El artista chino Ai Weiwei, en libertad desde el pasado 23 de junio, ha roto el silencio que mantenía a través de internet y, tras visitar a su colega Liu Zhenggang en la cárcel, ha asegurado que ése fue detenido ilegalmente por sus opiniones.
Ai, que dejó de subir comentarios al microblog Twitter, censurado en China, el pasado 3 de abril, fecha de su detención, había llegado a un acuerdo con las autoridades por el cual, tras su puesta en libertad, no podía abandonar Pekín ni verter opiniones en internet.
Sin embargo, la vuelta a la actividad del artista desafía esta prohibición y denuncia las detenciones, a su juicio ilegales, del diseñador Liu Zhenggang, su contable Hu Mingfen, el periodista Wen Tao y el primo y chófer de Ai, Zhang Jinsong, las cuales les han causado "grandes estragos mentales y físicos debido a la tortura".
A este particular se refirió Ai al hablar de Liu, quien dijo que durante su estancia en la cárcel, "había sufrido un ataque al corazón, estaba casi muerto". Tras estos mensajes, Ai finalizaba, por el momento, diciendo "un nuevo día".
Ai, quien abrió hace una semanas una cuenta en la nueva red socialGoogle+, también censurada en China, retomó el sábado la actividad en Twitter, aunque sólo para hacer comentarios acerca de su pérdida de peso, fruto de los 80 días de cautiverio a los que fue sometido, y para subir algunas fotos.
El artista, quien fue detenido y posteriormente acusado de un delito de evasión fiscal en una empresa a nombre de su ex esposa Lu Qing, aseguró tras su puesta en libertad estar bien pero que no podía hablar con los medios, algo extensible, hasta ahora, también a internet.
Ai es el más conocido entre los cientos de disidentes, intelectuales, artistas y abogados acosados, interrogados y detenidos desde febrero por las autoridades chinas, en una campaña destinada a frenar cualquier intento de imitar la llamada "Primavera árabe" en territorio chino.
El pasado mes de julio, la Universidad de Bellas Artes de Berlínofreció al artista un puesto como profesor invitado, el cual, según Amnistía Internacional, agradó al artista quien, sin embargo, debería permanecer un año en Pekín, según el acuerdo alcanzado con el régimen comunista.
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