El 27 de enero de 1979 es asesinado en Navarra JESÚS ULAYAR LICIAGA, comerciante de 54 años y ex alcalde de Echarri-Aranaz entre 1969 y 1975.
Eran aproximadamente las 20:15 horas del sábado, cuando un grupo de pistoleros interceptó a Jesús Ulayar Liciaga en el momento en que se disponía a entrar en su domicilio. Cinco disparos le provocaron la muerte casi de forma instantánea.
Su hijo Salvador, que tenía entonces trece años, fue testigo del asesinato y recuerda con total nitidez lo ocurrido. Un hombre con el rostro desfigurado por una media que se acerca a su padre, flexiona las piernas, apunta con una pistola negra y sin brillo, dispara tres tiros, hace una pausa, presiona el gatillo dos veces más y sale corriendo hacia un coche donde otros dos terroristas, quizá tres, lo esperan con el motor en marcha y la cara también tapada. También recuerda perfectamente todo lo que ocurrió antes de los disparos: las últimas palabras de su padre, el bidón de gasóleo para la calefacción que estaban cargando en la furgoneta, la pistola sin brillo en la mano del asesino... pero todo se volvió nebulosa a partir de la primera detonación. "Salí corriendo, creí que el asesino vendría a por mí y sentí un frío muy intenso en la espalda (...) Luego regresé sobre mis pasos y corrí inútilmente tras el coche del asesino. Cuando volví a la puerta de casa, mi padre ya estaba muerto, en medio un charco de sangre"
Aquella escena sólo fue el principio de un calvario muy largo. "Aquellos días fueron terribles", confiesa Salvador. "Mi hermano José Ignacio se encontró con Vicente Nazábal (uno de los asesinos) por la calle y no pudo soportarlo. Se acercó y le llamó sinvergüenza y caradura. El asesino de mi padre, lejos de avergonzarse, le llamó hijo de puta y le dio una patada en el pecho".
Como ha ocurrido tantas veces con las víctimas de ETA, su familia tuvo que soportar no sólo la pérdida del padre y marido, sino la indiferencia y los comentarios de los vecinos, el "algo habrá hecho" que buscaba justificar a los terroristas y dejar en la soledad más absoluta a los familiares de la víctima. Los Ulayar sufrieron todo eso punto por punto.
Como ha ocurrido tantas veces con las víctimas de ETA, su familia tuvo que soportar no sólo la pérdida del padre y marido, sino la indiferencia y los comentarios de los vecinos, el "algo habrá hecho" que buscaba justificar a los terroristas y dejar en la soledad más absoluta a los familiares de la víctima. Los Ulayar sufrieron todo eso punto por punto.
En este caso, además, tuvieron que ver como el Ayuntamiento de Echarri-Aranaz nombraba a los asesinos, vecinos del propio pueblo, hijos predilectos del mismo. Todavía no se han retractado de ello.
Echarri-Aranaz, a escasos cuarenta kilómetros de Pamplona, es un municipio donde los goras a ETA en las paredes y las fotos de etarras en los bares están a la orden del día. Como se ha llegado a decir, el pueblo en sí mismo es una apología del terrorismo.
A Jesús lo mató ETA por "fascista" y "antivasco", según rezaba el correspondiente comunicado, etiquetas contra las que es muy difícil luchar en un entorno tan enfermo moralmente, siempre dispuesto a ser condescendiente con los verdugos en vez de con las víctimas. Esas palabras en ese comunicado daban por buena la "ejecución", el asesinato.
"Nos tocó callar", recuerda Salvador, "mi madre y mis hermanos íbamos metiendo los papeles de mi padre y los recortes de prensa en una maleta negra. (...) Sentíamos que en parte del pueblo importaba más la suerte de los asesinos que la nuestra".
La detención de los criminales les vino a confirmar que estaban en lo cierto. Eran vecinos del pueblo. Los autores del asesinato, los hermanos Vicente y Juan Nazábal Auzmendi, fueron condenados en 1980 a 27 y 22 años respectivamente. También fueron condenados Jesús María Raparaz Lizarraga como cómplice y Eugenio Juan Ulayar Lizarraga, como encubridor. Este último, sobrino carnal del asesinado.
En relación con la celebración del juicio, el Ayuntamiento de Echarri-Aranaz, compuesto por seis concejales del Partido Nacionalista Vasco (PNV) y cinco de la coalición Batzarraren Aldeko Indarra (BAI), acordó por unanimidad "no reconocer a los tribunales españoles". Echarri se volcó con los asesinos de Jesús. En 1996, cuando empezaron a volver de la cárcel, se les agasajó como a héroes. El asesino fue invitado a lanzar el chupinazo de las fiestas y recibió el nombramiento de hijo predilecto. Se organizó en su honor un pasacalles que desfiló por delante de la casa de los Ulayar.
