Víctimas, 2 de agosto: Melitón Manzanas González, Dionisio Rey Amez y Mario González Blasco

Libertad Digital.



El 2 de agosto de 1968 la banda terrorista ETA asesinaba en Irún (Guipúzcoa) al inspector jefe de Policía MELITÓN MANZANAS GONZÁLEZ, casi dos meses después de que el 7 de junio Txabi Echebarrieta acabase a tiros con la vida del agente José Antonio Pardines ArcayEchebarrieta murió horas más tarde en un enfrentamiento con la Guardia Civil en Tolosa. El etarra que le acompañaba, Iñaki Sarasketa, fue detenido y condenado a muerte, aunque la pena le fue conmutada por cadena perpetua y, posteriormente, se vio beneficiado por las medidas de amnistía aprobadas tras la muerte de Franco, saliendo de prisión en 1977.
El día que asesinaron al agente Pardines, Echebarrieta y Sarasketa se dirigían a San Sebastián para preparar el asesinato del inspector Melitón Manzanas. Es decir, los preparativos del asesinato del jefe de la Brigada de Investigación Social, en lo que ETA llamó 'Operación Sagarra' (manzana en vasco) se iniciaron bastante tiempo antes de la muerte del etarra Echebarrieta.
Iñaki Sarasketa, que acompañaba a Echebarrieta el día que asesinaron al agente Pardines, contó cómo se preparó el atentado contra Melitón Manzanas: "La primera información sobre sus movimientos me la dio Jon Oñatibia, miembro del Partido Nacionalista Vasco (PNV) y antiguo delegado del Gobierno vasco en Nueva York. Fue una decisión personal, no digo que el PNV tuviera nada que ver. Supimos qué autobús cogía, a qué hora, incluso dónde solía sentarse. Yo se la pasé a Txabi" (El Mundo, 7/07/1998). Los primeros seguimientos del policía los hicieron el propio Echebarrieta y Jokin Gorostidi. Sin embargo el asesinato de Melitón fue presentado posteriormente como una respuesta de ETA a la pérdida del primer miembro de la banda, aunque la realidad fue bien distinta.
Sobre la personalidad de Jon Oñatibia, es interesante la información que proporciona José Díaz Herrera en Los Mitos del Nacionalismo vasco, (Planeta 2005) tras analizar documentación inédita en los archivos de la CIA. Según esa documentación, Oñatibia había sido uno de los hombres de confianza del lehendakari Aguirre para controlar las redes de espionaje que el PNV puso a disposición del OSS, y su sucesora la CIA, durante los años cuarenta y cincuenta. Estas redes, además de infiltrarse y espiar a distintas organizaciones y partidos contrarios a los intereses norteamericanos en América del Sur, espiaron a las distintas fuerzas republicanas y a sus líderes, entregando esta información a la CIA. Uno de los personajes clave en estas redes de espionaje fue Jon Oñatibia. Cuenta Díaz Herrera que, entre otras cosas, fue el encargado de recuperar la documentación que había dejado el espía Jesús Galíndez tras su desaparición, tal y como le confirmó en entrevista el abogado Richard N. Gardner. A mediados de los años sesenta, yconservando la nacionalidad norteamericana, Oñatibia regresó al País Vasco y se estableció en Oñate, donde oficialmente vivía dando clases a estudiantes norteamericanos. Sarasketa señala que Oñatibia actuó por su propia cuenta ("fue una decisión personal" contó a El Mundo), pero Díaz Herrera deja flotar la duda de que un personaje clave de los servicios del nacionalismo vasco actuase por libre. "El asesinato de Melitón Manzanas, con datos facilitados por los agentes de Aguirre, revela que la historia pasa de padres a hijos y continúa" (Los Mitos del Nacionalismo vasco, pág. 731).
Tras la muerte de Echebarrieta en el enfrentamiento con la Guardia Civil, el Biltzar Tzipia de ETA (Comité Central) decidió continuar con los planes de asesinar a Manzanas y también al policía que desempeñaba las mismas funciones en Vizcaya, aunque este último atentado no llegó a llevarse a cabo. El encargado de organizar el asesinato fue Xabier Izko de la Iglesia que fue también el autor material del atentado.
El asesinato se produjo hacia las 15:30 horas en el descansillo del primer piso de Villa Arana, una casona de Irún con la forma del típico caserío vasco. La planta baja la ocupaba un negocio de equipos de imagen y sonido, y sobre la tienda había dos pisos. En el primero vivían Melitón Manzanas, su mujer y su hija.
