En 1976 ETA asesinó a 17 personas. El primero de ellos, el guardia civil MANUEL VERGARA JIMÉNEZ. Eran las cuatro menos cuarto de la tarde del sábado 17 de enero de 1976. Manuel Vergara Jiménez viajaba en un Land Rover que formaba parte de una patrulla compuesta por un cabo y varios números de la Guardia Civil. Durante el rutinario recorrido de vigilancia, observaron una ikurriña sujeta con un mástil, situada en una loma sobre un túnel entre Villafranca de Ordicia y Beasaín. Apenas tres meses antes tres guardias civiles habían perdido la vida en el santuario de Aránzazu por un procedimiento similar.
Manuel Vergara recorrió los sesenta metros que separaban la carretera del punto donde estaba situada la bandera. Junto a la misma encontró una bomba simulada que fue retirada por el guardia civil tras comprobar que era falsa. A continuación tiró del mástil de la bandera, sin percatarse de que había una carga explosiva enterrada en el suelo y conectada a la ikurriña. La onda expansiva de la explosión lanzó su cuerpo a casi veinte metros de distancia provocando su muerte en el acto. La bomba causó, además, heridas leves a otros dos miembros de la patrulla, entre ellos al cabo jefe de la patrulla que se encontraba junto a Manuel.
Manuel Vergara Jiménez tenía 21 años (cumplía años el 23 de enero) y era natural de Viso del Alcor (Sevilla). Había ingresado en la Guardia Civil dos años antes, en febrero de 1974, cuerpo al que también pertenecían su padre y su hermano. Llevaba nueve meses destinado en el cuartel de Villafranca de Ordicia.
El 17 de enero de 1981 era asesinado a tiros en San Sebastián el subteniente de la Policía retirado LEOPOLDO GARCÍA MARTÍN. En torno a las 15:00 horas caminaba por el alto de Miracruz cuando se le acercaron varios miembros de la banda terrorista ETA que le dispararon a bocajarro en la cabeza. Leopoldo cayó al suelo, donde fue rematado.
Junto al cadáver se encontraron cuatro casquillos de bala del calibre 9 milímetros parabellum. Para la huida, el grupo terrorista, compuesto por tres personas, utilizó un automóvil Ford Fiesta que había robado a punta de pistola a su propietario sobre la una y media de la tarde. El propietario del vehículo fue encontrado pasadas las seis de la tarde siguiendo las indicaciones del portavoz de ETA que reivindicó el atentado a través de una llamada telefónica al diario Deia.
Por este atentado fueron juzgados y condenados en 1983 Juan María Anza Ortúñez (Jon Anza) y María Itziar Galardi Sagardia a 26 años, 8 meses y 1 día de reclusión mayor. Jon Anza desapareció en marzo de 2009 y fue encontrado muerto en una morgue de Toulouse un año después: el 12 de marzo de 2010. Tras ser juzgado y condenado por el asesinato de Leopoldo García Martín, pasó una larga temporada en la cárcel (de 1982 a 2002). Cuando salió de la misma, y tras unos años sin actividad conocida, se reincorporó a ETA en 2005, instalándose en Francia y encuadrándose en el aparato exterior de la organización terrorista. Aunque sus actividades no estaban muy claras, fue la propia banda la que, en mayo de 2009 (cuando hacía dos meses que estaba desaparecido) se encargó de contarlo: era un correo que distribuía y trasladaba mensajes entre las distintas estructuras de la banda asesina y, de vez en cuando, llevaba dinero. Su pista se perdió el 18 de abril de 2009, cuando llevaba dinero a miembros de la banda, cita a la que nunca llegó. Casi un año después, su cadáver se encontró en una morgue de Toulouse. Tenía 48 años y estaba enfermo de cáncer.
Leopoldo García Martín era natural de Marbella (Málaga), estaba casado y tenía una hija. Había sido destinado al cuartel de la Policía de San Sebastián en 1943 y, aunque estaba retirado desde 1974, siguió viviendo en esta ciudad.
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