Si se cumplen los pronósticos de las encuestas, la responsabilidad del Gobierno corresponderá pronto al Partido Popular, que pretende una política económica bien distinta a la actual. Pero esa política discurrirá obligadamente por un camino lleno de trampas que, oportunamente activadas, podrían hacerla descarrilar mediante movilizaciones sociales como las ocurridas en Grecia. Cuatro de esos grupos de trampas, al menos, podrían constituir obstáculos formidables para una acción eficiente. El primero es el del paro. El segundo, el del déficit público. El tercero, la solución de la crisis bancaria. El cuarto, el cambio estructural en nuestra economía. Cuatro formidables agujeros negros en los que podría hundirse el crédito inicial concedido a todo nuevo Gobierno y a sus políticas.
La trampa del paro comenzará a vislumbrarse a principios del nuevo año, cuando se conozca la Encuesta de Población Activa (EPA) del cuarto trimestre. Con una economía que probablemente termine 2011 con tasas negativas de crecimiento, no cabe esperar sino otro aumento importante del desempleo que, a esas alturas del nuevo ejercicio, quizá se considere todavía responsabilidad del Gobierno anterior. Pero ese crédito durará poco pues en abril aparecerá la EPA del primer trimestre de 2012. Con crecimientos negativos a finales de 2011 en un panorama internacional recesivo, no solo el primer trimestre de la EPA sino también el segundo -que se conocerá a finales de julio- y quizá el tercero presentarán todavía aumentos apreciables del paro que podrían tratar de endosarse al nuevo Gobierno.
Incluso aunque en la segunda mitad de 2012 se consiguiese ya un crecimiento del PIB a tasas que posibilitaran el inicio de la creación de empleo, esos resultados, muy difíciles de alcanzar, no repercutirían en la EPA hasta finales del 2012 (datos del tercer trimestre) o principios de 2013 (datos del cuarto) y en la Contabilidad Nacional hasta un mes después de esas dos fechas. En el mejor de los casos queda por delante todo un año, al menos, de graves penurias en el empleo y en el crecimiento del PIB y de imputaciones cada vez más duras a las necesarias políticas de ajuste del nuevo Gobierno, como ya se está ensayando en estos días.
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