Víctimas, 23 de mayo: Martín Merquelán Sarriegui, Virgilio do Nascimento Afonso y Miguel Peralta Utrera

Libertad Digital.



El 23 de mayo de 1978 la banda terrorista ETA asesina al taxista MARTÍN MERQUELÁN SARRIEGUI. Esa noche, en torno a las 22:00 horas, un individuo requirió los servicios de Martín en la parada de taxi de la localidad guipuzcoana de Irún para que le trasladara al barrio de Guruze.
Durante el trayecto, otros dos hombres se subieron al vehículo y obligaron a Martín a que se desviase hacia un antiguo recinto militar abandonado situado en la carretera que une Oyarzun con el Castillo del Inglés.
Hacia la media noche, su mujer se inquietó al ver que no regresaba a casa y se puso en contacto con los compañeros de su marido, que le contaron que había dejado la parada del taxi acompañado de un cliente. A las 00:30 horas, los taxistas denunciaron la desaparición de Martín en la comisaría y, poco después, se encontró su coche abandonado y con las puertas abiertas en Pasajes.
A las cuatro de la madrugada apareció su cuerpo sin vida en la carretera que conduce al Castillo del Inglés, con hematomas y cuatro dedos de la mano rotos. Al parecer, Martín ofreció resistencia a sus secuestradores y por eso fue golpeado. Además, presentaba dos impactos de bala disparados a bocajarro, uno de ellos con entrada por la parte posterior de la cabeza. En el lugar del crimen se encontraron dos casquillos del calibre 9 milímetros parabellum y una bala sin disparar.
Martín Merquelán Sarriegui tenía 48 años. Estaba casado y era padre de cinco hijos. El 25 de mayo, los taxistas de Guipúzcoa suspendieron los servicios en señal de protesta y llevaron crespones negros por su compañero asesinado.


El 23 de mayo de 1990 fue tiroteado por la banda terrorista ETA a la salida de un bar VIRGILIO DO NASCIMENTO AFONSO, ciudadano portugués. En un principio, la investigación de la Policía Nacional se orientó hacia un posible ajuste de cuentas por la supuesta relación de la víctima con el tráfico de estupefacientes.
Sin embargo, poco más de un mes después la banda terrorista ETA hizo pública una nota que dio un giro radical a la investigación. En un comunicado hecho público el 26 de junio de 1990 a través del diario Egin, escrito íntegramente en vasco, la banda asesina reivindicaba el asesinato de Virgilio do Nascimento y dos más cometidos en el mes de junio: el de Rafael San Sebastián Flechoso el 10 de junio, que la banda reconoció ser un error, y el de José Lasanta Martínez, el 13 de junio. El motivo que alegó la banda para asesinar a Virgilio fue que se dedicaba al tráfico de drogas, algo confirmado por los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado.
El portugués era responsable de una banda dedicada al tráfico de drogas, vehículos robados y armas. Según información publicada en ABC, Virgilio do Nascimento había sido detenido en 1989 y se le había incautado un arma. Por otra parte, el Servicio Fiscal de la Guardia Civil investigaba, desde dos años antes de su asesinato, las actividades de la víctima.
Virgilio do Nascimento Afonso tenía 24 años. Su cadáver apareció tiroteado en el barrio donostiarra de Buenavista.



El 23 de mayo de 1994 ETA asesina en Madrid al teniente de Ingenieros del Ejército de TierraMIGUEL PERALTA UTRERA mediante una bomba-lapa adosada a los bajos de su coche. Los etarras aprovecharon que el militar aparcaba su vehículo en la calle en las proximidades de su domicilio, en una zona de viviendas militares, para colocarla bajo el mismo.
Minutos antes del estallido, Miguel había dejado a su hija Laura, de 15 años, en el instituto de Enseñanza Secundaria donde estudiaba. Durante el trayecto desde su domicilio al centro educativo la bomba ya estaba colocada, pero no estalló, lo que salvó la vida de la niña. De ahí se dirigió al Cuartel General del Mando de Transmisiones Estratégicas de Prado del Rey. La bomba hizo explosión mientras circulaba por la carretera de Extremadura. Además de la muerte de Miguel, la onda expansiva hirió gravemente a Raúl Caballero Linares y Agustín Konya.
En el año 2000 la Audiencia Nacional condenó a Mikel Azurmendi Peñagaricano a un total de 36 años de reclusión mayor por el asesinato de Miguel Peralta. En la misma sentencia se recoge que la bomba-lapa fue confeccionada por Azurmendi, Mercedes Chivite Berango y Álvaro Juan Arri Pascual. Este último la adosó a los bajos del coche con la ayuda de la etarra Idoia Martínez García. Pese a ello, y a que Mikel Azurmendi admitió en ese juicio la participación de Arri Pascual, este fue absuelto en 2005 por la misma sección y sala de la Audiencia Nacional al carecer de pruebas suficientes para condenarlo.
Mercedes Chivite Berango fue condenada en Francia en enero de 2010, junto a su pareja Félix López de Lacalle Gauna, alias Mobutu, a 12 años como responsables de las compras internacionales de armas de la banda. En la misma sentencia, el Tribunal de lo Criminal de París ordenaba suexpulsión a España para responder ante la justicia por varios atentados cometidos en los años 80 y 90. Mobutu y Chivite cayeron en manos de las fuerzas del orden el 2 de abril de 2004 en una casa rural cerca de Angulema apenas doce horas después de que le hubiera ocurrido lo mismo al entonces jefe del aparato logístico de la banda, Félix Ignacio Esparza Luri. En cuanto a Idoia Martínez García, una de las etarras más sanguinarias de la banda asesina, fue detenida el 6 de noviembre de 1997 en la localidad francesa de La Rochelle y extraditada a España por Francia en noviembre de 2003. Actualmente se encuentra cumpliendo condena en la prisión de Teixeiro en La Coruña por otros atentados y sigue teniendo varias causas pendientes con la justicia española por numerosos atentados.
Miguel Peralta Utrera tenía 47 años. Era de Medina Sidonia (Cádiz), estabacasado y tenía cuatro hijos de edades comprendidas entre los 22 y los 15 años. Sus restos mortales recibieron sepultura en la localidad gaditana de Chiclana, tras el funeral celebrado en el acuartelamiento donde estaba destinado, presidido por el arzobispo general castrense monseñor José Manuel Estepa. Los dos hijos varones del teniente portaron hasta el nicho el féretro de su padre, junto a oficiales de la Guardia Civil y del Ejército de Tierra.

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