Nuestras armas de batalla son 3: cirugía, radioterapia, quimioterapia. La primera, la cirugía, la usamos cuando tenemos tumores bien definidos, compactos, que no tienen muchas ramificaciones y sabemos que podemos extirparlos enteros o casi enteros. La segunda, la radioterapia, la empleamos en casos en los que es complicada la cirugía o es menos dañino irradiar, destruyendo las células sin tener que cortar y coser. Y la tercera, la quimioterapia, es la encargada de quitar de enmedio a cánceres diseminados, difíciles de eliminar con cirugía o radioterapia. El ejemplo más claro lo constituyen los cánceres hematológicos,¿cómo eliminamos glóbulos blancos defectuosos?
¿Recordáis el anterior artículo, en el que os contaba cómo se originaba un cáncer? Pues bien, los fármacos quimioterápicos no hacen más que poner palos a la rueda para pararla. Puesto que el ciclo celular se ha descontrolado, los quimioterápicos hacen todo lo posible por frenar esas células malignas e impedir que se sigan reproduciendo. Sus mecanismos de acción son de lo más variado, rompiendo su metabolismo y asfixiando a esas células, destrozando el ADN de esas células e impidiendo que se reproduzcan, bloqueando su maquinaria e impidiéndoles que produzcan proteínas y, por tanto, puedan hacer daño. Se trata de bloquear una de las fases de ese ciclo celular descontrolado para pararlo a cualquier precio.
Todo esto está muy bien, pero tiene un fallo: los quimioterápicos sólo pueden actuar sobre CÉLULAS ACTIVAS, es decir, que estén en fase de reproducción. No afectan a las células que están en reposo, llamadas células quiescentes. Esto, queridos lectores, es lo que explica por qué se le aplica a alguien un ciclo de quimioterapia y hay que esperar un tiempo para ver si realmente ha sido eficaz y se lo ha cargado todo o casi todo. ¿Cómo resolvemos ese problema? Administrando junto con ese fármaco quimioterápico uninductor celular, forzando a esas células quiescentes a reproducirse.
Quiero incidir en un punto: la quimioterapia actúa sobre todo el organismo. Todo. Eso quiere decir que actuará sobre células malignas, pero también sobre células sanas. Afectará principalmente a las células que más rápidamente se reproduzcan, como esas células tumorales y, por ejemplo, las células que hallamos en nuestra piel o nuestro pelo, lo cual explica ese efecto secundario tan temido y que llama tanto la atención, la caída del pelo y el mal aspecto de la piel.
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