Así pues, si no parece que la propuesta del conseller catalán sea la más recomendable, ¿cuál sería la vía para reducir el gasto sanitario que en unos años se espera que duplique al actual? Pues, por un lado, dejar de socializar, vía impuestos, el enorme coste de la sanidad pública y repartirlo entre sus usuarios a través del copago: parece razonable que el beneficiario de los servicios sanitarios comparta parte del coste de su tratamiento en lugar de redistribuirlo entre millones de contribuyentes. Mas que la izquierda no se asuste: el copago no es incompatible con la progresividad, pues puede ligarse al nivel de renta.
Por otro, en lugar de convertir el seguro sanitario privado en obligatorio, convirtámoslo en voluntario pero permitiendo la desgravación fiscal de su coste. Si el Estado se ahorra dinero por el hecho de que la gente acuda a la sanidad privada –descongestionando los servicios públicos y reduciendo las necesidades de personal y de inversión per cápita–, no castiguemos a quienes optarían por la privada obligándoles a pagar dos sistemas sanitarios cuando sólo piensan utilizar uno.
Una deducción del 100% sobre los gastos en sanidad privada unido al establecimiento del copago en los centros públicos llevaría de manera natural a la mayor parte de la población, y sin necesidad de volverles clientes cautivos de la industria, a optar por la sanidad privada en sus distintas modalidades, descargando así al ineficiente sistema público de tratar a millones de personas.
Y, cuidado, que los socialistas demagogos a lo Tomás Gómez no confundan al personal: establecer el copago en la sanidad pública y permitir la deducción de los gastos en la privada no significa que los usuarios de la primera estén subvencionando a los de la segunda; unos no pagan más para que otros puedan pagar menos. El copago en el sistema público es una forma de acercar sus costes reales a lo que sus usuarios pagan indirecta (vía impuestos) y directamente (copago); un coste que hoy no está cubierto y que va generando un pesadísimo déficit sanitario anual. La deducción en el sistema privado, por su parte, es, primero, una forma de que el que sólo utiliza la sanidad privada no pague también la totalidad de la pública y, segundo, de que parte de los usuarios de la pública acudan a la privada para ahorrarle esos costes al Estado.
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