Ese día, Melitón se trasladó en autobús desde la comisaría de San Sebastián a su domicilio en Irún. Al llegar a Villa Arana, abrió la puerta y subió la escalera. Su mujer le oyó y abrió la puerta. Le dijo "vienes mojado"... y en ese momento sonó un disparo que alcanzó a Manzanas por la espalda. La mujer vio al asesino, un individuo joven, de estatura media, bigote y largas patillas. Incluso llegó a forcejear con él. El asesino realizó varios disparos más, aunque no llegó a herir a la mujer del policía. También fue testigo la hija de Melitón, que se asomó a la puerta del domicilio al oír el primer disparo. Su madre la empujó al interior de la casa y ella se acercó a una ventana, pidiendo ayuda a gritos. En el lugar de los hechos se recogieron siete proyectiles del calibre 7,65. El etarra, Izko de la Iglesia, había esperado a Melitón Manzanas dentro de la casa, en un pequeño sótano situado a la izquierda de la escalera.
Melitón Manzanas falleció casi en el acto. Había recibido tres tiros en la cabeza, uno en la mano y otro en la muñeca. ETA reivindicó el atentado en una octavilla que difundió en agosto de 1968, donde se podía leer "Melitón Manzanas, ejecutado". Ante los rumores y falsas noticias que se sucedieron poniendo en duda la autoría del atentado, ETA volvió a difundir un comunicado de prensa el 13 de octubre de 1968, para reafirmar que había sido la autora. El crimen y su propaganda eran fundamentales para la banda en esos momentos, que ponía así en práctica suestrategia de acción-represión-acción contra el régimen franquista. Además, en este caso la figura del policía asesinado era propicia para hacer propaganda, pues Melitón Manzanas ya había sido acusado por miembros de la oposición al franquismo de practicar malos tratos y torturas a los detenidos.
Es frecuente que se utilice este tema para justificar el asesinato. Aunque de forma directa no se justifique, en el fondo se ha presentado el asesinato como una acción de justicia por parte de ETA. En relación con esto es importante señalar que, pese a que la banda terrorista haya alegado históricamente motivos de lo más variopintos para matar (injusticias varias, opresión de las clases populares, defensa del medio ambiente, lucha contra la drogas, la condición de confidente de las víctimas, supuestas torturas y malos tratos...), los verdaderos motivos por los que asesinaba ETA los expuso la propia banda en su revista Zutik en diciembre de 1961 (citado por José Díaz Herrera en Los Mitos del Nacionalismo, pág. 514): "Nuestro enemigo no es Franco. En este momento es la Dictadura de Franco, pero podría serlo la Democracia, la Monarquía o la República. Nuestro enemigo es España encarnada en cualquier sistema, forma de Estado o de Gobierno que niegue la libertad de los vascos a crear su Estado independiente". Los demás motivos alegados para asesinar no dejan de ser meros artificios propagandísticos. Por lo tanto, cabe concluir que aunque a Manzanas le hubieran acusado de cualquier otra cosa que no fuese cometer torturas, el resultado habría sido posiblemente el mismo: lo habrían asesinado por representar todo aquello que odia ETA.
La respuesta del Gobierno al asesinato de Melitón Manzanas fue la declaración del estado de excepción en Giupúzcoa por un período de tres meses a partir del 5 de agosto, medida que fue prorrogada en octubre por otros tres meses más. Esta medida implicaba la suspensión de los artículos 14, 15 y 18 del Fuero de los Españoles que regulaban la libertad de residencia, la inviolabilidad del domicilio y el periodo de detención policial. Para reforzar el estado de excepción, el 14 de agosto el Consejo de Ministros aprobó un Decreto Ley sobre represión del bandidaje y terrorismo, que significaba la inclusión en el ámbito de la jurisdicción militar de los delitos de propaganda, huelgas o sabotajes si estos perseguían fines políticos.
