En Cuba se ha desatado una ola de represión sin precedentes en los últimos años. Según el más reciente informe de la Comisión Cubana de Derechos Humanos, en el pasado mes de septiembre hubo cerca de 600 arrestos por motivos políticos, la cifra más alta en treinta años.
En estos momentos, mujeres indefensas, sin más armas que su valor, vestidas de blanco y con flores en las manos, están siendo golpeadas salvajemente, arrestadas, acosadas, intimidadas, vejadas; ciudadanos pacíficos están siendo encarcelados y atacados por el único delito de atreverse a expresar su descontento ante el desastre que se vive en Cuba. Y, en estos momentos, como en tantos otros de nuestra reciente historia, la respuesta internacional ha sido el silencio.
En estos momentos, la responsabilidad de los que creemos que la libertad y la democracia son mejores que el despotismo y la dictadura está siendo puesta a prueba en Cuba. Y cuando hablamos de Cuba no estamos hablando de una pequeña isla enfrentada a las presiones de los Estados Unidos de América, como intenta hacer creer la propaganda oficial; no, estamos hablando de un gobierno que por más de cincuenta años ha negado a sus ciudadanos los derechos básicos, la libertad. Estamos hablando de un sistema que convirtió a una de las naciones más prósperas de América en una de las más pobres, desesperanzadas y miserables de ese continente. Un sistema que ha encarcelado, matado, reprimido, dañado de forma terrible a sus propios ciudadanos.
Leer completo en el blog de Carlos Alberto Montaner.
Fuente: Libertad Digital.
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