En Valencia han tardado diez horas en elegir a las nueve personas que juzgarán a Camps. Al parecer han sido sometidas por parte de acusaciones y defensas a un extenso interrogatorio sobre sus aficiones. Cuentan, por ejemplo, que les han preguntado si están a favor del aborto. Llegados a este punto a mí me gustaría saber qué tipo de convicciones son necesarias para juzgar al expresidente Camps. Porque supongo que invalidará tanto el aborto como el no aborto. E incluso salidos de este punto también sería interesante saber por qué se rechaza a una militante socialista, mientras se transige con un juez que fue secretario general de Presidencia de un gobierno socialista y que fue promovido a magistrado, ¡sin mayor oposición!, por el Grupo Socialista en las Cortes Valencianas. Lo que un juez, un fiscal o un abogado deben comprobar en un miembro del jurado es si sabe leer y escribir. Y comprobar también que entiende, práctica que tampoco estaría de más realizar con algunos participantes de la carrera judicial. La institución del jurado sólo tiene sentido cuando uno está convencido de que los hechos pueden valorarse con independencia de las convicciones. Cuando uno se ve capaz de plantarle cara al sesgo de confirmación. Pero como este no es en absoluto el caso de España ni de los españoles lo mejor es acabar de una vez por todas con esta indignante pantomima de justicia popular, el despreciable oxímoron.
“Ningún poder en la tierra podrá arrancarte lo que has vivido.” Viktor Frankl
Justicia Popular, dicen
Por Arcadi Espada.
En Valencia han tardado diez horas en elegir a las nueve personas que juzgarán a Camps. Al parecer han sido sometidas por parte de acusaciones y defensas a un extenso interrogatorio sobre sus aficiones. Cuentan, por ejemplo, que les han preguntado si están a favor del aborto. Llegados a este punto a mí me gustaría saber qué tipo de convicciones son necesarias para juzgar al expresidente Camps. Porque supongo que invalidará tanto el aborto como el no aborto. E incluso salidos de este punto también sería interesante saber por qué se rechaza a una militante socialista, mientras se transige con un juez que fue secretario general de Presidencia de un gobierno socialista y que fue promovido a magistrado, ¡sin mayor oposición!, por el Grupo Socialista en las Cortes Valencianas. Lo que un juez, un fiscal o un abogado deben comprobar en un miembro del jurado es si sabe leer y escribir. Y comprobar también que entiende, práctica que tampoco estaría de más realizar con algunos participantes de la carrera judicial. La institución del jurado sólo tiene sentido cuando uno está convencido de que los hechos pueden valorarse con independencia de las convicciones. Cuando uno se ve capaz de plantarle cara al sesgo de confirmación. Pero como este no es en absoluto el caso de España ni de los españoles lo mejor es acabar de una vez por todas con esta indignante pantomima de justicia popular, el despreciable oxímoron.
En Valencia han tardado diez horas en elegir a las nueve personas que juzgarán a Camps. Al parecer han sido sometidas por parte de acusaciones y defensas a un extenso interrogatorio sobre sus aficiones. Cuentan, por ejemplo, que les han preguntado si están a favor del aborto. Llegados a este punto a mí me gustaría saber qué tipo de convicciones son necesarias para juzgar al expresidente Camps. Porque supongo que invalidará tanto el aborto como el no aborto. E incluso salidos de este punto también sería interesante saber por qué se rechaza a una militante socialista, mientras se transige con un juez que fue secretario general de Presidencia de un gobierno socialista y que fue promovido a magistrado, ¡sin mayor oposición!, por el Grupo Socialista en las Cortes Valencianas. Lo que un juez, un fiscal o un abogado deben comprobar en un miembro del jurado es si sabe leer y escribir. Y comprobar también que entiende, práctica que tampoco estaría de más realizar con algunos participantes de la carrera judicial. La institución del jurado sólo tiene sentido cuando uno está convencido de que los hechos pueden valorarse con independencia de las convicciones. Cuando uno se ve capaz de plantarle cara al sesgo de confirmación. Pero como este no es en absoluto el caso de España ni de los españoles lo mejor es acabar de una vez por todas con esta indignante pantomima de justicia popular, el despreciable oxímoron.
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