Una broma de pueblo. Arcadi Espada


Hay un malentendido crucial ante los referéndums: se cree que sirven al pueblo. Cuando solo sirven al que gobierna. Tomado en serio, el referéndum es una llamada a que los ciudadanos se conviertan por un día en toreros o astronautas. […] El referéndum pretende conseguir por la adhesión lo que el gobierno no supo o no pudo conseguir por la razón. Es significativo que, a diferencia de las elecciones libres, el referéndum conviva plácidamente con las dictaduras. Franco fue un experto feliz en consultar al pueblo. Como tantos otros de su estilo, solo concebía el gobierno por adhesión, en un sentido casi etimológico. Todos los nacionalismos sueñan con un referéndum llorón y victorioso. […] Nada divide a una comunidad como ese estúpido binario si/no con que el nacionalista cree colmadas sus fantasías. El referéndum supone, por lo demás, una desintegración de la complejidad estructural de la política. Es por completo pueril ese método que consiste en aislar una decisión de muchas otras decisiones y someterlas al cedazo totémico de la opinión popular. Mal que bien, y a través de los partidos políticos, el ciudadano vota una determinada cosmovisión, un punto de vista más o menos coherente sobre muchas cuestiones recíprocamente vinculadas.


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