ronto hará tres años de la aparición del Tea Party. Su peso en la política americana es aún notable. Además de impulsar a bastantes candidatos al Congreso en 2010, este año se verá si pueden llevar a su candidato a la Casa Blanca. Entre las elecciones de 2010 y las que empiezan ahora he visto bastantes actos de distintos Tea Party y he charlado con docenas de miembros en cuatro estados. Estos son los rasgos que coinciden:
1. El Tea Party no existe. El Tea Party no es una organización jerárquica con una base y unos miembros. Son unos tres mil grupos repartidos por todo el país; es difícil calcular el número exacto porque no siempre es posible saber si están activos. Cada uno tiene su coordinador, que alguna vez ha podido ir a las reuniones nacionales para compartir experiencias que hacen los Tea Party Patriots, una especie de dirección global. Pero se gestionan por separado.
El Tea Party no tiene por tanto una opinión ni un objetivo unificado. Cada grupo tiene entre unas decenas y varios centenares o miles de miembros. Los seguidores también son distintos: coinciden en algunos asuntos básicos, pero no es raro que entre ellos discutan. Hay líneas rojas -poco gasto público, pocos impuestos, muchos derechos individuales-, pero también debates interesantes: los dos últimos que he oído eran sobre si legalizar las drogas y sobre si atacar a Irán.
La mayoría de miembros del Tea Party no estaban implicados en política “hasta que sintieron que el país se iba al garete”, que es una frase que oigo a menudo. La religión es una parte central de sus vidas, pero hay miembros del Tea Party -una minoría- que pueden ver asuntos clave como el aborto como inevitable; “son católicos”, me dijo uno. En el vídeo, cantan el himno americano en una reunión del Tri-County Tea Party.
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