Varios II. 16.07.2011.

Carlos Rodríguez Braun escribe sobre los resultados de los test de estrés.



Entrevista a Pilar Carbonero, académica de ingeniería y experta en genómica de plantas.

Quienes recelan de los cultivos transgénicos olvidan quizá que la agricultura es en su propia esencia modificación de las plantas.
-Probablemente, porque las plantas se han modificado desde siempre. Desde que el hombre se hizo agricultor hace diez mil años, como yo les digo a mis alumnos, se han estado introduciendo genes en las plantas sin percatarse de ello, como el burgués gentilhombre de Molière, que hacía prosa sin saberlo. Antes se cruzaban las plantas buscando características que tenían otras plantas; la diferencia es que ahora hay un mecanismo para hacerlo de una manera mucho más precisa, consistente en buscar un gen que confiere una cierta propiedad y trasplantarlo a la variedad que a uno le interesa.


El gato de Schrödinger en Francis (th)E mule Science's News.

 


Manuel Fernández Ordóñez sobre el cierre de la central nuclear de Garoña.


Ahora bien, los jueces saben de leyes, de energía absolutamente nada. Llama poderosamente la atención que la propia sentencia diga que "el cierre de la central de Garoña ‘libera’ más hueco para la integración de tecnologías renovables" y se añade que "la sustitución de la central de Garoña por potencia firme ‘flexible’ (por ejemplo carbón o ciclo combinado) facilitaría la integración de energías renovables intermitentes". Obviamente, esto lo han copiado de algún sitio, a ellos no se les ha ocurrido.
Esas dos frases dan idea de lo mal que estamos en política energética y de lo errático del rumbo que llevamos. Primero, la propia sentencia establece que las energías renovables son "intermitentes" pero, lejos de considerar este hecho como un hándicap, establece que hay que hacer lo necesario –cerrar todas las centrales que haga falta y abrir nuevas centrales que contaminan– para "facilitar la integración de las energías renovables". El argumento es tan ridículo que no merecería más mención si no fuera por lo kafkiano del asunto.

 


Juan Ramón Rallo escribe sobre los especuladores.

Por ejemplo, supongamos que este año en Australia se producen unas brutales malas cosechas de trigo, mientras que en Estados Unidos tienen lugar unas cosechas excelentes de este cereal. Sin especulación –en su modalidad particular de arbitraje–, los precios del trigo en Estados Unidos se derrumbarían, hasta el punto de destinarlo para actividades muy poco valiosas (alimentar a los cerdos, por ejemplo), mientras que en Australia la gente se moriría de hambre. Sin embargo, gracias al especulador, quien comprará barato en Estados Unidos para revender caro en Australia, el precio del trigo tenderá a igualarse internacionalmente y a destinarse a sus usos más urgentes (que no serán alimentar a los porcinos yanquis, sino a los ciudadanos australianos).
Por supuesto, ese santo patrón del capitalismo que es el especulador puede equivocarse y, en lugar de estabilizar los precios, puede desestabilizarlos todavía más (comprando cuando él cree que está barato y teniendo que vender luego todavía más barato o vendiendo cuanto cree que está caro para recomprar luego todavía más caro), en especial si realiza sus operaciones vía crédito. Pero no parece muy consistente poner en duda la actividad especuladora por el hecho de que pueda resultar falible; todo en la vida lo es y no por eso sometemos a severísimas críticas las relaciones en pareja, las inversiones productivas o el auxilio caritativo del prójimo. 

Jordi Pérez Colomé escribe sobre las revueltas árabes.


Ángel Martín sobre la economía israelí.


Milton Friendman about the Hong Kong economy. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario