Hoy tampoco amaneció por Arcadi Espada

Vía El Mundo.


Me obsesiona un asunto. Acabar con el periodismo del hombre que muerde al perro. O con su extensión más o menos respetable del good news no news. Creo que entre las razones del misterio de Julien Simon(«la vida irá cada vez mejor pero los hombres seguirán diciendo que va a peor») figura el periodismo. Hace tiempo escribí que el subtexto invisible de cualquier diario era la normalidad de las gestiones: hoy amaneció. Y que era lógico que el periodismo se basara en las variaciones de ese subtexto. Sin embargo, ya no estoy tan seguro de que el subtexto informativo sea ese, sino más bien su contrario. Hoy tampoco amaneció. Puede que haya una percepción circunstancial del fenómeno debida a la crisis; pero no estoy seguro. Creo que el periodismo ha acabado instalando una traducción abusiva, una inercia de la negatividad contra el que debería ser el primero en reaccionar. Los extremeños se tocan y la noticia de hoy es que el perro muerde al hombre. La proliferación de estupideces llamativas propiciada por la digitalización de la vida en forma y fondo: móviles, twitters, blogs ha acabado convirtiendo la vulgar mordida no sólo en lo interesante, sino también en lo importante.
Mientras el periodismo se lo piensa, algunos intelectuales reaccionan. Ya he hablado muchas veces del libro de Matt Ridley. Mañana hablaré de David Eagleman y el futuro de la responsabilidad y del castigo penal. En otoño llega lo nuevo de Pinker sobre la violencia. Con este párrafo deslumbrante por veraz:
«La crueldad como entretenimiento, el sacrificio humano para satisfacer a la superstición, el esclavismo como medio de ahorrar trabajo, la conquista como misión de gobierno, el genocidio como modo de adquirir estados, la tortura y la mutilación como castigo rutinario, la pena capital para delitos menores y discrepancias de opinión, el asesinato como mecanismo de sucesión política, la violación durante las guerras, los progromos a consecuencia de la frustración, el homicidio como el mejor modo de resolución de conflictos; todos ellos son rasgos de la vida poco excepcionales en la mayor parte de la historia humana. Pero hoy resultan raros o inexistentes en Occidente, mucho menos comunes en otras partes, y se lamentan cuando tienen lugar y se condenancuando salen a la luz.»
El texto debe cambiar.

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