La revolución española vista por una republicana. Clara Campoamor. 2009

El libro lo recomienda Andrés Trapiello en su obra maestra Las armas y las letras, por lo tanto iba sobre seguro. La lectura ha confirmado la calidad del texto. Lo incluyo entre mis libros.

Clara Campoamor lo escribió en los años 1936 y 1937, el cuerpo principal fue escrito en noviembre de 1936, al inicio de la Guerra Civil Española. Pero el análisis que hace de la situación no ha perdido con el tiempo, al revés, éste le ha venido a dar la razón en casi todos sus planteamientos. La autora se centra en los hechos ocurridos en Madrid, asediada por el ejército alzado y dominada por el terror impuesto por los revolucionarios, una España republicana era imposible en esas circunstancias, y al final Clara Campoamor tiene que irse, como tantos otros. El análisis se centra también en las causas de la guerra, gestada durante la II República y antes. En su huida unos fascistas españoles planearon su asesinato e incluso fue retenida en Italia por el gobierno fascista italiano.

La edición es de Luis Español Bouché, quien ha realizado una gran labor. En la introducción (pp. 9-22) Español nos acerca a la vida y obra de Clara Campoamor, además de explicarnos el proceso de la traducción. Recordar que el libro fue publicado en 1937 en Suiza en francés, hasta que Español lo tradujo no existía versión en español. Esto habla muy bien de la industrial editorial española, ¡¡¡68 años hasta que hemos tenido el libro en español!!! El libro acaba con un anexo donde se incluyen datos de personajes relacionados con la época y los integrantes de los gobiernos de la II República en España (1931 - 1936). Le falta un índice onomástico.

El libro se lee fácil, pero el esfuerzo del traductor es grande, ya que el libro seguramente fue dictado en español por Clara Campoamor a Antoinette Quinche, y en el camino quedaron algunas palabras poco claras, incluso Español se enfrenta a problemas de redacción, por ejemplo (p. 38) en el capítulo XIII donde da la sensación que Clara Campoamor elogia a los terroristas de la quinta columna que usan "coches de la Cruz Roja para ametrallar milicianos". Luis Español se encarga de acarar todo con las notas pertinentes.

La obra contiene errores, por ejemplo, cuando denuncia el asesinato de Rafael Guerra del Río a manos de milianos, como no podía ser de otra manera, dado que la misma se estaba escribiendo mientras se producían muchos de los hechos narrados. Pero esos errores no afectan a la idea principal del libro, la violencia desatada dentro de la República y que acabó con casi todos los demócratas y liberales que había, muertos o expulsados, por el contrario dan más mérito al texto ya que la información disponible en ese instante era muy complicada de conseguir y poco fiable. a pesar de todo ello Campoamor es capaz de iluminarnos con sus reflexiones.

La situación caótica de Madrid con la imposición de "los métodos anarquistas, desde la mitad de mayo hasta el inicio de la guerra civil" (p. 45) es descrita por la autora: "los obreros comían en los hoteles, restaurantes y cafés, negándose a pagar la cuenta y amenazando a los dueños cuando estos manifestaban su intención de reclamar ayuda a la policía. Las mujeres de los trabajadores hacían sus compras en los ultramarinos sin pagarlas, [...] los pequeños comercios eran saqueados".

La autora es clara: "La guerra civil, cruel, dura, vengativa, empezaba a mostrar su odioso rostro. Desde el principio se puso de manifiesto una terrible falta de mesura en el desarrollo y en las consecuencias de la lucha" (p. 73).

El análisis de los integrantes de los contendientes por parte de la autora es el siguiente (pp. 77-79):

Del lado insurgente:

- Militares republicanos (Por ejemplo, Queipo de Llano y Miguel Cabanellas).
- Militares adheridos a la República. (Por ejemplo, Franco, Goded o Fanjul).
- Militares que, sirviendo a la monarquía, eran de opiniones liberales. (Por ejemplo, Mola).
- Miembros de partidos políticos de la derecha católica.
- Monárquicos constitucionales partidarios de Alfonso de Borbón.
- Los carlistas y tradicionalistas.
- Los católicos a machamartillo.
- Los fascistas, miembros de la Falange Española.

En el lado gubernamental:

- Los socialistas: evolucionistas, centristas y revolucionarios.
- Los comunistas rusófilos.
- La izquierda catalana.
- Los nacionalistas vascos.
- La Unión General de Trabajadores (UGT).
- El Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM). [Ver Homenaje a Cataluña de George Orwell]
- La confederación Nacional del Trabajo (CNT).
- La Federación Anarquista Ibérica (FAI).

Y tal como indica Luis Español "la amplitud y la claridad de la visión de Clara Campoamor en noviembre de 1936" impresiona: "No resulta por tanto descabellado prever que la lucha iniciada no supone más que una inmensa pérdida de energía ya que tras la victoria de uno de los dos grupos se recaerá en la agitación y el partido más fuerte acabará por vencer a los demás, imponiendo una dictadura aplastante". Efectivamente, Franco fue el que se impuso a unos y a otros, y fue dictador 36 años.

La autora escribe sobre las promesas electorales de los partidos de izquierda y derecha durante la II República fueron incumplidas constantemente o se adoptaban medidas que rompían con "cualquier continuidad de la política del régimen anulando las medidas legales tomadas por el gobierno anterior". Se hacían con el único objetivo de atraer votos (p. 83). Además de criticar que "los partidos deberían haberse mantenido en las esferas superiores de la moral política y no rebajarse recurriendo al populismo y la ciega agitación" (p. 87).

