1. “Nena, no corras con la boca abierta con el frío que hace, que así coges esos catarros”.
Abuela, cómo quieres que cierre la boca, si voy sin resuello corriendo para coger el bus. Además, no es el frío lo que nos hace coger catarros, sino los gérmenes. Y no entran sólo por la boca, sino por la nariz, los oídos, los ojos…cualquier punto de nuestras mucosas es el ideal para que virus y bacterias se adhieran como si no tuvieran otra cosa que hacer en su vida.
2. “Chiquilla, abrígate bien que el frío te baja las defensas y te pones mala”.
Mujer, el frío por sí solo no baja las defensas ni ayuda a que te pongas mal. Mira, al frío se le ha echado las culpas de los resfriados durante mucho tiempo, sin tener en cuenta que no es por sí mismo por lo que acatarra a todos, sino por otros motivos tal como cuentan en Enchufa2:
- Ayuda a que la gente esté más tiempo juntita en espacios cerrados, lo que facilita el contacto de persona a persona de esos dichosos gérmenes
- Consigue que el organismo agolpe toda la sangre posible en zonas centrales e importantes como las vísceras y el cerebro, disminuyendo la irrigación sanguínea de zonas periféricas como nariz, dedos y orejas; al haber menos sangre correteando por ahí hay menos glóbulos blancos que estén atentos a la entrada de cualquier germen por esos sitios.
- Al bajar la temperatura, los lípidos que se encuentran en la “cáscara” de los virus forman un gel que les protege durante más tiempo, con lo que aumenta su supervivencia y posibilidad de contagiarnos.
3.” Tómate ya el zumo de naranja, que es bueno para el resfriado. Tómatelo ya, que se le van las vitaminas.”
El famoso mito de la vitamina C. Y todo porque un premio Nobel, Linus Pauling, le dio por la medicina ortomolecular y por defender que las vitaminas servían para curar todo, eran casi mágicas. Desde los años 50 hasta la actualidad no se ha conseguido demostrar lo que tanto defendió, que la vitamina C previene y cura resfriados.
¿Que al zumo se le van las vitaminas? Si lo expones a la luz solar aceleras su oxidación, sí, al igual que si tienes el zumo en una zona con mucho calor…pero abuela, las vitaminas no se van en 10 minutos, tardan un poco más, así que ten paciencia, no me quiero engollipar con el zumito de marras.
4. “Pero mira los mocos que tienes. Espero que te estés tomando ya el flumí”.
El famoso “flumí” (acetilcisteina). Un mucolítico. Todas las abuelas hacéis lo mismo, pensáis que el resfriado y la congestión nasal se cura con un medicamento que sea mucolítico.
Tal como cuenta Emilienko,estos fármacos, los mucolíticos, hasta el momento han demostrado utilidad en:
- Disminuir las secreciones en pacientes con fibrosis quística (y sólo en ellos), cuando pertenecen al grupo de inhibidores de la dornasa alfa.
- Disminuir la estancia hospitalaria de pacientes con bronquitis crónica descompensada en 0,8 días (pero no disminuir el número de descompensaciones anual ni la intensidad de la descompensación y para conseguirlo habría que tomar los mucolíticos diariamente durante los periodos de compensación).
- Actuar como protectores hepáticos en la intoxicación por paracetamol (la N-acetilcisteína).
Para los mocos comunes de la nariz, hasta el momento, la Medicina Basada en la Evidencia dice que parece que no sirven lo más mínimo y que hay que tener cuidado con sus efectos secundarios. En estos casos, lo aconsejable es hidratación abundante, esto es, beber dos litros de agua al día y mantener un ambiente húmedo. En todo caso, el famoso “flumí” sirve como placebo estupendo, se le insiste a quien sea que tiene que tomarlo en sobrecitos “porque es más efectivo” y que tiene que tomarlo con un gran vaso de agua “para que actúe bien” y listo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario