El 23 de enero de 1980 fue asesinado, tras ser obligado a abandonar el bar de su propiedad en Baracaldo, ALFREDO RAMOS VÁZQUEZ.
Tanto Alfredo Ramos Vázquez, como Jesús García García, asesinado el 5 de enero de ese mismo año, habían sido relacionados por la revista Interviú con la ultraderecha de Vizcaya. Por ambos asesinatos fueron juzgados el periodistaFrancisco Xavier Vinader Sánchez por un delito de imprudencia temeraria (condenado a 7 años de reclusión mayor) y el expolicía Francisco Ros Frutos, como cooperador necesario (4 años de reclusión menor).
Tras el atentado que causó la muerte de Alfredo, la dirección de este semanario hizo pública en la noche del 23 de enero, una nota en la que hacía constar su repulsa por ese nuevo acto de violencia, "esperando poseer datos fiables sobre la autoría del crimen para hacer una nueva declaración si fuera necesario". Y añadían: "Ligar la muerte de un ciudadano al título de una revista, como se hace en ciertas informaciones y denuncias públicas, resulta, cuando menos, insidioso. Interviú lamenta la muerte del señor Ramos Vázquez, dolorosamente una más en el marco de la ola sangrienta, y rechaza con energía esta nueva manifestación de violencia, que viene a confirmar que nuestra denuncia de la misma responde a una triste realidad del país, frente a la que ha de movilizarse a la opinión pública".
En uno de los reportajes publicados sobre el tema, el ex policía nacional Francisco Ros Frutos, cuyas declaraciones fueron la base de los datos aportados por Interviú, describía al dueño del bar como "un gallego que se divertía participando en enfrentamientos contra los abertzales".
Desde que aparecieron esas informaciones en la revista Interviú, Alfredo envió cartas a los medios de comunicación negando su pertenencia a ningún grupo político y haber participado en ningún enfrentamiento. Además, también había enviado una rectificación a Interviú que no había sido publicada en el momento de su asesinato.
Pero no le sirvió de nada. El 23 de enero, dos terroristas de ETA encapuchados entraron en el Bar Stadium de su propiedad y se lo llevaron mientras advertían a su mujer, a su hija y a una sobrina que se estuviesen quietas. Treinta minutos después un comunicante anónimo informó a Egin del lugar donde se encontraba el cadáver de Alfredo. El escueto mensaje decía: "Secuestrado, interrogado y tiroteado. Se encuentra a la entrada de La Arboleda".
En una cuneta junto a una mina abandonada a siete kilómetros de Baracaldo, la Policía encontró su cuerpo sin vida, con las manos atadas a la espalda y la cabeza cubierta por una capucha. Antes de dispararle cinco tiros en la cabeza, la víctima fue "interrogada", tal y como reconoció la propia organización terrorista en ese comunicado.
Alfredo Ramos Vázquez, de 56 años, era natural de Borrajeiros (Pontevedra). Estaba casado y tenía dos hijas.
El mismo día que Alfredo, pero quince años después, fue asesinado en San Sebastián GREGORIO ORDÓÑEZ FENOLLAR, teniente alcalde del Ayuntamiento y presidente del Partido Popular en Guipúzcoa.
Eran las tres y media de la tarde del jueves 23 de enero de 1995, cuando un encapuchado se acercó por detrás y disparó contra él mientras comía en el bar La Cepa de la parte vieja de San Sebastián. Estaba acompañado por María San Gil y Enrique Villar, secretarios del Grupo Popular, y una funcionaria del Ayuntamiento. El asesino hizo un solo disparo que le atravesó la cabeza y después salió huyendo. Nadie en el bar se extrañó de que llevara cubierta la cabeza porque estaba lloviendo.
María San Gil salió corriendo detrás del pistolero sin pensárselo mucho. Cuando se dio la vuelta, Gregorio estaba ya muerto. Poco después se dirigió a casa de la mujer de Ordóñez, Ana Iríbar, con la que tenía un hijo, Javier, de año y medio.
Gregorio Ordóñez Fenollar era el primer político en activo asesinado por ETA desde que en 1984 la banda asesinara al socialista Enrique Casas Vila. Su asesinato provocó una gran conmoción. Todos los concejales del Ayuntamiento de San Sebastián, excepto los de HB, acompañaron el féretro de Gregorio desde el bar La Cepa hasta la casa consistorial bajo una incesante lluvia. La bandera de San Sebastián ondeó a media asta y con crespón negro en el Ayuntamiento, que declaró tres días de luto oficial. Además, todos los partidos políticos convocaron a los ciudadanos a un paro de cinco minutos a las 12:00 horas del día siguiente, viernes 24 de enero, y pidieron a todos los ayuntamientos vascos que secundaran esa medida de repulsa por el atentado. Evidentemente, HB de autoexcluyó de todos esos actos y manifestaciones.
Ordóñez fue, hasta su asesinato en 1995, un ejemplo del coraje del PP vasco frente a la amenaza terrorista. Se afilió al partido a principios de 1980, cuando los populares sólo conseguían unos tres mil votos en San Sebastián y en el momento de mayor dureza de actividad terrorista y con mayor número de asesinados (80 en 1979 y 98 en 1980, año que ostenta el triste record de víctimas mortales). El motivo que le hizo entrar en política fue el asesinato del padre de un amigo por parte de ETA.
No hay ninguna duda de que Gregorio Ordóñez fue asesinado por defender sus ideas contra la banda terrorista, lo que le costó más de un insulto y alguna agresión. La propia junta de portavoces municipales aseguró, tras el atentado, que Gregorio había sido asesinado por "sus profundas convicciones y firmeza democrática". Esa exposición pública le hizo vivir algunos episodios desagradables, como durante el secuestro de Julio Iglesias, cuando fue golpeado en plena calle mientras paseaba con su mujer embarazada por participar en la campaña del lazo azul para pedir la liberación del secuestrado.
En diciembre de 2006 el terrorista Javier García Gaztelu fue condenado a 30 años de cárcel por el asesinato del político popular. Anteriormente, en 1997 fue condenado como cooperador necesario Valentín Lasarte, también a 30 años de reclusión mayor.
Tanto su viuda, Ana Iríbar, como la hermana del concejal, Consuelo, acabaron abandonando el País Vasco como consecuencia del clima de intimidación que tuvieron que soportar tras el asesinato de Gregorio. Posteriormente, en 2007, dos adolescentes profanaron la tumba de Gregorio. De mantener su legado como político se ocupa la Fundación Gregorio Ordóñez que tiene por objetivo preservar su memoria histórica y la "conservación, sistematización y divulgación de los ideales que constituyeron la razón de su vida".
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