Jesús Ulayar Liciaga había nacido en Echarri-Aranaz en 1924, estaba casado con Rosa Mundiñano y tenía cuatro hijos de entre trece y veintitrés años: Jesús, José Ignacio, María Nieves y Salvador. Como explican sus propios hijos "en los libros de la parroquia del siglo XVII ya aparecen nuestros apellidos". Los Ulayar Mundiñano carecen de referencias castellanas en su genealogía. Pese a ello el propio caserón de los Ulayar, enfrente del cual fue asesinado Jesús, ha tenido la fachada pintada con el símbolo de ETA y con frases como "Conquistadores españoles, fuera".
Un año después, el 27 de enero de 1980, era asesinado en Basauri (Vizcaya), el policía nacional JUAN MANUEL ROMÁN MORENO.
Juan Manuel Román Moreno formaba parte de una dotación de varios vehículos policiales que escoltaban a un camión que transportaba material para Altos Hornos de Vizcaya. Hacia las 20:30 horas del domingo 27 de enero, varios desconocidos ametrallaron el vehículo policial desde un montículo situado a un lado de la carretera que va de Bilbao a Basauri.
El furgón policial recibió al menos una docena de impactos de bala, varios de los cuales alcanzaron a Juan Manuel en la cabeza y el cuello. El atentado dejó heridos a otros cinco agentes: José Luís Moreno, con dos impactos de bala en un brazo, José Quintero González, herido en una pierna,José Marín, Evaristo Añeiros Castro y Eustaquio Calzada, con heridas calificadas como graves. Este último fue evacuado al Hospital de Cruces Baracaldo para ser intervenido con urgencia. El parte médico señalaba que presentaba "herida de bala en hipocondrio izquierdo, con perforación de colon transverso, y descendente y hematoma retro-peritoneal".
Los autores del atentado habían llegado hasta las cercanías del túnel de Malmasín en un Seat 127, que habían sustraído a punta de pistola sobre las cuatro y media de la tarde del domingo a su propietario, Francisco Isla Morán, al que encerraron en la caseta de regulación y ventilación del citado túnel. En el mismo lugar recluyeron al guardián de la caseta, a su esposa y a dos personas que les acompañaban antes de darse a la fuga.
Juan Manuel Román Moreno tenía 23 años y pertenecía a la Compañía de Reserva General de la Policía Nacional con base en Logroño, habitualmente desplazada en Bilbao para reforzar los efectivos de esta provincia. Era natural de Rota (Cádiz).
El 27 de enero de 1982 ETA asesinaba en Ondarroa al policía municipalBENIGNO GARCÍA DÍAZ. Dos pistoleros le dispararon por la espalda a las 22:00 horas cuando se dirigía de uniforme desde el cuartel a su domicilio. Herido de gravedad, el agente falleció mientras le trasladaban al Hospital de Cruces.
Benigno fue la primera víctima mortal del año 1982, un año que se saldó con un balance de 40 asesinados por la banda terrorista. El policía había sido objeto de amenazas durante los dos años previos a su asesinato.
Su viuda, Mari Carmen Echevarría, tenía 31 años cuando asesinaron a Benigno. Hasta febrero de 2003 era una mujer prácticamente desconocida para la opinión pública, que también desconocía el calvario personal que tuvieron que soportar ella y sus hijos.
El 25 de febrero de 2003, más de veinte años después, decidió romper su silencio y ofrecer por escrito al juez Garzón su testimonio personal. Ese testimonio pasó a formar parte de los elementos de prueba que la Asociación de Víctimas del Terrorismo quiere aportar para "demostrar la limpieza étnica" presuntamente practicada por los dirigentes de Batasuna.
El diario El Mundo de 26 de febrero de 2003 recogió sus recuerdos, aportados en rueda de prensa conjunta con otros "exiliados" del País Vasco, sobre las amenazas que había recibido en diciembre de 1981 por parte de una vecina. "Era una persona conocida en el pueblo por ser simpatizante de HB y luchar por los derechos de los terroristas en la cárcel (...) No me importa decirlo, se trataba de la dueña del piso en el que vivíamos. Un día vino a la puerta y me dijo: Tu marido es un h. de p. y lo vamos a matar. Os tenéis que marchar o saldréis con los pies por delante. Díselo".
Un mes después, Benigno fue asesinado. El segundo aviso, recuerda Mari Carmen, llegó a los pocos días, "cuando volvía de enterrar a mi marido". "Llamó a mi puerta y me dijo que ya me había avisado de que iba a pasar esto. Me advirtió de que me marchara".
Benigno García Díaz, de 36 años, estaba casado y tenía seis hijos de edades comprendidas entre los cuatro y los doce años. Era originario de Foz (Lugo), aunque residía en Ondarroa desde 1965 donde trabajó varios años como marino, hasta que en 1975 ingresó en la Policía Municipal.
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