Xabier Izko de la Iglesia fue condenado en el Consejo de Guerra de Burgos de 1970 como autor material del asesinato de Melitón Manzanas, aunque el etarra siempre negó que fuera la persona que hizo los disparos. El asesinato del jefe de la Brigada de Investigación Social de San Sebastián fue una de las acusaciones centrales contra los dieciséis miembros de ETA que se sentaron en el banquillo del Consejo de Guerra celebrado en Burgos en diciembre de 1970. Seis de los acusados fueron condenados a muerte, aunque la condena fue posteriormente revocada y sustituida por cadena perpetua, y los diez restantes acumularon penas que sumaban más de 500 años de cárcel. La banda terrorista ETA quedó diezmada por la represión franquista, que llevó a la cárcel a una parte considerable de sus cuadros dirigentes durante 1968 y 1969.
En 1968 no hubo ninguna víctima mortal más después del asesinato de Melitón Manzanas. En1969, la única víctima mortal fue el taxista de Arrigorriaga Fermín Monasterio  por resistirse a llevar al etarra Miguel Etxevarría Iztueta, alias Makagüen, que huía de una redada policial en un piso del casco viejo de Bilbao en la que fueron apresados Mario Onaindia, Txutxo Abrisketa y Víctor Arana Bilbao. En 1970 y 1971 no hubo víctimas mortales, aunque sí se produjo una intensificación de los atentados de la mano del líder de ETA en esos momentos, el fraile benedictino Eustakio Mendizabal, alias Txikia -que murió en 1972 por disparos de la Policía-, y en 1972 sólo hubo una víctima mortal: el asesinato el 29 de agosto del policía municipal Eloy García Cambra, atentado no planificado, sino que se produjo durante la detención de un sospechoso en la estación de autobuses de Galdácano (Vizcaya).
Sin embargo, el Consejo de Guerra de Burgos acabaría provocando graves dificultades al régimen de Franco, pues las protestas por las condenas a muerte se extendieron por todo el mundo hasta conseguir que fueran conmutadas por las de cadena perpetua. Además, la oleada de solidaridadque despertó el Consejo provocó un flujo de nuevos militantes hacia una banda que en esos momentos estaba totalmente debilitada, no sólo por la acción de las Fuerzas de Seguridad, sino por la crisis interna de ETA con la celebración de la VI Asamblea en 1970, crisis que dividió a la banda en dos: el frente obrero y el militar. El frente militar se transformó en ETA-V Asamblea, que sería la que se quedaría finalmente con la "marca" y con la estrategia de los asesinatos y atentados como fórmula de actuación. El año 1973 sería el del gran golpe propagandístico de ETA: el asesinato, en noviembre, del almirante Luis Carrero Blanco, su escolta, el policía Juan Antonio Bueno Fernández, y su chófer, José Luis Pérez Mogena. A todos los efectos, y durante muchos años, el de Carrero Blanco fue el único atentado con víctimas mortales de ese año, porque los otros tres asesinados por ETA en 1973 fueron los jóvenes gallegos José Humberto Fouz Escobero, Jorge Juan García Carneiro y Fernando Quiroga Veiga que, el 24 de marzo, cruzaron la frontera francesa para ver la película El último tango en París y, tras ser secuestrados y torturados hasta la muerte, nunca más se supo de ellos.
Melitón Manzanas González, de 59 años de edad, nació en junio de 1909 en San Sebastián. En esta ciudad estudió Peritaje mercantil y, en su juventud, formó parte de un grupo teatral. Al mes de iniciarse la Guerra Civil, fue detenido y encarcelado en el fuerte de Guadalupe, donde permaneció hasta ser liberado por las tropas que se alzaron contra la República. Al terminar la guerra, entró en el Cuerpo General de Policía como inspector en 1941. Estuvo destinado en Irún y, de aquí, pasó a San Sebastián como jefe de la Brigada Social. Su actuación en la comisaría de San Sebastián le hizo "acreedor de más de cincuenta felicitaciones públicas por su destacadas acciones policiales al servicio de la región en donde encontró una alevosa pero gloriosa muerte", como rezaba una reseña oficial difundida tras su asesinato (Alonso, R., Domínguez, F., García Rey, M., Vidas rotas, Espasa, 2010). Estaba casado y tenía una hija.
