Chaim Rumkowski



Cuando los soviéticos liberar Lodz, sólo quedan 877 supervivientes de las más de 250.000 personas que pasaron por el gueto.


Dádme a vuestros niños


El gueto ha recibido un duro golpe. Nos piden aquello que más queremos, a nuestros niños y ancianos. Yo no tuve la suerte de tener un hijo y por lo tanto dediqué los mejores años de mi vida a los niños. Viví y respiré juntos a los niños. Yo nunca me imaginé que mis propias se verían forzadas a hacer este sacrificio en el altar. En mi veje me veo obligado a extender las manos y mendigar: ¡"Hermanos y hermanas, dádmelos a mí! - ¡Padres y madres, dadme vuestros niños ..” (amargos sollozos sacuden al público reunido) ... Ayer, en el curso del día, recibí la orden de enviar a más de 20.000 judíos del gueto, y si no lo hago ellos me dijeron – "nosotros mismos lo haremos". La pregunta fue: ¿"Debíamos haber aceptado esta orden y llevarla a cabo nosotros mismos, o debíamos dejárselo a otros?" Pero puesto que nos guiaba la idea de no “¿cuántos se perderán?” sino de ¿cuántos pueden ser salvados?", llegamos a la conclusión – los más cercanos a mi trabajo y yo mismo – que por difícil que sea, debemos aceptar esta carga y llevar a cabo esta orden. ¡Debo llevar a cabo esta operación difícil y sangrienta, debo cortar miembros para salvar el cuerpo! Debo entregar a los niños, y si no lo hago, los otros se los llevarán igual, Dios prohibe... (terribles gemidos).

Hoy yo no puedo consolaros. Ni vine para consolaros sino para mostraros todo el dolor y toda la pena. He venido como un ladrón, para quitaros lo que es más querido en vuestro corazón. He hecho todo lo que he sabido para anular esta amarga sentencia. Al no poder cancelarla he hecho todo lo posible para aligerarla. Sólo ayer ordené que se registrase a todos los niños de nueve años. Quise salvar por lo menos un año – a los niños de nueve a diez, pero ellos no cedieron. Conseguí una cosa – salvar a los niños de más de diez años. Que sea éste el consuelo de nuestra gran pena.

Hay muchas personas en este gueto que sufren tuberculosis, cuyos días o quizás semanas pueden contarse. No lo sé, quizás esto sea un plan satánico, y quizás no, pero yo no puedo parar de pensar: "Dadme a esta gente enferma y quizás será posible salvar al sano en su lugar." Sé cuán precioso es cada uno de estos enfermos en su hogar, y especialmente entre judíos. Pero en tiempos en los que se emiten tales decretos uno debe sopesar y medir quien se debe salvar, quien se puede salvar y quien se puede salvar.

El sentido común nos dice que los que deben ser salvados son aquellos que pueden ser salvados y tienen una oportunidad siendo salvados y no ésos para los que no hay la posibilidad de salvarse en ningún caso ...

Discurso de Chaim Rumkowski - 4 de septiembre de 1942




Fuente: Jordi Ainaud.

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