Hacia las ocho de la tarde del 15 de octubre de 1982, la banda terrorista ETA atacó la casa cuartel de Leiza (Navarra) matando en el acto al ciudadanoGREGORIO HERNÁNDEZ CORCHETE e hiriendo de diferente consideración a otras cuatro personas, entre ellas un sargento y un cabo de la Guardia Civil.
Gran aficionado a la caza, Gregorio había acudido esa tarde al cuartel, acompañado por dos cuñados, para legalizar una escopeta comprada esa misma tarde. Una vez que terminó las gestiones se dispuso a salir a la calle. En ese momento se produjo un ataque simultáneo de miembros del grupo Goierri de ETA. Por un lado, desde un vehículo Renault-12, que circulaba en dirección a Tolosa, varios terroristas ametrallaron la fachada del cuartel. Inmediatamente después otros miembros de la banda, escondidos detrás de unos setos situados en un hueco entre dos casas junto a la ría, a unos ciento cincuenta metros del cuartel, lanzaron una granada de fusil.
Al oír los primeros disparos, Gregorio y sus cuñados se arrojaron al suelo, de donde ya no se levantó: fue alcanzado por los primeros disparos en la yugular y en la pierna, y cayó en la puerta de la casa cuartel mortalmente herido. Sus cuñados y los guardias civiles resultaron heridos por la explosión de la granada. Uno de los cuñados recibió un disparo en el tórax, pero la cartera que llevaba en la cazadora le salvó la vida milagrosamente.
La planta baja del edificio, donde vivían cinco familias, quedó también destrozada por la explosión de la granada, especialmente las oficinas de atención al público, el cuerpo de guardia y el dormitorio de solteros. La explosión derribó varias paredes y produjo la rotura de numerosos cristales en el interior del cuartel. Ninguna de las cinco familias que en ese momento se encontraban en la casa cuartel sufrió daño alguno.
Tras el ametrallamiento, varios números de la Guardia Civil repelieron la agresión con sus armas reglamentarias. Nada más tenerse noticia del atentado, la Guardia Civil instaló, principalmente en el norte de la provincia y cerca de los pasos fronterizos, fuertes controles en los que se revisaban todos los vehículos.
El cadáver de Gregorio Hernández, que se encontraba junto a la puerta del cuartel de la Guardia Civil rodeado de cristales y cascotes, permaneció en el lugar del atentado durante más de dos horas, mientras se esperaba la llegada del juez.
A última hora de la tarde del 16 de octubre se celebró en la parroquia de San Miguel de Leiza el funeral por Gregorio Hernández Corchete, presidido por las autoridades locales, provinciales, gobernadores y el teniente jefe de la Guardia Civil de Navarra. La ceremonia la oficiaron tres sacerdotes, en euskera y castellano y la homilía corrió a cargo del sacerdote José Javier Aizcorbe. Este pidió a los políticos que "se dejaran de palabras" y buscasen "soluciones a los problemas de nuestro pueblo". Políticos como Ángel Lasunción, diputado foral de UCD, y Víctor Manuel Arbeloa del PSN-PSOE mostraron su indignación al final del acto, hablando de ultraje y señalando que el párroco había evitado criticar a los asesinos.
Coalición Popular, CDS, UPN, EE y UGT emitieron duros comunicados de condena. El Ayuntamiento de Leiza acordó por mayoría hacer pública la "total repulsa y condena del acto terrorista ocurrido contra el cuartel de la Guardia Civil". El Pleno decidió también abrir una suscripción popular, iniciada por el propio Ayuntamiento con 10.000 pesetas, y estudiar la situación en la que quedaba la viuda a fin de establecer las posibles ayudas económicas a la familia.
En 1988 la Audiencia Nacional condenó al etarra Juan María Tapia Irujo, alias Jon y Zapatones, a 26 años de prisión mayor por el delito de asesinato, además de a otros 20 años de prisión mayor por un delito de atentado y lesiones. Pese a que acumulaba condenas por centenares años, fue excarcelado en abril de 2005 habiendo cumplido sólo 22 años de cárcel, gracias a la acumulación de redenciones. Juan María Tapia Irujo fue candidato al parlamento vasco en las listas de Herri Batasuna en las elecciones de 1984. En el ataque a la casa cuartel de Leiza también participó Pedro José Pikabea Ugalde.
