En una gran encuesta realizada hace una década a millonarios estadounidenses (con un patrimonio neto superior al millón de dólares),Thomas Stanley descubrió que el 32% eran propietarios de empresas; el 16%, directivos; el 10%, abogados; el 9%, médicos; el restante 33% eran contables, ingenieros, arquitectos, maestros, profesores universitarios... Sólo el 8% recibieron como herencia más del 50% de su patrimonio, prácticamente ninguno se había comprado un coche de más de 41.000 dólares ni un anillo de compromiso de más de 1.500, y las cualidades que, a su juicio, más contribuyeron a su éxito fueron (por este orden) la honestidad, la disciplina, el buen trato a los demás, tener una pareja comprensiva, trabajar más duro que el resto y amar su puesto de trabajo. Una imagen sin duda muy distinta a la de nuevo rico malcriado que ofrece Rastani y a la que tanto le encanta recurrir a la izquierda.
En una crisis, el pánico de la inmensa mayoría de ahorradores genera una distorsión masiva en los precios de los activos; corresponde a los tradersmás habilidosos reconstruir todo ese desaguisado comprando lo que está relativamente barato y vendiendo lo relativamente caro. Pero lo anterior no significa que a todos o a la inmensa mayoría de los capitalistas –de los ahorradores– les vengan bien las crisis para enriquecerse a costa del resto de la población: que algunos prosperen en medio de la debacle no quita paraque la mayor parte de ellos se empobrezca significativamente. Fíjese tan sólo en el hundimiento bursátil o en las quiebras de empresas desde 2007 y descubrirá por qué al capitalismo lo que le viene bien es la prosperidad y el enriquecimiento de la mayor cantidad de personas posible.
Sin ir más lejos, Rastani confía en la deuda pública y rechaza de plano las acciones; puede acertar o puede fracasar, pero desde luego su estrategia financiera no es ganadora en cualquier contexto: las subidas de tipos, la inflación, los impagos o las devaluaciones bien podrían erosionar gran parte de su capital.
A finales de 2007 el volumen de activos que manejaba Lehman Brothers era de 700.000 millones de dólares, mientras que el de Godman Sachs, esa entidad que presuntamente dirige el mundo, según Rastani, era de 1,1 billones; un año después, el primero quebró y el segundo tuvo que recibir asistencia del Gobierno para sostenerse. Hoy, en 2011, Goldman Sachs es tan poderoso que su peso se ha reducido y maneja un volumen de activos inferior al billón de dólares; mientras, la Reserva Federal, ese monopolio estatal sobre la creación de dólares, controla 3 billones de activos. Y ello por no hablar del Gobierno estadounidense, que cada año gasta 3,5 billones de dólares (Goldman apenas gasta anualmente 35.000 millones, 100 veces menos) y tiene la capacidad de regular y usar la fuerza contra tipos como Rastani o contra empresas como Goldman Sachs. ¿Quién cree que posee más peso específico en nuestras economías? ¿Goldman Sachs o un Gobierno que gasta 100 veces más, que posee el poder de regularlo o incluso de nacionalizarlo y que cuenta con un banco monopolístico (la Reserva Federal) que puede imprimirle tanto dinero como desee?
Fuente: Francisco Capella.
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