He estado leyendo el reportaje de El País de este domingo 18 sobre las víctimas del terrorismo. Esto me ha llevado a mi lectura actual del libro de Steven Pinker. Hay todo un capítulo dedicado al terrorismo. Resumiendo un poco dice que es un hecho poco conocido que la mayoría de los grupos terroristas fracasan y que todos mueren. Israel sigue existiendo, Irlanda del Norte sigue siendo parte del Reino Unido, Cachemira parte de la India… No existen los estados soberanos de Kurdistan, Palestina, Québec, Puerto Rico, Chechenia, Córcega, el país Tamil o el País Vasco.
Pinker cita un artículo del 2006 del politólogo Max Abrahams que examina los 28 grupos designados en el 2001 por el Departamento de Estado de EEUU como organizaciones terroristas extranjeras, habiendo estado activas la mayoría de ellas durante décadas. Su éxito (y sólo en objetivos limitados y concretos) en conjunto era menor del 5% (muy por debajo de otros medios de presión política como las sanciones económicas) . Nunca habían logrado propósitos maximalistas como imponer una ideología en un territorio, por ejemplo. En el libro también citado por Pinker How Terrorism Ends de otro politólogo, Audrey Cronin, se examinan un número mayor de organizaciones. Su conclusión: el terrorismo no funciona. Cronin constata: “los estados tienen cierto grado de inmortalidad en el sistema internacional; los grupos no”. Ni siquiera obtienen lo que buscan. Ninguna organización terrorista ha acabado con un estado. Es más, el 94% de ellas no alcanza ninguno de sus objetivos. La mayoría también termina por sus discrepancias internas, la dificultad de los líderes en encontrar un sustituto y “la rendición de los reclutas a los placeres de la vida cívica y familiar”.
Los grupos terroristas también pierden el apoyo cuando se percibe que “se pasan” incluso por los simpatizantes. Cronin dice que “la violencia tiene un lenguaje internacional; pero también la decencia”.
La decencia ha crecido en España y por eso podría vislumbrarse el final de ETA. Pero viendo este reportaje y estas fotografías, el dolor del absurdo se impone. ¿Para qué perdieron la vida, la familia o la salud todas estas personas? Vale la pena recordarlo estos días en los que se habla de ser “generosos” con los diputados que representan a ese votante difícilmente calificable como moral, capaz de elegir a un partido que representa a la organización terrorista que causó todo este daño para nada. Ni para ellos. El País Vasco no será independiente nunca. No porque los españolistas no quieran sino porque es una formidable insensatez en un panorama en el que las sociedades se dirigen a unidades de integración más amplias, y no al contrario. Porque es una estupidez, en suma.
Pero ya lo dijo Eric Hoffer en su The True Believer: “nada obtiene una adhesión más ciega que lo irracional”. Ellos se adhirieron cediendo a lo peor. Ahora no les evitemos las molestias.
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