El 2 de agosto de 1979 falleció en la residencia Francisco Franco DIONISIO REY AMEZ, cuatro días después de que estallase en Atocha la tercera bomba de una cadena de atentados indiscriminados de la banda terrorista ETA en el aeropuerto de Barajas y las estaciones de tren de Chamartín y Atocha. La bomba de esta última estación alcanzó de lleno a tres miembros de una misma familia: Guadalupe Redondo Vian, que falleció en el acto, su marido Dionisio Rey, que lo haría cuatro días después, y la hija de ambos, Carmen Rey Redondo, que consiguió sobrevivir pese a la gravedad de sus heridas.
Dionisio Rey Amez era policía nacional retirado. Natural de León, tras su fallecimiento fue trasladado a su tierra natal, donde fue enterrado.
El 2 de agosto de 1980 la banda terrorista ETA secuestraba y asesinaba en Éibar (Guipúzcoa) a MARIO GONZÁLEZ BLASCO, trabajador de la empresa Agruminsa en Vizcaya.
El secuestro de Mario González se produjo poco después de las seis de la mañana. Tras finalizar su turno de trabajo como soldador en el pozo minero Bodovile perteneciente a Agruminsa, la víctima se dirigió a su domicilio en la localidad minera de San Salvador del Valle a bordo de un Land Rover de su propiedad acompañado por otro trabajador de la misma empresa. El vehículo fue interceptado por varios terroristas encapuchados que, tras dejar atado al vehículo al acompañante en un monte cercano, secuestraron a Mario y huyeron a bordo de otro automóvil.
Hacia las tres de la tarde se recibieron en las redacciones de varios medios de comunicación vascos sendas llamadas en las que se anunciaba, en nombre de ETA político-militar, el "secuestro y ejecución de Mario González". El anónimo comunicante anunció la difusión de un nuevo comunicado explicando las causas del asesinato y precisó que el cadáver se encontraba en un barranco del barrio de Aguinaga, en las afueras de Éibar, "cerca del lugar donde había sido asesinado Jesús María Zubikaray Badiola" militante de EIA (Partido para la Revolución Vasca), simpatizante de la coalición Euskadiko Ezkerra y antiguo militante de ETA, asesinado seis meses antes, el 2 de febrero, en un atentado reivindicado por el Batallón Vasco Español.
Para esa hora, un vecino del barrio de Aguinaga de Éibar había descubierto ya el cuerpo sin vida de Mario y había dado aviso a la Policía Municipal hacia las 13:00 horas, siete después del secuestro. El cuerpo de Mario, abandonado a unos cincuenta metros del lugar donde apareció el cadáver de Zubikaray, un paraje conocido como Zubitxa, presentaba ocho impactos de bala: uno en la cabeza, con orificio de entrada a la altura del pómulo derecho, y el resto en el tórax, cerca del corazón, todos ellos mortales de necesidad. Los terroristas habían colocado sobre el cadáver un recorte de prensa en el que aparecía una fotografía de Zubikaray que pegaron con un esparadrapo en la camisa de la víctima. La banda terrorista ETA acusaba a Mario de estar relacionado con el asesinato de Zubikaray.
Los trabajadores de los tres turnos de la empresa Agruminsa acordaron realizar un paro de veinticuatro horas en señal de duelo por el asesinato de su compañero. Por su parte, el pleno del Ayuntamiento de San Salvador del Valle condenó en sesión extraordinaria el atentado. Varios concejales del Ayuntamiento, además de familiares, amigos y compañeros de la víctima, asistieron al funeral por su alma celebrado en la parroquia de María Magdalena de La Arboleda en San Salvador del Valle, en cuyo cementerio fueron enterrados sus restos mortales.
Mario González Blasco, tenía 51 años y, desde veinticinco años antes, trabajaba como soldador en la empresa Agruminsa de la localidad vizcaína de Gallarta. Era natural del enclave minero de La Arboleda, barrio de San Salvador del Valle, en la margen izquierda vizcaína. Afiliado a Comisiones Obreras desde 1979, estaba casado y tenía dos hijos.

2 comentarios:

  1. Anónimo8/02/2012

    He leido que no ha habido atentados terroristas en España en los últimos 6 meses. Ojalá llegue la ansiada tranquilidad ciudadana.

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    1. Es cuestión de quién comete los actos terroristas, nuestra obligación como sociedad es defendernos persiguiéndolos y encerrándolos tras el juicio correspondiente.

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