LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -En el informe sobre la gestión del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), presentado por su presidenta, Inés Chapman Wauhg, en una actividad previa al Noveno Período Ordinario de Sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Nacional, volvió a reconocerse el colosal derroche de recursos hídricos que se produce en Cuba desde hace muchos años.
De acuerdo con las informaciones brindadas por la titular del INRH, las pérdidas de agua anuales se estiman en 1 011 millones de metros cúbicos, un volumen equivalente al 12,5% de la capacidad de embalse del país. Asi, el 16,0% de toda el agua que se bombea se pierde en las conductoras, 20,0% en las redes del acueducto y 22,0% en las viviendas. Ello ocasiona gastos innecesarios anuales ascendentes a 676 millones de pesos, en particular por la dilapidación de considerables cantidades de energía utilizada en el bombeo de agua, aunque los perjuicios económicos, sociales y sanitarios que induce esta añeja y desastrosa situación son muy superiores.
En primer término, el colosal e incontrolado derrame de agua contribuye al creciente deterioro de la infraestructura del país, por ejemplo con el continuado arrastre del líquido por las vías, depositándose en muchos lugares, o con filtraciones en vetustos edificios que al no repararse a tiempo en ocasiones producen derrumbes.
Además es conocido que la conducción de las aguas residuales, las llamadas aguas negras, está en muy malas condiciones en ciudades y pueblos, a la par que los sistemas de evacuación del alcantarillado, los cuales no han crecido en la misma magnitud que los centros poblaciones ni han tenido un adecuado mantenimiento, por lo que se mezclan las aguas potables con esos fluidos, ocasionando sustanciales peligros para la salud de la población.
Según han expresado especialistas, las fugas en las redes de distribución de agua potable se asocian a los tiempos de explotación que “en muchas ocasiones oscilan entre 50 y 100 años, a lo cual se agrega la diferencia en los materiales y técnicas empleados cuando se construyeron”. En esos momentos existe un programa para resolver esta situación, que se proyecta demorará entre 10 y 15 años. Sin embargo, es muy difícil cumplir esta meta dada la carencia de recursos y la enorme complejidad de los trabajos a realizar, especialmente en zonas densamente pobladas.
Ciertamente en los últimos tiempos se está realizando algunos esfuerzos en ese sentido, incluso se han establecido acuerdos con otros países para financiar proyectos de reparación de las redes, como el firmado recientemente con el Fondo Kuwaití para el Desarrollo Árabe para la rehabilitación de redes de acueducto y alcantarillado en la ciudad de La Habana, que consiste en el suministro e instalación de cerca de 70 000 metros de tuberías, válvulas de control y accesorios en el interior de las casas, y mejorar las redes de distribución en 12 municipios. No obstante, hasta el momento los avances son muy limitados. En la capital solo fueron reparados 82,3 kilómetros en 2010, de acuerdo con cifras oficiales. Eso solo representa el 3,7% de las redes a reparar en la “capital de todos los cubanos”. Se desconoce las cifras de 2011.
Los escapes de agua originados en el interior de las viviendas también son difíciles de solucionar, pues se dificulta adquirir los artículos necesarios para hacer las reparaciones por los moradores, cuando se encuentras tienen precios muy elevados, y la mayoría solo se oferta en tiendas de venta en divisas, a las que no todos los ciudadanos tienen acceso. Cuando los daños son tan grandes que demandan reparaciones capitales, los enormes financiamientos se encuentran fuera del alcance de la mayoría de la población, por lo que se posponen de manera que progresa indeteniblemente la destrucción. No puede soslayarse tampoco que debido a una equivocada política de preparación de técnicos medios y obreros calificados, no abundan personas especializadas en los diversos oficios que requieren esos trabajos, por lo que las pocas disponibles resultan muy costosas y muchas veces reclaman el pago en moneda convertible.
Cuando existe gran sequía en el país, se afecta seriamente el suministro de agua potable, de manera que decenas de miles de personas no reciben el preciado líquido; hecho usual en muchas partes de La Habana. Para afrontarlo debe movilizarse carros pipas de agua, lo que ocasiona enormes costos de transportación y manipulación. Por ejemplo, en enero de 2011, solo en la Habana, se utilizaron 140 con un consumo diario de 8 000 litros de diesel y 4 700 de gasolina. En esa fecha estaba afectada casi la mitad de la población capitalina, con más de 100 000 personas recibiendo el agua únicamente por esa vía.
Como se puede apreciar, la situación del agua en Cuba es muy delicada debido a tantos años de indolencia y mala gestión gubernamental. Además, el país se caracteriza por no poseer amplios recursos hídricos, de manera que para su desarrollo necesitaría utilizar muy racionalmente los disponibles. Por el contrario lo que ha estado vigente es un colosal derroche.
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