado superior a los son capaces de establecer todas las compañías y los gobiernos presentes en un territorio determinado (que no otra cosa viene a subsumir el Producto Interior Bruto).
En el caso de Apple, sin embargo, me temo que todavía le queda mucho trecho para alcanzar a la economía española. No ya porque las previsiones de este analista sean más que objetables, sino por un detalle mucho más importante: el artículo de El Mundo compara peras con manzanas; a saber, la capitalización bursátil de una empresa con la producción anual de un país. Una cosa es el valor actual de toda la producción futura y otra el valor actual de la producción presente: no podemos comparar lo que se produce en un año con lo que se espera que produzca a lo largo de 20 ó 30 años. O bien comparamos el PIB de España con, por ejemplo, las ventas de Apple en un año dado (el valor de su producción durante ese año) o bienla capitalización de Apple con el valor de todos los activos netos de España (el valor de todas las viviendas, empresas o créditos después de deducir las deudas de nuestro país). En caso contrario es como si dijéramos que una persona que tiene varias viviendas valoradas en 1 millón de euros es más rica que una que cobra unos alquileres anuales de 950.000 euros, cuando obviamente si esta persona percibe alquileres de más de 900.000 euros será porque el valor de sus inmuebles será muy superior a esa cifra (probablemente cercano a los 20 millones de euros).
Dado que una estimación del valor de todos los activos netos de España es más difícil de obtener, podemos simplemente comparar el PIB español (un billón de euros) con los ingresos por ventas de Apple en 2011 (108.000 millones de dólares u 83.000 millones de euros) para darnos cuenta de que, por mucho que en 2015 el tamaño de Apple se haya triplicado (y, por tanto, sus ventas se ubiquen en torno a los 330.000 millones de dólares o 250.000 millones de euros, si es que se mantiene la relación actual entre valor de mercado e ingresos), el tamaño de la economía española, medido por su producción anual, seguiría siendo cuatro veces superior al de Apple. Desde luego, nada mal, pero bastante alejado del engañoso titular anterior.
Eso sí, no deja de resultar llamativo que apenas 60.400 empleados de Apple generaran en 2011 casi una décima parte del valor que los 18 millones de trabajadores de la economía española: un trabajador de Apple fue tan productivo como 25 españoles. O, dicho de otro modo, si todos los trabajadores de España fueran tan productivos como los de Apple (para lo cual, evidentemente, haría falta mucha mayor acumulación de capital, incluido el humano, y también mayor pericia empresarial), el PIB de la economía española alcanzaría los 25 billones de euros, más de dos veces el de EEUU. Dado que la creación de riqueza no es un juego de suma cero (los trabajadores de Apple no son hiperproductivos porque los españoles lo seamos mucho menos), asombra el enorme potencial que a largo plazo tiene un sistema económico como el capitalismo, por desgracia tan frecuentemente castrado por el omnipresente intervencionismo gubernamental y de los bancos centrales.

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