Adivina adivinanza: un partido político que, como se espera que haga al PP, gana las elecciones con el 45% de los votos y con más de 10 diputados por encima de la mayoría absoluta, ¿es posible que sólo acabe durando dos años en el Gobierno?
Veamos. Cuando Mariano Rajoy llegue a La Moncloa, además de encontrar las tradicionales facturas impagadas y después de decir aquello de “la situación está peor de lo que esperábamos” (¡que predecibles son todos los políticos de todos los colores!), tendrá que trabajar para que España sea solvente y no tenga que ser rescatada. Y eso sólo sucederá si hace las cosas bien. Si no, acabará como Grecia. Me explico. Un país es solvente si la proyección futura de la capacidad de devolver el dinero es superior a las deudas. La capacidad de devolver el dinero, por su parte, es la diferencia entre los ingresos fiscales del Estado y los gastos ineludibles. Para ser solvente, pues, uno tiene que asegurarse de que el Estado tiene suficientes ingresos futuros y que no tiene demasiados gastos comprometidos.
¿Qué deberá hacer, pues, Rajoy? Lo primero es afrontar el problema del paro. De los 160.000 millones de euros que ingresa el Estado español, el subsidio a los 5 millones desocupados se come casi 40.000 millones. Por tercera vez en democracia, una crisis dispara la tasa de paro por encima del 20%. Además de un drama humano sin parangón en el mundo civilizado, esta lacra social es una sangría fiscal que hay que contener. Para ello, hay que reformar el sistema de las negociaciones colectivas (aunque los sindicatos lo presenten como un “logro social”, ésa es una herencia del franquismo) y hay que acabar con el mercado dual donde los insiders tienen privilegios a costa de dejar sin protección a los outsiders, es decir los parados y los jóvenes que no han tenido nunca trabajo.
La reducción de compromisos fiscales también debe incluir recortes de gasto. No hace falta decir que hay que eliminar el gasto inútil o repetitivo (diputaciones), el obsoleto (Correos) y el que se hace para ganar votos y favores (no tengo suficiente espacio). El resto se tendrá que recortar teniendo en cuenta los efectos sobre el crecimiento económico, priorizando las inversiones en la productividad de los trabajadores (educación, infraestructuras productivas, tecnologías, etcétera).
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