La democracia del taxista. Arcadi Espada.


La pérdida de autoridad de los medios se detecta, muy claramente, en las actitudes de quienes participan en ello. Hoy, donde Herrera, entrevistan a un abogado a propósito del juicio a los presuntos de Marta del Castillo. Como telón de fondo, obviamente, la exasperación social ante la negativa de los acusados a revelar qué hicieron con el cuerpo de la niña. Ya se iba el abogado cuando viene a decir que con un par de hostias bien dadas, en su momento, ya tendríamos esa información. No solo el abogado. Mi querido compañero de tertulia, el pulido Antonio Casado, dice lo mismo y aún hace el puro teatro de escandalizarse cuando le digo que la hostia populista es una conducta de similar naturaleza al linchamiento de Gadafi. Y aún podría haberle dicho más, desde luego. De similar naturaleza al Gal, o las hostias, bien dadas, que tanto le gusta recibir a la mujer díscola. Lo sorprendente, insisto, no es la exhibición de esta democracia del taxista (por desgracia la expresión no es mía, sino de Fernando Savater, y muy antigua) que consiste en decir esto lo arreglo yo en un plis pas con dos hostias; lo sorprendente es que los medios se hayan convertido en taxis.

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