El depilado


No veo el momento en que el presidente del Gobierno pase al estado de descompresión, ese largo y submarino silencio en el que se instalan los ex presidentes. Sospecho que él tampoco lo ve. Ayer lo entrevistaron en ABC Punto Radio y entre otros asuntos se abordó la frustrada aprobación del reglamento de la Ley Sinde. El presidente señaló la causa: el debate en las redes sociales. Yo lo escuchaba y no sabía dónde ponerme. Y dónde ponerlo. No quiero que se vaya de la presidencia sin saber lo que fue ese debate, y voy a explicárselo, esperando que disculpe la arrogancia. El debate consistió en un post de un avispado parasite business cuyo nombre estuvo en la boca del ministro Blanco y en un Consejo de Ministros por lo que ya no hace falta que esté en la mía. El post (el que «incendió» la red, según la afición, y donde se alertaba de la intención del Consejo de Ministros) fue publicado a las 00.30 del viernes. Tuvo 14 comentarios, 372 menciones en Twitter y 754 en Facebook. Al margen hubo la habitual actividad replicante consistente en infectar Twitter y otros foros con sentencias de este calado intelectual: «Los estranguladores de la cultura vuelven con las mentiras de siempre.» Es decir, que el gorjeo de no más de mil papagayos impidió que el Consejo de Ministros (según su propio presidente) dotara de capacidad de acción a una ley a la que el Gobierno y el Congreso habían dado su anterior asentimiento. Y no se olvide: a la prosa clueca y vociferante, al matonismo grotesco de los papagayos, es a lo que el presidente llama debate social.
Sin embargo, la torpeza presidencial apenas puede disimular el áspero fondo de la cuestión, que tuvo en las intervenciones del portavoz Blanco, si no su lado más noble, sí el más veraz. El portavoz argumentó que aprobar el reglamento y contrariar la voluntad de esos mil significaría la muerte del PSOE. No hay que darle importancia mayor a la hipérbole. Son cosas que se dicen en confianza, y por ellas es preciso guardar el secreto de las deliberaciones de los consejos de ministros. Lo importante es saber lo que simbolizaba la hipérbole. Que no es otra cosa que la labor de oposición que va a practicar el PSOE. El poder puede ejercerse por los votos o por los gritos. Y es evidente que dada su situación parlamentaria, el PSOE va a intentar hacerse el principal amigo de los niños. No habría sido buena táctica meterles en cintura. Y tal vez ni siquiera justo. Blanco pudo pensar: «Que los meta en cintura González Pons.» El popular hombre de los caramelos, que durante cuatro años tanto se descargó con ellos y a cuyo partido llega ahora la fría hora de la ley y el reglamento. Aquella Zeja depilada a la cera.

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