Las causas de la debilidad de los gubernamentales se encuentran en: 

1. La carencia técnica. Esa técnica tan despreciada por la extrema izquierda (p. 90).
2. La falta de disciplina. "Los milicianos se negaron a obedecer a los pocos oficiales que permanecieron fieles" (p. 93).
3. El terror en la retaguardia (p. 97). "Pasear a todo sospechoso o todo enemigo personal se convirtió en el apasionado deporte de los milicianos de la retaguardia" (p. 99).

Según la autora "el gobierno hubiese podido detener los saqueos y la anarquía ya que disponía de la Guardia Civil que, muy numerosa en Madrid, no se había puesto del lado de los alzados" (p. 100). 

Para "organizar las matanzas" se formaron las checas extra-legales o tribunales revolucionarios, "compuesto por miembros de todos los partidos del Frente Popular" (p. 101).

Toda esa violencia no puede ser explicada ni justificada por "la exasperación provocada por una guerra civil" y así los ciudadanos pacíficos "comprendieron el peligro que suponía para ellos ese terror ejercido por una chusma rencorosa envenenada por una odiosa propaganda de clase" (p. 108).

El gobierno acabó por actuar contra las milicias cuando estas, por ejemplo, trataron de entrar en la embajada de Inglaterra o cuando se fotografiaron mofándose de los esqueletos hallados en las iglesias, es decir, "cuando éstas [las milicias], por sus actos, lo ponían [al gobierno] en peligro" (pp. 111-112).

También hay lugar en libro para los excesos de los sublevados: "Las fotografías de los periódicos extranjeros muestran montones de combatientes fusilados por los alzados al entrar sus ejércitos en las ciudades. Se pisotean todas las leyes de la guerra" (p. 120).

De las Cortes la autora indica que ya no existían. "De los 470 diputados electos, siete meses y medio antes, sólo un centenar se presentaron a la nueva convocatoria" (p. 125).

De Pablo Iglesias, fundador del PSOE, la autora destaca estas cariñosas palabras que le dirigió a Antonio Maura, Presidente del Gobierno, en 1909: "Dirijo mil hombres que siguen ciegamente mis órdenes y que esta noche pegarán fuego a Madrid, si yo se lo ordeno..." (p. 133). Un demócrata convencido don Pablo.

La autora escribe estas inteligentes palabras, tan actuales: "La técnica y la ciencia le son necesarias a una política inteligente que aspira a ser algo más que una demagogia abocada al suicidio, amén de grotesca.

Este eterno desprecio por la preparación y el conocimiento  ha conducido la izquierda desde el atolladero político al atolladero militar en el que ahora se encuentra" (p. 149).

Y estas otras: "La heterogénea composición de los grupos que constituyen cada uno de los bandos [...] demuestra que hay al menos tantos elementos liberales entre los alzados como anti demócratas en el bando gubernamental" (p. 149).

En otra página (151) da en el clavo doña Clara: "Si [...] las causas de la debilidad de los gubernamentales llevan a la victoria de los nacionalistas, éstos habrán de empezar por instaurar un régimen que detenga los enfrentamientos internos y restablezca el orden. Este régimen, lo suficientemente fuerte como para imponerse a todos, sólo puede ser una dictadura militar".

La autora recoge esta cita de Castelar, hablando por última vez a las Cortes de la Primera República: "La política no es nada si no es una transacción entre el ideal y la necesidad nacional" (p. 152).

En la gestación de la II República se unieron la derecha, los monárquicos liberales, militares como Queipo de Llano, Sanjurjo (que negó el apoyo de la Guardia Civil al rey), los partidos republicanos y los autonomistas de Cataluña y las Vascongadas. "Se llegó de este modo a construir, más que un movimiento republicano, un movimiento contra la monarquía" (p. 157).

La autora critica que los republicanos, "demasiado ilusionados por [la] llegada de la República, no pensaron un instante en la organización que iban a dar al nuevo régimen" (p. 158).

La violencia empezó pronto en la República: "Algunos monárquicos, silencioso el 14 de abril [día de proclamación de la II República], se manifestaron en mayo y las masas populares les contestaron con una violenta reacción quemando iglesias" (p. 159).

La autora se muestra muy crítica con los socialistas y sus actitudes durante la II República (p. 166).

La salvación de la República pudo llegar si todos los republicanos hubiesen estado unidos. "Habrían podido llevar a cabo una política liberal, burguesa, evolucionista, tan alejada de las ambiciones más desfasadas de la derecha como de las vanas aspiraciones del marxismo" (pp. 173-174).

Irónicamente la autora escribe: "Se sabe también que los autores de los excesos, o los que han tolerado que se cometan, siempre encuentran excusas aunque sólo consistan en pretender que hay que juzgar las revoluciones en su conjunto y no en sus detalles, por elocuentes que sean. ¡Y yo no quería ser uno de esos detalles sacrificados inútilmente!" (p. 176).

Otra joya de las letras españolas, recuperada muy tarde, pero que podrá ser disfrutada por todo aquel interesado en la historia de España y en un análisis inteligente de lo sucedido en España al inicio de la guerra civil y sus años anteriores.

Merece la pena indagar en la vida de Clara Campoamor, una luchadora.


Autora: Clara Campoamor.
Título: La revolución española vista por una republicana. 
Ediciones Espuela de Plata
3ª edición ampliada y revisada: junio de 2009
Edición de Luis Español Bouché
257 páginas.

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