Enlaces 21.07.2011

Cristian Campos sobre el metal y harcore.



Ernst Toch en Radio Clásica.



Los motivos de Adonis por Yoani Sánchez.

Fuerza y violencia por José María Ruiz Soroa.
Porque puede no ser violenta y, sin embargo, estar utilizando la fuerza (o a "las vías de hecho", como se dice gráficamente), y de esta manera estar siendo ilegal. Ocupar sin autorización espacios públicos, realizar colectivamente cencerradas o abucheos, o impedir en masa el cumplimiento de decretos judiciales legítimos es usar de la fuerza, por mucho que no sea violenta. Y conviene decirlo, porque la fuerza no es un argumento aceptable en democracia salvo cuando la utiliza la autoridad legítima.

La fuerza encarnada en la multitud tiene un atractivo poderoso. Hay en nuestra cultura una especie de atavismo genético que lleva a apreciar a una multitud como algo necesariamente bueno y justo, sobre todo cuando se trata de personas jóvenes y humildes. La reunión física en público de muchas personas suscita un sentimiento de comunión real de espíritus y cuerpos que subyuga tanto al participante como al observador. Probablemente, porque convierte una comunidad meramente imaginada (la sociedad) en un ente palpitante y real.

Por el contrario, la idea de que varios millones de personas han acudido un mismo día a realizar el repetitivo acto de votar de manera ordenada no despierta en nuestra mente sino una sensación de rutina aburrida. Mientras que ver y oler a 200.000 personas en las calles nos maravilla e ilusiona, porque nos parece que es el pueblo (nada menos que el pueblo) el que pasa en persona por la calle. Nuestra cultura política adolece de nostalgia de pueblo o, dicho de otra manera, de inmadurez democrática.

In memoriam: Antonio Torrón, guardia civil, el comandante Barangua y el coronel Martín-Posadillo.


El legado de Rupert Murdoch por Andrés Oppenheimer.

Estoy de acuerdo. Si los periódicos de Murdoch intervinieron teléfonos o sobornaron funcionarios, deberían ser castigados con las mismas leyes que criminalizan esas actividades cuando son realizadas por cualquier otro ciudadano. 

Me temo que la alternativa —crear comisiones especiales reguladoras de la prensa— puede o no funcionar en Inglaterra y en otros países con largas tradiciones democráticas, pero casi seguramente será utilizada en muchos otros en el resto del mundo para justificar mayores controles a la prensa. Seria un precedente peligroso, que produciría mucho daño.

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