Gregorio Hernández Corchete tenía 27 años. Estaba casado con Inés Cabezas y tenía tres hijos -Ainara, Aikaitz y Nagore- de uno, dos y tres años. Era natural de Araya (Salamanca), aunque vivía en Leiza desde hacía varios años. Trabajaba en la empresa Calderería Beotibar de Tolosa (Guipúzcoa), a la que iba y venía diariamente desde Leiza.
A las once de la noche del sábado 15 de octubre de 1983, la banda terrorista ETA asesinaba en Oñate (Guipúzcoa) al guardia civil JOSÉ REYES CORCHADO MUÑOZ mediante la activación a distancia de una carga explosiva escondida junto a un muro. La víctima formaba parte de una patrulla de tres vehículos de la Guardia Civil que había salido del cuartel de Arechavaleta para realizar un servicio de vigilancia. Al pasar por el barrio de Zubillaga de la localidad guipuzcoana de Oñate, miembros de la banda terrorista ETA activaron la carga explosiva, que era del tipo hornillo.
La explosión alcanzó de lleno al primer vehículo del convoy, matando casi en el acto a José Reyes Corchado e hiriendo levemente al cabo primero Antonio Ramos Ramírez. Este último sería asesinado tres años más tarde en otro atentado de la banda terrorista ETA en Mondragón el 8 de junio de 1986, en el que el cabo primero fue ametrallado cuando se dirigía a su vehículo particular después de estar en un bar de la localidad. El guardia civil que conducía el vehículo, Francisco Borjas Reinoso -natural de la localidad de Huevar de Aljarafe (Sevilla), de 36 años de edad, casado y padre de dos hijos-, resulto ileso.
José Reyes Corchado iba en la parte posterior del vehículo y se vio afectado, sobre todo, por los tornillos que la banda terrorista había colocado junto a los dos kilos de Goma 2 del artefacto explosivo y por las piedras que salieron disparadas como proyectiles, que le provocaron una fractura de cráneo.
Los guardias civiles que ocupaban los otros dos vehículos atendieron a sus compañeros y los trasladaron a distintos centros sanitarios. Antonio Ramos fue atendido en el Hospital del Alto Deba en Mondragón, mientras que José Reyes Corchado ingresó cadáver en el Hospital Comarcal de Oñate. Hasta ahí se trasladó el viceconsejero de Interior del Gobierno vasco, Eli Galdós, que también era alcalde en esa localidad.
Al día siguiente, 16 de octubre, se celebraba el Oñate el funeral por el alma de José Reyes, presidido por el ministro de Interior, José Barrionuevo. Junto a familiares, amigos y compañeros de la víctima, ocuparon también un lugar destacado en la parroquia de San Martín el director general de la Guardia Civil, teniente general José Luis Aramburu Topete, el delegado del Gobierno en la comunidad autónoma vasca, Ramón Jáuregui, el viceconsejero de Interior del Gobierno vasco, Eli Galdós, el gobernador civil, Julen Elorriaga, y representantes locales de los principales partidos políticos.
José Reyes Corchado Muñoz, de 28 años, era natural de Alburquerque (Badajoz) y hacía poco más de un año que había ingresado en la Guardia Civil. Estaba casado con Isabel Chamizo Díaz, de 24 años. Cuando le destinaron a Oñate (Guipúzcoa) él se fue en 'avanzadilla' y su familia se quedó en Badajoz. "Estaba previsto que nos fuéramos con él en noviembre, porque él tenía vacaciones entonces, pero lo asesinaron antes" (Hoy, 9/04/2009). El matrimonio tenía dos hijas, de 1 y 2 años cuando asesinaron a José. "Ellas no entendían cómo había gente que podía hacer eso. Ahora, que tienen 23 y 24 años, lo entienden todavía menos (...) A mí que no me pidan que perdone y olvide. Porque además es gente no se ha arrepentido" contaba su viuda (Hoy, 19/02/2006). José Reyes Corchado fue enterrado de Alburquerque. En enero de 1994 el Ayuntamiento de esta localidad dedicó una calle al agente asesinado.
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