Lo que realmente mata

María Teresa Giménez Barbat.



Hace unos días colgué en mi Facebook un artículomuy esclarecedor de Amazings sobre Fukushima (por cierto que no fue comentado por nadie). Ahora leo un párrafo en The Better Angels of our Nature que dice:

"Las falacias sobre la percepción del riesgo distorsionan las políticas públicas. Se ha invertido dinero y se han creado leyes para impedir que se utilicen aditivos en los alimentos y en eliminar los residuos químicos en el agua que bebemos aunque esto cause riesgos infinitesimales a la salud pública, mientras que leyes que salvan al vida de forma demostrable, como la reducción de la velocidad en las carreteras, encuentran la oposición del público. A veces unos accidentes que reciben gran publicidad se vuelven alegorías proféticas, muestras monstruosas de peligros apocalípticos. El accidente de la planta nuclear de la Three Mile Island de 1979 no mató a nadie y probablemente no haya tenido efecto en las cifras de cáncer, pero detuvo el desarrolo de la energía nuclear en EEUU y de esta forma contribuyó al futuro calentamiento global debido a la quema de derivados del petróleo."

Esto es algo que deberían tener en cuenta los políticos. Aunque (por cierto) este párrafo y lo que denuncia tal vez pueda aplicarse a otra predicción cada vez más discutida y que menciona de paso.

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