El comentario de todos los años “La Habana se cae a pedazos” dicen los habitantes de la capital cubana, recorriendo y mirando por los lugares donde se encuentran los portales apuntalados, techos desmoronándose, edificios que no tienen como vecino un Hotel turístico o algo que reporte crecimiento económico para el país, que le de como ventaja ser reparado cada cierto tiempo para evitar una vista no favorable al centro turístico y embellecer la zona.
Los arquitectos que trabajan en la zona, tienen como una respuesta mecánica para los habitantes de cualquier edificio que este en moderadas condiciones. -este lugar esta en peligro de derrumbe- y nada mas solo aconsejando a los habitantes que vayan para un albergue a esperar que el gobierno les “haga casa” puro cuento pues los que por desgracia han perdido sus casas, por desastres de la naturaleza han vivido en carne propia lo que es un albergue, solo les queda resignarse a la desesperación que trae como consigo decisiones fatales de retornar al hogar que una vez fue apartado de su utilidad imprescindible, viviendo a la suerte de no perecer por la caída de la edificación, rezándole todos los días a su adoración preferida.
Entonces ¿Quien tiene la culpa? Acaso serán los habitantes por seguir en el edificio, habiendo sido alertados del peligro de estar ahí. O el gobierno de no tener más opciones que ofrecerles albergues públicos solamente a los ciudadanos que han tenido la mala experiencia de pasar por las despreocupaciones del gobierno con sus ovejas.
La mentira y el engaño hacen heridas muy profundas que afectan psicológicamente al ser humano, quitándoles el razonamiento de lo que es el peligro, el valor de la vida o los riesgos de el factor suerte.
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